
Casa propia: el Estado destruye la economía y obliga a la gente a rogarle por el acceso a una vivienda
OPINIÓN José ZIMERMAN



En Argentina, tierra y recursos no faltan, lo que sobra es impunidad. A lo largo de los últimos años, los sucesivos gobiernos se han encargado de destruir la iniciativa privada y que la única vía de acceso a la vivienda abierta para la gran mayoría de argentinos no sea otra que la de un programa estatal.
Las políticas de exacerbado gasto público, que permite a quienes no conocen otro trabajo más que el de un puesto público seguir aferrados a un holgado sueldo y pocas responsabilidades laborales, el pago de ese gasto a través de deuda, una pesada carga para quienes pagan sus impuestos y sobre todo la desenfrenada manía por imprimir dinero para hacer frente a los gastos públicos, con las destructivas tasas de inflación que esto genera, garantiza por otro lado al gobierno el secuestro de gran parte de la población a la que hacen dependiente de sus ayudas para llevar una vida digna.
En los países desarrollados del mundo, y sobre todo en aquellos con ventajas geográficas y naturales como Argentina, las alternativas son enormes. El acceso a un crédito hipotecario a 10, 20 o 30 años, es sencillo y se garantiza con el propio inmueble. A su vez en la inmensa mayoría de esos países se cuenta simultáneamente con programas de vivienda pública.
Aquí el avance sobre la población es cada vez mayor, ya no alcanza con dos sueldos medios con los que a duras penas se llega a fin de mes, debemos rebajarnos y rogar a quienes nos gobiernan, esperar contar con la suerte de ingresar, por sorteo, a un programa de vivienda social como PROCREAR, finalizar una extensa lista de trámites burocráticos y comenzar a construir a la mayor velocidad posible antes que el dinero al que se accede sea devorado por la galopante inflación.
A su vez, aventurarse a solicitar un crédito de semejante dimensión en un banco es prácticamente un suicidio económico. Como toda empresa privada, los bancos buscan obtener una ganancia de su actividad, es por ello que estas líneas de financiación cuentan con un elevado interés o están ligados, directa o indirectamente, a la inflación o el dolar. La elevada suba de precios sumada a la pérdida del poder adquisitivo de los salarios terminan convirtiendo a estos préstamos en un ancla en el cuello de los deudores, que terminan perdiendo su salud, en un primer momento, y sus casas, al final.
Las próximas elecciones son decisivas y los argentinos elegiremos hacía donde queremos dirigirnos, hacía un modelo de iniciativa mayoritariamente privada en el que se pueda contar con distintas opciones o a uno en el que dependamos casi pura y exclusivamente del beneplácito del gobernante de turno para vivir dignamente.
Está en nuestros votos. Está en nuestras manos. Debemos exigir reducción sustancial del gasto público (esto es un corte a los "ñoquis"), responsabilidad fiscal y que se deje trabajar a quien quiere trabajar.


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