


Por RICARDO ZIMERMAN
Nada parece mover a Javier Milei. Ni la contundencia del voto en Buenos Aires ni el murmullo creciente en su propio entorno logran alterar su diagnóstico: para él, la economía no tuvo nada que ver en la estrepitosa caída electoral. Todo —insiste— es político. Según el Presidente, la derrota del domingo pasado es fruto de las operaciones de sus enemigos, de la maquinaria clientelar de los intendentes peronistas y de la nacionalización de la campaña. Es una mirada que desafía a los gobernadores aliados, a los analistas económicos y a parte de su propio gabinete.
Uno de sus colaboradores más cercanos lo resumió crudamente: “Javier cree que si la macro está ordenada, la micro se ordena sola. Por eso habló a los mercados el domingo, no a los votantes”. Esa confianza casi religiosa en la estabilidad fiscal ignora señales que para cualquier estratega político serían alarmantes: caída de la actividad, turbulencias cambiarias, salarios en picada, endeudamiento doméstico y morosidad en aumento. Ningún gobierno gana elecciones con bolsillos vacíos. Pero Milei, obstinado, se aferra a la épica de su narrativa: resistir a los aparatos y al “viejo régimen”.
La Libertad Avanza ha perdido ocho de diez elecciones provinciales este año. Y, sin embargo, en la Casa Rosada el remedio propuesto es apenas cosmético: retoques discursivos, gestos de apertura política y una mesa de diálogo tardía. A los gobernadores amigos —Frigerio, Cornejo, Zdero— los recibió Lisandro Catalán con cordialidad, pero sin promesas de fondos ni obra pública. Luis “Toto” Caputo, el mismo que sostiene el mástil del superávit, admitió que hay que “reconstruir alianzas”, pero ni una palabra sobre cómo aliviar las economías provinciales. Los jefes territoriales se fueron conformes solo porque, después de la catástrofe bonaerense, al menos alguien los escuchó.
La tozudez presidencial también se refleja en vetos estratégicos: financiamiento universitario, emergencia pediátrica y reparto de ATN. No importó que la señal llegara en la víspera del Día del Maestro o que las provincias reclamaran oxígeno fiscal. El mensaje fue claro: el rumbo no se negocia. Milei cree que retroceder sería fatal para su credibilidad ante los inversores y para la expectativa de los mercados, que aguardan al 26 de octubre antes de destrabar los 25.000 millones de dólares prometidos por el RIGI. Pero esa misma inflexibilidad preocupa a quienes temen que la rigidez lo deje sin margen frente a la realidad económica.
La evidencia es abrumadora. Según Trespuntozero, la desaprobación de la gestión trepó al 57%, y la percepción negativa de la economía al 58,9%. Emociones como enojo, miedo y tristeza dominan en seis de cada diez encuestados. Poliarquía detectó una caída de 14 puntos en el Índice de Confianza del Consumidor. La morosidad de las tarjetas de crédito se duplicó. Casi la mitad de los argentinos admite tener dificultades para llegar a fin de mes y un tercio se endeudó para cubrir gastos corrientes. Esos números son votos perdidos, aunque Milei prefiera ver conspiraciones políticas.
Dentro del oficialismo hay voces que discrepan. Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, deslizó que “tal vez la macro no llegó a la micro”. Fue una frase que sonó como herejía en un equipo donde cuestionar la ortodoxia fiscal es casi blasfemia. Y mientras Milei apuesta todo a la política, su entorno muestra grietas: Eduardo “Lule” Menem responsabilizó a Santiago Caputo por haber nacionalizado la campaña y elegido el eslogan “kirchnerismo nunca más”. Las paredes de la Rosada devuelven susurros de reproches cruzados.
Milei cree que bastará con reactivar la mística libertaria, ordenar la tropa y esperar que el electorado ausente regrese a las urnas. Es una apuesta audaz, casi temeraria. Porque en las democracias reales, las emociones políticas pesan, pero los bolsillos vacíos pesan más. Si el Presidente ignora esa máxima, corre el riesgo de que el 26 de octubre no solo sea una elección legislativa adversa, sino el principio de un mandato cercado. La economía es siempre política. Negarlo es un lujo que ningún gobierno puede darse. Milei ha decidido darse ese lujo. Falta ver si los ciudadanos se lo conceden.




El FMI respalda a Argentina mientras los mercados esperan la consolidación del programa económico

Volatilidad económica y dudas inflacionarias: los analistas evalúan septiembre

Milei evalúa frenar aumentos a partidas de discapacidad: tensiones políticas y fiscales
:quality(85):max_bytes(102400)/https://assets.iprofesional.com/assets/jpg/2025/02/591401.jpg)
Volatilidad cambiaria y electoral redefine el mapa de inversiones en septiembre

Tras la derrota en Buenos Aires, Milei relanza la mesa federal para recomponer vínculos con gobernadores
:quality(85):max_bytes(102400)/https://assets.iprofesional.com/assets/jpg/2025/09/602530.jpg)
Milei ajusta la estrategia política y económica tras la derrota electoral en Buenos Aires

Valdés alerta sobre la falta de diálogo con Nación y reclama obras incumplidas


Passerino: Milei en lugar de combatir a la casta, elige castigar a los más vulnerables
