
Daniel Alberto Willington, o simplemente "El Daniel", el ídolo máximo de los matadores




Por RICARDO ZIMERMAN
x: @RicGusZim1
El debate que Domingo Cavallo vuelve a poner sobre la mesa no es nuevo, pero sí más urgente que nunca. Con el resultado electoral de medio término y el viento político a favor del presidente Javier Milei, el ex ministro plantea lo que muchos prefieren esquivar: sin una moneda confiable y sin libertad cambiaria, la economía argentina seguirá atrapada en su propio laberinto. Su propuesta —avanzar hacia la convertibilidad plena del peso y reconocer al dólar como moneda de curso legal— no es un antojo nostálgico, sino un diagnóstico brutal de una enfermedad crónica: la desconfianza.
Cavallo ve una oportunidad única. Sostiene que el triunfo electoral le da al Gobierno al menos dos años de aire político para encarar un programa de estabilización profundo. Y no le falta razón. Milei tiene el respaldo político, un escenario internacional más receptivo y el apoyo explícito de figuras como Donald Trump y el inversor Brett Bessent, que abren una ventana para la reinserción de la Argentina en los mercados de capitales. En otras palabras, el contexto externo ofrece oxígeno; lo que falta es credibilidad interna.
El ex ministro, sin embargo, pone el dedo en la llaga: mientras el Gobierno insista en manipular el mercado cambiario y mantener restricciones al movimiento de capitales, cualquier discurso liberal será apenas eso, discurso. El Fondo de Estabilización Cambiaria sigue usándose como dique para contener el tipo de cambio y evitar un salto devaluatorio. Esa estrategia, útil para ganar tiempo electoral, no puede sostenerse como política de Estado. Tarde o temprano, el mercado impone la realidad.
En su análisis, Cavallo recuerda la presentación que hizo Vladimir Werning ante inversores en Washington, donde el Banco Central habló de comprar reservas con emisión no esterilizada. Esa política, avalada por el FMI, fue resistida por el Ministerio de Economía y la propia autoridad monetaria, temerosos de que acelere la inflación. En el fondo, lo que se discute no es una técnica macroeconómica, sino una cuestión de confianza: ¿puede una economía que manipula su tipo de cambio convencer al mundo de que avanza hacia la libertad económica?
La respuesta, para Cavallo, es clara: no. Ningún inversor serio pondrá un dólar en el país mientras el Gobierno siga negando la plena convertibilidad del peso y la legalidad del dólar como moneda corriente. El propio Milei, durante la campaña, habló de competencia de monedas y de dolarización total, pero la realidad es que, hasta ahora, el sistema sigue siendo tan cerrado como en 2002. El cepo no es un error táctico; es un ancla cultural que la dirigencia política se resiste a soltar.
El ex ministro no propone volver a la vieja ley de convertibilidad de los 90, sino aplicar una versión moderna del mismo principio: que el peso sea libremente convertible y que el dólar pueda circular legalmente, sin restricciones. No se trata de fijar un tipo de cambio rígido, sino de garantizar la coexistencia de ambas monedas bajo reglas claras, previsibles y respaldadas por ley. En su visión, ese esquema permitiría re-monetizar la economía, bajar drásticamente las tasas de interés y reactivar el crédito privado.
Cavallo propone que el Congreso sancione este marco normativo junto con el Presupuesto 2026, de modo de enviar una señal contundente a los mercados y a los ciudadanos: la Argentina, por fin, eligió un sistema monetario estable. Y no es una propuesta descabellada. En los 90, la estabilidad no llegó por decreto, sino por un cambio cultural que devolvió a la gente la confianza en su dinero. Hoy, sin crédito, sin ahorro y con inflación reprimida, esa confianza vale más que cualquier programa económico.
La crítica del ex ministro va más allá de la técnica. Es un cuestionamiento al alma del proyecto libertario. Milei prometió libertad económica, pero aún gobierna con herramientas intervencionistas. Habla de competencia de monedas, pero mantiene prohibiciones dignas del kirchnerismo. Y aunque sus funcionarios defiendan el gradualismo como una “transición ordenada”, lo cierto es que cada día que se posterga la apertura cambiaria se profundiza la brecha entre el relato y los hechos.
En este punto, Cavallo se muestra menos pesimista que muchos. Cree que la renegociación con el FMI y el diálogo con el Tesoro de los Estados Unidos pueden servir de puente hacia una nueva etapa, si el Gobierno se anima a dar el salto. Confía en que el Milei que predicaba la dolarización en 2023 aún existe, y que puede recuperar esa audacia para organizar un sistema monetario basado en reglas claras, convertibilidad y libertad de capitales.
El desafío no es técnico, sino político. La Argentina ya demostró que puede convivir con el dólar y el peso, y que cuando las reglas son creíbles, el dinero vuelve. La pregunta es si el Gobierno tiene el coraje de abandonar el control y apostar por la confianza. En economía, la libertad no se declama: se ejerce.
Milei tiene el respaldo político, el contexto internacional y el capital simbólico para hacerlo. Si decide seguir con el cepo, no podrá culpar a nadie más. Si se anima a liberar el peso y reconocer al dólar como moneda legal, el país podría recuperar el crédito y el crecimiento que hace dos décadas se le escapan. La historia le ofrece una oportunidad que no se repetirá pronto. La convertibilidad no es nostalgia: es el último tren de la racionalidad económica.






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