Milei mantiene las bandas cambiarias hasta 2027 y posterga la salida total del cepo

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • Javier Milei confirmó que las bandas cambiarias se mantendrán hasta 2027.
  • El Tesoro de EE.UU., encabezado por Scott Bessent, respaldó la decisión.
  • Las empresas seguirán sujetas al cepo, pese a la liberación para personas físicas.
  • JP Morgan advirtió que el cepo impide el regreso de Argentina al índice MSCI emergentes.
  • El esquema de bandas ajusta el dólar 1% mensual y limita la acumulación de reservas.
  • El Gobierno prioriza la estabilidad y el equilibrio fiscal antes que la apertura total del mercado.

El Gobierno confirmó que las bandas cambiarias se mantendrán vigentes hasta 2027, en un intento por dar previsibilidad al mercado y evitar cualquier sobresalto en la cotización del dólar. Javier Milei lo anticipó públicamente y fue luego respaldado por el titular del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, quien avaló la continuidad del esquema como parte de la estrategia de estabilidad macroeconómica. Sin embargo, la permanencia del cepo cambiario —en especial para las empresas— deja en evidencia las tensiones internas entre el objetivo de mantener el orden monetario y la necesidad de reactivar el flujo de inversiones.

Este año marcó un hito en la liberalización parcial del mercado de cambios: el Gobierno permitió la libre compra de dólares para las personas físicas, pero mantuvo prácticamente intactas las restricciones que rigen para las compañías. En los hechos, las empresas siguen operando bajo un régimen similar al heredado del gobierno anterior, con acceso limitado al dólar oficial y trabas para girar utilidades o cancelar deudas externas.

En paralelo, y pese a la promesa de mayor apertura, la administración de Milei reinstaló algunas limitaciones para el público en general. La más notoria fue la “restricción cruzada”, que impide operar en los mercados financieros —como el MEP o el contado con liquidación (CCL)— a quienes ya compraron dólares en el mercado oficial. Según estimaciones privadas, las firmas canalizaron cerca de 12.000 millones de dólares hasta septiembre mediante esos mecanismos, muchas veces utilizando a los dueños o directivos como intermediarios para esquivar los límites formales del cepo.

El Gobierno enfrenta ahora los dilemas clásicos de una economía con controles. Por un lado, busca mantener la estabilidad del tipo de cambio y acumular reservas; por el otro, sabe que la falta de libre acceso al dólar limita la llegada de capitales y la normalización del sistema financiero. JP Morgan advirtió en un reciente informe que la persistencia del cepo impide que la Argentina recupere su condición de “mercado emergente” ante el índice MSCI, una categoría que permitiría el ingreso automático de unos 2.600 millones de dólares en inversiones de portafolio. Los grandes fondos internacionales, explicó el banco, deberían incorporar acciones argentinas para reflejar su peso en el índice MSCI emergentes (0,5%) o en el de Latinoamérica (6,3%).

Milei, no obstante, decidió mantener un orden inverso al de la gestión de Mauricio Macri. Mientras en 2015 se optó por liberar el cepo de inmediato sin haber alcanzado el equilibrio fiscal, el actual gobierno priorizó desde el inicio el ajuste de las cuentas públicas, dejando la apertura cambiaria para una etapa posterior. El enfoque gradualista implica que la eliminación de las restricciones se hará por tramos, posiblemente a partir del segundo trimestre de 2026, cuando los ingresos de la cosecha gruesa refuercen las reservas del Banco Central.

El esquema de bandas, explican en la Casa Rosada, no es incompatible con una eventual flexibilización cambiaria. La idea oficial es sostener un marco de previsibilidad en la cotización del dólar, con un ajuste del 1% mensual. Sin embargo, distintos analistas advierten que ese ritmo tan bajo puede obstaculizar la acumulación de reservas, un objetivo clave para 2026. Según los críticos del modelo, las bandas actúan como un “corset” que dificulta las compras de divisas del Tesoro: cualquier intervención significativa podría empujar al tipo de cambio oficial hacia el techo de la banda, hoy estimado en torno a los 1.500 pesos por dólar mayorista.

En este contexto, los mercados internacionales miran con cautela el rumbo económico argentino. Si bien valoran la consistencia fiscal y el descenso de la inflación, persiste el escepticismo respecto de la capacidad del Gobierno para salir del cepo sin generar una nueva ola de volatilidad. Milei apuesta a que la combinación de disciplina monetaria y gradualismo cambiario le permita mantener la calma en los mercados, mientras gana tiempo para acumular reservas y fortalecer el peso.

Por ahora, la señal es clara: no habrá sobresaltos en el dólar ni liberalización abrupta. La estabilidad seguirá siendo la prioridad, aunque el costo sea prolongar la convivencia con un cepo que, tarde o temprano, el Gobierno sabe que deberá desarmar.

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