Economía 2026: optimismo en los mercados, cautela en el gabinete

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • Las proyecciones para 2026 muestran inflación en torno al 20% y dólar estable.
  • El resultado electoral de LLA mejoró las expectativas del mercado y del sector financiero.
  • Los analistas destacan la necesidad de acumular reservas y mantener el equilibrio fiscal.
  • El Banco Central podría flexibilizar el cepo y eliminar bandas cambiarias hacia fin de año.
  • Los riesgos: relajamiento monetario, falta de reactivación y tensiones políticas.
  • 2026 se perfila como un año de transición: menos inflación, pero sin margen para errores.

El panorama económico argentino para 2026 aparece, por primera vez en mucho tiempo, con señales de moderado optimismo. Tras el resultado favorable a La Libertad Avanza (LLA) en las elecciones, las proyecciones de inflación y tipo de cambio muestran una tendencia más estable que la esperada antes de los comicios. Sin embargo, el camino hacia esa “normalización” económica está lejos de ser lineal: los analistas coinciden en que el equipo de Luis Caputo tendrá que calibrar con precisión las políticas fiscales y monetarias para evitar desequilibrios que podrían reavivar tensiones.

Desde Adcap Grupo Financiero, el escenario base proyecta una inflación anual del 20% y un tipo de cambio real similar al cierre de 2025. El diagnóstico es claro: si el Banco Central logra mantener el control monetario y acumular reservas —particularmente durante la temporada alta de exportaciones—, el país podría recuperar el acceso al crédito internacional y reducir el riesgo país hasta niveles cercanos a los 400 puntos básicos. Un número que, si se confirma, marcaría una mejora sustancial en el humor de los mercados.

Leonardo Anzalone, director del CEPEC, aporta una mirada algo más cauta. “El tipo de cambio tendrá que ajustarse para evitar un nuevo atraso”, advierte. Su previsión contempla un dólar algo más alto, acompañado de microdevaluaciones graduales para sostener la competitividad externa. En paralelo, espera una inflación entre 25% y 30%, con una economía que podría crecer poco y un consumo que aún no logra recomponerse tras la fuerte contracción de los últimos dos años.

En la misma línea, Camilo Tiscornia, de C&T Asesores Económicos, considera que el resultado electoral trajo calma y despejó incertidumbres. “Podemos pensar en un 2026 más tranquilo”, asegura. Según sus estimaciones, la inflación podría ubicarse por debajo del 28% con un dólar administrado “sin sobresaltos”, siempre y cuando se mantenga la disciplina fiscal. “Venimos de un 120% de inflación en 2024 y cerramos este año en torno al 28%. Si el Gobierno sostiene el rumbo, 2026 puede marcar una nueva baja”, sostuvo.

Los pronósticos del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central coinciden con ese escenario: inflación del 19,5% y un tipo de cambio en $1.811 hacia fin de año, apenas 18% por encima del nivel proyectado para diciembre de 2025.

El frente monetario, sin embargo, sigue siendo el terreno más delicado. Desde Empiria estiman que la tasa de interés se mantendrá por encima de la inflación hasta que se decida un cambio en el régimen cambiario. Una eventual eliminación de las bandas y la flexibilización del cepo podrían generar un salto controlado del dólar, con un impacto acotado en precios. En ese contexto, las tasas —que actualmente rondan el 22% TNA— tenderían a estabilizarse en niveles reales positivos, impulsando el crédito y el ahorro.

PPI, por su parte, considera que el “apretón monetario” comenzará a ceder gradualmente. Pero advierte: si el rebote de la actividad se consolida y la política monetaria se vuelve más laxa, la inflación podría estabilizarse en torno al 2% mensual, sin descender tan rápido como espera el Gobierno.

Más allá de los indicadores, los economistas coinciden en que el 2026 estará atravesado por tres riesgos principales. El primero es relajar demasiado la política monetaria, un error que en 2024 provocó una fuerte pérdida de confianza. El segundo, que la reactivación no llegue: la falta de crecimiento podría traducirse en más desempleo y en un deterioro del apoyo político al oficialismo. Y el tercero es de naturaleza política: una oposición más agresiva que aproveche la agenda de reformas laboral y tributaria para trabar el avance legislativo.

El propio Anzalone resume el desafío con una frase que podría funcionar como diagnóstico general: “El 2026 será un año de transición. Habrá menos nominalidad, pero no margen para relajarse”. La clave, según los analistas, será mantener el equilibrio entre la prudencia fiscal y el estímulo a la actividad sin perder el ancla monetaria. Si el equipo económico logra sostener esa delgada línea, el año próximo podría consolidar el primer escenario de estabilidad genuina después de una década de volatilidad crónica.

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