Fin del sueño presidencia: Llaryora se centra en tratar de ser reelecto

OPINIÓN Jorge Levin
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JORGE LEVINPor Jorge Levin

La reciente reconfiguración del mapa político argentino tras las elecciones ha arrojado señales claras sobre la dirección que deberá tomar el gobernador Martín Llaryora en Córdoba. Si bien celebró que Provincias Unidas se haya consolidado como la tercera fuerza nacional, su cambio de tono hacia el análisis de la gestión es inquietante. La confirmación de la “segunda ola violeta” de Javier Milei no solo transforma el panorama político, sino que también plantea desafíos urgentes para Llaryora.


El rumor de una posible anticipación de las elecciones locales ha comenzado a circular con fuerza, y no es casual. La estrategia del gobernador de desincronizar los comicios provinciales de los nacionales refleja una necesidad apremiante: evitar que el arrastre de la polarización nacional comprometa su reelección en 2027. Altas fuentes ya sugieren que los meses de abril y mayo serían los más propicios para un nuevo calendario electoral, una decisión que, indudablemente, se basa en cálculos estratégicos más que en consideraciones democráticas.


La perspectiva de un “otoño electoral” en Córdoba revela las limitaciones del peronismo provincial. El intento de capitalizar el “voto estructura” y suponer que esto sería suficiente para contrarrestar el avance de Milei ha demostrado ser un error de cálculo. La dispersión del voto en la oposición ha beneficiado a LLA, como se evidenció en los resultados desalentadores que obtuvieron figuras significativas como Agustín Spacessi, quien unió fuerzas con Milei de manera sorprendente, robando votos clave a la tradición cordobesista.


Llaryora, con su mirada puesta en las elecciones venideras, no puede ignorar las señales de alerta que emanan de este escenario. La ilusión de que la estructura peronista garantizaría el triunfo se ha desvanecido al ver el desempeño de candidatos que, supuestamente, debían ser garantía de éxito. Resultados alarmantes, como la derrota de los propios referentes del partido en varias localidades, apuntan a una erosión de la confianza por parte del electorado, algo que el cordobesismo no puede permitirse si aspira a mantenerse en el poder.


La sensación es clara: hay un mensaje implícito detrás de estos resultados. La competencia que Llaryora buscó establecer entre el “Modelo Córdoba” y el “Modelo Libertario” podría traducirse en una batalla donde, si no actúa con rapidez y determinación, corre el riesgo de quedar relegado a un segundo plano. A medida que se acerca el ciclo electoral de 2027, la historia reciente y el contexto social intimidan, y el peso de un pasado exitoso puede no ser suficiente para garantizar un futuro prometedor.


El dilema del cordobesismo se vuelve aún más complejo con la anticipación de Gabriel Bornoroni como el principal rival. La estrategia de implantación de este nuevo candidato como la opción de renovación está claramente diseñada para preparar el terreno ante un eventual debilitamiento de las fuerzas opositoras.


La interrogante se cierne: ¿aprenderá la oposición de los errores del pasado y logrará unir fuerzas? La dinámica interna entre figuras clave como Luis Juez y Rodrigo de Loredo será crucial en este proceso, y el compromiso de voluntad política será determinante para enfrentar al ascendente Milei.


En un contexto donde más de un millón de votantes decidió no participar, la previsibilidad es un lujo que Llaryora no puede permitirse. Su objetivo inmediato debe ser reestructurar su gestión para conectar nuevamente con una población que hoy parece distante y desconectada.


El futuro de Llaryora y su ambición por la reelección dependerán de su habilidad para establecer una gestión sólida y un diálogo constructivo, incluso con figuras de la oposición. La inauguración de proyectos locales, como la reciente ampliación de la avenida Padre Luchesse, será una prueba de fuego para demostrar que su administración puede seguir siendo relevante y eficaz.


Mientras se prepara para un escenario que podría ser volátil y lleno de incertidumbre, el gobernador deberá reflexionar sobre la importancia de adaptar su estrategia política a un electorado cambiante, porque en política, como en la vida, la adaptación es la clave para la supervivencia.

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