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Milei, sin plata ni tiempo

OPINIÓN Mónica Gutiérrez*
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“Quisiera saber cuál es el verdadero Milei”, dice un poderoso empresario en orden a imaginar el tiempo que se viene. Preguntado acerca de cuántos Milei dice o cree conocer, coteja el que frecuentó meses atrás en la intimidad de una reunión personal con el mediático economista libertario que, destemplado, sobresalta los registros del minuto a minuto a fuerza de vehemencia y descontrol.

Este domingo asume la Presidencia de la Nación. Pese a la recurrente exposición mediática que lo trajo hasta aquí, su figura llega rodeada de un halo de insondable misterio.

¿Cuál es el verdadero Milei, el desencajado, el irascible, el que sale de caja si se siente contradecido o descalificado? ¿El que se excita empoderado frente a las multitudes que lo aclaman? ¿O es el que se deja ganar por el pragmatismo y la moderación frente al peso contundente de la realidad?

Apichonado frente al implacable destrato al que lo sometió Sergio Massa en el debate del balotaje, y cuando muchos creyeron ver debilidad en su indefensión, otros tantos empatizaron con el candidato hostigado por la prepotencia del ministro de Economía.

El esfuerzo por moderar sus reacciones, por controlar sus impulsos más primarios frente a la impronta avasallante de su contendiente le jugó a favor. Su debilidad mutó en fortaleza.

Massa pretendió aplastarlo y un tsunami de votos lo rescató para llevarlo a gobernar.

Una ola profunda produjo el cimbronazo. Las broncas, los miedos, el hartazgo, la desesperación hicieron el resto. La derrota del gobierno fue catastrófica. Enredada en sus propios asuntos, la oposición cambiemita se autodrestruyó perdiendo toda posibilidad de liderar el cambio.

Quién y cómo es el verdadero Milei sigue siendo para muchos un interrogante. Quienes no soportan la incertidumbre encuentran una respuesta en cualquier indicio o detalle que confirme su sesgo cognitivo. Es lo que ellos esperan que sea. El que instaló el tema de sacar de escena a la casta, el que propone la libertad de mercado para solucionarlo todo, el que se les presenta como incorruptible. El Milei que se llevará definitivamente puesto al kirchnerismo y terminará con la inflación.

Es la avalancha de votos lo que respalda frente al apriete que se viene. Al menos esa es la convicción en la que se amparan los funcionarios que ejecutarán el ajustazo.

La decisión de hablar afuera del Congreso, de cara a la multitud, da cuenta de eso.

El nuevo presidente va a necesitar de acuerdos parlamentarios, de toma y daca en las bancas de la política, pero también de mucha paciencia y acompañamiento en las calles. En lo inmediato sólo habrá sudor y lágrimas. Un inmenso esfuerzo para atravesar la tempestad. Lo que no está claro es si todos los que lo votaron comprenden la dimensión colosal del esfuerzo que se viene.

Este domingo comenzaremos a conocer al verdadero Milei. Hacerse cargo de sus promesas de campaña supone la aplicación de un paquetazo de medidas fiscales de aplicación inmediata y una devaluación de profundidad aún desconocida. La meta de alcanzar el déficit cero demanda avanzar con el plan de la motosierra sin miramientos. Duela a quién duela.

Los días vertiginosos de la transición mostraron a los hombres del Milei aplicados a conformar un equipo de gobierno de unidad nacional.

Fastidiado por no poder imponer a Cristian Ritondo en la presidencia de la Cámara de Diputados y por el ingreso de Patricia Bullrich y los suyos a la estructura mileísta sin su intervención Mauricio Macri se bajó, desenchufó.

El ex presidente see retiró de escena y ahora dice se abocará a recuperar el PRO. Su partido quedó maltrecho. No solo se dejó arrebatar la bandera del cambio sino que extravió propósito e identidad en las batallas del ego. Todo fue a pura pérdida.

La apuesta de Milei parece clara. Sumó a su equipo a gente de todos los espacios pero los acuerdos y acercamientos que terminaron plasmando se hicieron a título personal. Nada de doble comando o poder en las sombras. Esa parece ser la línea.

Patricia Bullrich juega fuerte en la nueva estructura gubernamental. Se instala con los suyos en la administración de los libertarios para hacerse cargo de dos áreas en extremo sensibles: seguridad y defensa. Su tarea será el control del espacio público. Estará en el lugar más difícil en el momento más caliente.

Desde otro gobierno, el de Jorge Macri en CABA, Waldo Wollf también está llamado a jugarse el todo por el todo. El ministro de Seguridad de la Ciudad Autónoma quedó de frente a un precipicio.

Una primera lectura lleva a pensar que los “halcones” del PRO quedan a cargo del tremendo desafío de despejar la calle en caso de piquetes, protestas y disturbios. Neutralizar el conflicto social. Una misión difícil y muy odiosa.

Lo de Luis Petri tampoco es sencillo. La cartera de Defensa será clave si escala el conflicto mapuche en el sur. Puede que también las FF.AA. esten llamadas a prestar apoyo logístico en los lugares tomados por el narcotráfico.

Mauricio Macri mirará el desempeño del bullrichismo que supo prohijar desde el lejano Sur pero no podrá evitar quedar involucrado en los resultados. El “Pacto de Acassuso” se selló en su casa y la celebración lo contó entre los más fervorosos mileístas. Imposible olvidar que él llamó a votar a Milei. También tomó distancia de la designación de Luis “Toto” Caputo pero es inevitable que el nombre y gestión del futuro ministro de Economía lo involucre.

Javier Milei dice autopercibirse peronista, más precisamente menemista. El apellido Menem pica en punta con la llegada de Martín Menem a la presidencia de la Cámara de Diputados. No sorprende el avance del peronismo no kirchnerista en los casilleros del nuevo poder, considerando la extracción política del designado ministro del Interior.

El nuevo Menem enfrenta un tremendo desafío que este jueves ya lo puso a prueba. La jugada de los diputados radicales quienes junto a los legisladores de la Coalición Cívica y del flamante bloque Cambio Federal salieron a conformar un grupo para ganar peso desplazando a los del PRO a un segundo lugar.

Una movida destinada a ganar peso en las comisiones que serán clave de frente al debate del nuevo paquete de leyes que deja a la intemperie las irreconciliables diferencias que separan a los que supieron estar Juntos por el cambio.

Javier Milei asume la jefatura del Estado sin tener ocupado el segundo lugar de la línea sucesoria presidencial. El kirchnerismo logró bloquear la elección de Francisco Paoltroni como presidente provisional del Senado. El tema quedó para una próxima sesión. Con apenas 7 senadores propios, La Libertad Avanza. Esto recién empieza.

Un hombre de Schiaretti llega al ANSES tras el desplazamiento de Carolina Píparo luego de que Sandra Pettovello, otra fémina de profunda llegada a la emocionalidad de Milei, le bajara el pulgar. Osvaldo Giordano, fue ministro de Finanzas del mandatario cordobés Giordano fue el primero pero no el único. En todos los casos, allegados a Schiaretti dejaron trascender que se trata de “decisiones personales”.

Lo de Scioli es un tema aparte. A la natural condición de incombustible del ahora embajador argentino en Brasil se suma su proximidad con Guillermo Franco, quien presidió el Banco de la Provincia en los tiempos del Gobernador. Todo tiene que ver con todo.

Consecuente con sus ideas y lealtades Vilma Ibarra desistió de continuar en la secretaría de Legal y Técnica. Ella también trabajó para la Corporación América y supo convivir con los ahora armadores de Milei. Le sobra paño para la tarea pero, en un gesto de infrecuente dignidad la dejó pasar .

Tampoco se privó el Presidente electo de picotear en la cantera del Frente Renovador. El hombre dedicado a medir la inflación en los tiempos de Alberto también salvó la piel. Marco Lavagna queda al frente de las estadísticas oficiales. Si bien se supo subordinar y ejecutó algunas de las últimas estratagemas de campaña del ministro candidato, fue un técnico eficiente y sigue en su puesto. Puede que ahora disponga de plena libertad para ejercer su oficio sin presiones.

Flavia Royón pasaría a hacerse cargo de la minería pero quedaría bajo la órbita del ministerio de Economía y hasta dónde se sabe, Guillermo Michel seguirá, al menos “por ahora” al frente de la Aduana.

De los funcionarios masistas que se quedan Michel es el que despierta mayores suspicacias. Fue un eficaz ejecutor de las políticas dictadas por el ministro candidato. Cubrió un amplio espectro de actividades. No solo administró el otorgamiento de las SIRA (Sistema de Importaciones de la República Argentina) sino que se ocupó de negociar con las empresas el control de precios de los productos básicos tras el desplazamiento de Matías Tombolini. Sergio Massa habría sumado sus buenos oficios para incentivar su permanencia en un sitio tan estratégico.

Milei no vaciló en correr a los suyos del centro de la escena en orden a un armado que le permita afianzar gobernabilidad y concentración en el ejercicio del poder. Es probable que estos cortes sin anestesia den pistas para comprender su identidad.

Mucho se habló en estos días de las razones que desalojaron a Victoria Villarruel de las áreas que codiciaba la vice, ahora bajo el control de Patricia Bullrich y los suyos. Los encuentros reservados que con miembros del círculo rojo y la política habría mantenido la vice fuera del registro del libertario habría activado el recelo y la desconfianza. Un vínculo que termina dañado antes de asumir.

Tampoco Ramiro Marra brillará en la primera plana. Poco trascendió de las razones que lo distanciaron de a su líder. Se habla de un fuerte contrapunto con “El jefe”. Y ya se sabe que Karina es Milei.

Este domingo comenzaremos a conocer a Javier Milei o a los varios Milei que habitan en la figura del elegido presidente de la Nación. Habrá que estar atentos a los gestos y señales que se emitan el día de la asunción.

El león libertario llamó a los suyos a acompañarlo en la Plaza de los dos Congresos. Quiere que un banderazo lo arrope, a él y solo a él, cuando baje su discurso inicial. De espaldas a la casta, de frente a la gente.

El presidente libertario cree que su respaldo son los votos. Confía en que ese 56% que cosechó en la segunda vuelta es su reaseguro, el capital político que le permitirá aplicar las durísimas medidas con las que amaneceremos el mismísimo lunes.

Milei pretende sellar ese pacto con la multitud. Cree que eso obligará a la clase política, lo que él llama “la casta” a acompañarlo en la implementación de las leyes que demanda el cambio.

El piso sobre el cual deberá ejecutar el ajuste es dramático. Con la inflación galopando al 200% anual, el 43% de los argentinos bajo la línea de pobreza, cerca de un 10% en la indigencia, reservas negativas del orden de USD 11.000 millones y una brecha cambiaria del orden del 160% no hay margen alguno para el error.

El nuevo gobierno tiene que desactivar una bomba. Sin dólares genuinos a la vista en lo inmediato. Con una deuda comercial a los importadores del orden de los USD 30.000 millones y la economía virtualmente paralizada por la falta de insumos, los vaticinios en extremo duros del libertario se corresponden con la realidad pura y dura.

Milei convocará a sus seguidores a resistir, a prepararse para meses muy duros, a sobrellevar el esfuerzo en orden a construir un país real, con su economía sincerada.

El mensaje tan crudo como real. “No hay plata”. Los más esperanzados sostienen que hay que llegar a mayo, que promediando el otoño comenzarán a entrar los dólares del campo y que si el rigor del cambio climático, ese del que reniega Milei, no nos juegan una mala pasada el alivió entrará por ahí.

“Si llegaron hasta aquí, tienen que bancar seis meses”, les dijo Diana Mondino a los empresarios. Para los caídos (dixit Milei) estará abierta la billetera, dijo el presidente electo.

Serán los sectores medios y medios bajos los más golpeados por la exigencia. Es justamente sobre el segmento sobre el que más duramente se hará sentir el ajuste. El de los trabajadores informales, el de los emprendedores y monotributistas, el de los que revistan como los asalariados registrados pero que, aún así, son pobres. Los que no tienen resto para absorber el sinceramiento de la economía.

Sobre todos caerá el peso de la baja de los subsidios, el ajuste de las tarifas de los servicios públicos, la liberación del precio de los combustibles, los colegios y la medicina prepaga.

Lo que más preocupante es el precio de los alimentos. Al reacomodamiento de la última semana se sumará el ajuste de la devaluación. Todavía nadie sabe de cuanto será. Ni siquiera si será por un solo corte o en dos tramos. Todo está por verse.

El paquete de medidas se conocerá a partir del lunes. Muchas serán de aplicación inmediata. No requerirán de debate parlamentario. Otras pasarán al Congreso. Milei ya llamó extraordinarias. Si las cosas se complican se echará mano a los DNU.

A las presión de las organizaciones sociales que organizan el reclamo a fuerza de piquetes, se le sumará la amenaza cegetista y el reclamo desesperado de los gobernadores a los que la generosa campaña massista privó de los recursos coparticipables para no hablar de los lugartenientes de la casta que se atrincheran reclamando el cumplimiento de jugosos contratos e indemnizaciones.

Desactivar el campo minado que deja el kirchnerismo en retirada es puro riesgo. Entre la eficacia implacable de la motosierra y la precisión del bisturí corre el destino y la vida de todos y cada uno de nosotros. No hay más plata. Tampoco tiempo.

 

 

* Para www.infobae.com

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