
El enigma del poder: el silencio de Karina, la defensa de Espert y el laberinto de Milei
OPINIÓN


Por RICARDO ZMERMAN
En Olivos, el viernes pasado, Mauricio Macri salió con más preguntas que respuestas. Lo que más lo inquietó no fue lo que Javier Milei dijo —una vez más, sin definiciones firmes—, sino lo que Karina Milei no dijo. La hermana del Presidente, guardiana del hermetismo libertario, lo escuchó en silencio durante dos horas. No hubo señales, ni gestos, ni una palabra que permitiera intuir cómo procesaba la sugerencia macrista: un giro abrupto de gabinete que, con el PRO y los gobernadores adentro, funcionara como salvavidas político en un momento de fragilidad económica y desorden político. Nada. El vacío, en política, también es una respuesta.
Esa opacidad es lo que desconcierta al sistema político. Los Milei son indescifrables: no aceptan consejos, no moderan gestos y, en cada crisis, parecen más inclinados a redoblar la apuesta que a administrar los daños. El caso José Luis Espert es la última prueba. Un clamor transversal, que va de Macri a Grabois, pasando por Lousteau y Bullrich, pidió que el diputado no siguiera en la boleta por sus vínculos con el empresario “Fred” Machado, acusado en EE.UU. de narcotráfico y lavado. En Olivos imaginaron que se trataba de un pedido imposible de ignorar. Milei hizo lo contrario: lo bendijo. En vez de contener el incendio, echó nafta sobre las brasas.
El razonamiento presidencial fue pragmático y brutal: las boletas ya estaban impresas, bajarlo implicaba un gasto multimillonario y un enredo judicial con pocas chances de éxito. Más fácil, más barato y más político era sostenerlo y hablar de “operación K”. El problema es que la foto de Espert seguirá ahí, sea candidato o no, y la campaña paga el costo simbólico de defender lo indefendible. En la mesa política lo reconocen: “Esto nos arrastra a todos”. En los barrios del conurbano, militantes de LLA confiesan que prefieren no repartir su folletería para evitar insultos.
La inconsistencia de Espert es insalvable. Tres expedientes abiertos, balances reprobados por la Justicia Electoral, contradicciones flagrantes entre lo que dijo en su descargo judicial y lo que admitió en un video reciente. Declaró que había visto a Machado solo dos veces, pero luego reconoció haber cobrado 200 mil dólares por un asesoramiento en 2020. Ni en el Gobierno niegan que mintió. El expediente por lavado en manos de Martínez de Giorgi suma piezas a un rompecabezas incómodo: vuelos privados, camionetas blindadas, transferencias sospechosas. Nadie en Olivos quiere hacerse cargo de esa herencia en plena campaña.
La interna se recalienta. Bullrich asegura haber advertido sobre la transferencia bancaria que estalló en los medios. Caputo intenta mantener la agenda económica en pie, entre negociaciones con Washington y la presión del dólar. Macri insiste en una recomposición política de fondo, con un gabinete renovado que exprese una coalición más amplia. Pero Milei, por ahora, solo escucha. Y Karina guarda silencio, un silencio que se multiplica en incógnita.
La estrategia oficialista se resume en una idea: blindar al Presidente. Con actos, recorridas y la presentación de su libro en el Movistar Arena, se busca instalar que la elección se trata de Milei o el caos. Lo demás se posterga para después del 26 de octubre: ahí vendrán las definiciones de gabinete, las negociaciones con los gobernadores y, quizás, una relectura de alianzas. El dilema es si llegarán con resto suficiente.
El frente económico no da respiro. El informe “La esperanza en jaque” de la consultora Moiguer muestra un deterioro abrupto de expectativas: la clase media baja y el AMBA son los más pesimistas. La mitad de los argentinos ya cree que el futuro será igual o peor. Esa percepción, más que cualquier dato macro, erosiona la narrativa libertaria de la “Argentina próspera”. En su lugar aparece el discurso del esfuerzo y el sacrificio. Difícil vender esperanza en medio de facturas impagas y deudas con tarjeta.
El escenario se asemeja a un laberinto. Milei resiste con Espert a cuestas, sin margen económico, con Macri empujando un rediseño del poder y con Karina en su rol más inquietante: la mujer que calla cuando todos esperan escucharla. Quizás allí radique el verdadero misterio libertario. En un sistema político acostumbrado a las señales, el silencio es el ruido más fuerte.







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