Provincias Unidas: el laboratorio del poder que Milei no vio venir

OPINIÓN Agencia de Noticias del Interior
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  • Gustavo Valdés ganó en Corrientes, incorporó su provincia a Provincias Unidas y marcó distancia de Milei y La Libertad Avanza.
  • El Gobierno nacional, representado por Guillermo Francos, intentó deslegitimar el triunfo acusando a Valdés de nepotismo, pero quedó debilitado.
  • El armado federal mostró contradicciones: gobernadores como Zdero y Cornejo apoyaron a Valdés pese a tener acuerdos con Milei en sus provincias.
  • Provincias Unidas busca consolidarse como un proyecto nacional de centro, con mixtura ideológica y fuerte raíz federal.
  • Schiaretti cumple un rol clave para darle presencia al espacio en Buenos Aires y el Conurbano.
  • Si logra volumen legislativo y resultados en 2026, Provincias Unidas puede transformarse en una alternativa real para competir en 2027.

En política, las jugadas más relevantes no siempre se cocinan en la Casa Rosada ni en los pasillos del Congreso. A veces, la reconfiguración del mapa se gesta lejos de la centralidad porteña. Lo que ocurrió este domingo en Corrientes fue un claro ejemplo: Gustavo Valdés logró instalar a su hermano como gobernador electo y, en la misma maniobra, consolidó la incorporación de su provincia al flamante armado de Provincias Unidas. Más que un movimiento electoral, fue un gesto de construcción política a largo plazo.

El dato no es menor. Valdés no solo marcó distancia de Javier Milei y sus operadores, a quienes acusó de querer imponer condiciones imposibles, sino que también eligió un espacio que busca definirse como una alternativa federal, de centro y con proyección nacional. La foto de su cierre de campaña, rodeado de Maximiliano Pullaro, Ignacio Torres, Carlos Sadir, Gustavo Zdero y Juan Schiaretti, fue más elocuente que cualquier comunicado: los gobernadores decidieron empezar a jugar fuerte.

El oficialismo nacional reaccionó tarde y mal. Guillermo Francos intentó relativizar la ruptura acusando a Valdés de nepotismo, pero la explicación sonó forzada. El magro cuarto puesto de Lisandro Almirón en Corrientes exhibió la fragilidad de La Libertad Avanza en territorios donde no tiene estructura propia. La estrategia del Gobierno de forzar sellos sin anclaje local se reveló como un error costoso.

La contradicción más evidente es la de gobernadores como Zdero y Cornejo, que en sus provincias cerraron acuerdos con Milei, pero en Corrientes acompañaron el triunfo de Valdés. Ese doble juego refleja una verdad incómoda: los gobernadores no quieren quedar atrapados en la fragilidad de la Casa Rosada, pero tampoco pueden romper de lleno con ella mientras dependen de recursos nacionales. La economía manda, y los mandatarios ajustan sus gestos políticos según la urgencia de sus cuentas públicas.

El desafío para Provincias Unidas es lograr que este armado trascienda lo meramente electoral y se convierta en un proyecto nacional. La elección de 2026 será una primera prueba, pero el verdadero objetivo está en 2027. La apuesta es clara: ofrecer un camino alternativo al péndulo argentino entre populismos y experimentos libertarios. Para eso, necesitarán mostrar volumen legislativo en el Congreso, algo que planean conseguir sumando gobernadores de otras provincias y legisladores sueltos que quieran despegarse del oficialismo o de un peronismo en crisis.

El factor Schiaretti merece un párrafo aparte. El exgobernador cordobés oficia como nexo en Buenos Aires y el conurbano, una zona donde los mandatarios del interior no pisan fuerte. Su presencia en La Matanza o Tigre no es un simple gesto de campaña: es un intento de darle identidad metropolitana a un proyecto que, hasta ahora, respira con aire federal.

Lo que se perfila es un espacio híbrido, con mixtura ideológica, que busca plantarse en el centro político. Un lugar donde caben radicales, peronistas no kirchneristas y exsocios del PRO desencantados. Un espacio que, incluso, algunos imaginan capaz de contener a Axel Kicillof y su liga de intendentes, pero no al cristinismo más duro. ¿Ficción política? Tal vez. Pero también un horizonte posible en un país acostumbrado a ver rearmados vertiginosos.

Milei, concentrado en sostener la gobernabilidad con minorías legislativas y un frente económico delicado, parece no haber registrado todavía el riesgo que implica este laboratorio del poder provincial. Si Provincias Unidas logra consolidarse, no solo será un bloque incómodo en el Congreso: también puede convertirse en el germen de una nueva mayoría nacional.

La política argentina tiene una constante: los experimentos que nacen en las provincias suelen terminar impactando en la escena nacional. Provincias Unidas todavía es un proyecto incipiente, pero ya mostró algo que Milei no debería ignorar: cuando los gobernadores se unen, son capaces de crear una fuerza que trasciende fronteras, partidos y coyunturas. Y en ese movimiento federal late, quizás, el próximo mapa del poder argentino.

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