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Schiaretti perdió pero no perdió

POLÍTICA 13/09/2021 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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La prescindencia del gobernador Juan Schiaretti se tomó revancha de idéntica estrategia en 2019, cuando decidió mantenerse al margen de la disputa nacional y apostar por una boleta corta que trajo secuelas. Sin embargo, fiel a su estilo, el líder del cordobesismo apostó por la misma receta y esta vez no se equivocó: a Schiaretti le dio resultado el distanciamiento obligatorio con Alberto Fernández y Casa Rosada; hizo una gran elección y se convirtió en el único gobernador peronista que se enfrentó en su distrito a la Nación, y le ganó.

Porque si bien en Córdoba la lista encabezada por Alejandra Vigo y Natalia de la Sota, al Senado y Diputados, terminó segunda detrás del binomio conformado por Luis Juez y Rodrigo de Loredo, la disputa de este domingo contra el PJ nacional la ganó Schiaretti. Desde el arranque hasta el final, en unas Primarias que en Córdoba tenían la atención más puesta en Juntos por el Cambio que en la pelea peronista.

Tensión, la de los dos peronismos que, sin ser una Paso, militantes, dirigentes y candidatos la vivieron como tal. Y que terminó con la boleta de Vigo-De la Sota con el 24,45% de los votos, detrás de Juez-De Loredo (JxC, 27,44%), y por delante de Mario Negri-Gustavo Santos (JxC, 17,28%) y del Frente de Todos (FdT) de Carlos Caserio-Martín Gill (10,91%).

Este resultado le deja la expectativa al schiarettismo de recuperar en noviembre la banca del Senado que hoy ostenta Caserio y poder sumar entre dos y tres diputados, fundamentales para el nuevo mapa del Congreso desde diciembre. Incluso, en la noche de este domingo, algunos en el búnker del peronismo cordobés se ilusionaban con alcanzar los cuatro diputados en noviembre. Misión por demás complicada.

Apenas conocidos los primeros números, cerca de las 21 el propio Schiaretti lanzó el mensaje desde el búnker de Hacemos por Córdoba: "el resultado supera las expectativas que teníamos para esta elección", y agregó que "no agredimos a nadie ni queremos pelearnos con nadie. No queremos grieta en Córdoba, ni trincheras, sino puentes".

Lo último lo dijo en referencia a una campaña que incluyó la pelea por los intendentes, por las organizaciones sociales y por el territorio, con la aún infructuosa tarea del kirchnerismo de tratar de perforar el alambrado cordobesista. Misión que arrastra sin resultado alguno desde épocas del fallecido exgobernador José Manuel de la Sota.

Con lo cual, esta Primaria dejó en Córdoba varios datos sobresalientes. En primer lugar, la guerra de lapiceras entre Schiaretti y Alberto F. la ganó el cordobés. Que decidió encabezar por primera vez con dos mujeres: su esposa y la hija del exgobernador De la Sota, lo que dejó a las claras la importancia de ambas como candidatas más allá de su género.

Pero el acierto no estuvo sólo en el tope de la boleta. Hacía abajo, la apuesta por el equilibrio condicionó a las principales figuras del peronismo cordobés, dejó el mapa marcado con candidatos del sur, el este, el centro y el sudeste provincial, donde, en Villa María, puso como candidato a Eduardo Accastello para hacerlo jugar como antagonista de Martín Gill, el candidato a diputado del FdT.

Y dejando caliente, a fuego lento, una disputa que tendrá varios capítulos más en el departamento General San Martín.

Los otros dos aciertos de la campaña de Hacemos por Córdoba estuvieron en poner a Schiaretti en ‘modo candidato' y en destacar la previsibilidad del gobernador. Dos condimentos clave para un armado que, hasta hace casi tres meses, tenía pocas definiciones. Funcionarios que cuando eran sondeados para integrar alguna lista miraban para otro lado y el temor a las secuelas de un enfrentamiento con Casa Rosada.

Y desde allí, precisamente, en el despacho del ministro del Interior, Eduardo ‘Wado' de Pedro, vieron venir esto. Pero no ahora, en junio cuando intentaron el último acercamiento y la propuesta no prendió: Schiaretti tenía listo un nuevo capítulo de prescindencia, aunque ahora con otro resultado y en busca de muscular más allá de los límites de Córdoba.

Por su parte, lo del FdT fue pobre. El armado de una boleta con fórceps, con candidaturas que generaban incomodidad entre los propios integrantes de la lista y con una división de los duros -Caserio y Olga Riutort- frente a aquellos que preferían moderar sus críticas a la Provincia como el caso de Gill, desnudaron la falta de homogeneidad en el discurso.

Carencia que se lució hasta el final con ausencias y festejos individualistas en la lista del FdT. En Córdoba no cayó bien que la cara por la derrota la pongan algunos mientras Gill buscó exhibir su triunfo en su pago chico, en Villa María y en algunas localidades de General San Martín.

Razones que argumentan los flacos diez puntos de Casa Rosada en Córdoba y pone en serio riesgo la definición de noviembre para el oficialismo. 

Fuente: LPO 

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