El Gobierno busca bajar la fiebre financiera pero el mercado pide más velocidad

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • El Tesoro solo renovó el 57% de la deuda en pesos y deberá volcar $4,5 billones al mercado.
  • Las tasas bajaron al rango del 37%-44%, aunque siguen altas frente a la inflación esperada.
  • El Banco Central flexibilizó encajes, pero el cambio fue menor al anticipado.
  • El mercado pide mayor velocidad para normalizar tasas y liquidez.
  • Los depósitos del Tesoro en el BCRA cayeron al mínimo desde abril.
  • Analistas ven una tendencia correcta, pero advierten: sin decisiones más firmes, la calma será temporal.

El resultado de la última licitación de deuda en pesos y la reciente flexibilización de encajes bancarios por parte del Banco Central reflejan una tendencia a la baja de tasas y menor volatilidad financiera. Sin embargo, en el mercado persiste la advertencia de que el proceso es más lento de lo esperado y que los rendimientos, aun con la corrección, siguen elevados. La gestión económica intenta así equilibrar el drenaje de pesos, la estabilidad cambiaria y la necesidad de financiarse en un contexto de actividad económica debilitada.

El Tesoro logró renovar apenas el 57,18% de los vencimientos de esta semana, un dato que obliga a volcar al mercado unos $4,5 billones. La baja tasa de renovación se explica, en parte, por la escasa liquidez de los bancos y fondos comunes de inversión, lo que llevó al equipo económico a buscar mayor inyección de pesos y a reducir los costos financieros. La licitación, además, dejó un mensaje: la demanda por títulos ajustados al tipo de cambio oficial desapareció. Todo lo adjudicado correspondió a instrumentos a tasa fija, con rendimientos efectivos anuales que se movieron entre 37% y 44%, por debajo del 50% que se había convalidado un mes atrás.

En el mercado leen el dato como una señal de relajamiento, aunque aún insuficiente. Thiago Marino, de Estrategias de Inversión, destacó que las tasas “lograron comprimirse frente a la licitación pasada”, mientras que Pablo Repetto, de Aurum Valores, celebró la inyección de pesos: “La volatilidad de las tasas en pesos es hoy más preocupante que el dólar”. Pese al alivio, la desconfianza sigue latente. Gabriel Caamaño, de Outlier, señaló que la suba anterior de los rendimientos respondió más a “incertidumbre política que a falta de liquidez” y que, si bien las tasas bajan, “siguen demasiado altas respecto de la inflación esperada”.

Esa inflación proyectada ronda el 25% anual, muy por debajo del 80% nominal que aún pagan los préstamos personales o los adelantos a empresas. En tanto, las tasas de corto plazo, como la caución bursátil, cayeron por debajo del 30%, lo que confirma una tendencia de normalización, aunque todavía lejos del nivel que el Gobierno necesita para estimular el crédito y la inversión.

En paralelo, el Banco Central decidió flexibilizar el régimen de encajes bancarios, una medida esperada por el sistema financiero. Desde el 1° de noviembre, el efectivo mínimo pasará a calcularse de forma mensual (antes era diario) y el cumplimiento mínimo diario se reduce del 100% al 95%. En los hechos, la modificación apunta a otorgar más flexibilidad a los bancos para administrar su liquidez, pero los analistas la consideran insuficiente. “El título de la medida es más grande que el cambio efectivo”, ironizó Caamaño. Para Juan Manuel Palacio, licenciado en Finanzas, “volver al promedio mensual es correcto, pero falta bajar el porcentaje total a encajar, que sigue siendo excesivo”.

El alivio, por tanto, parece parcial. Federico Machado, del Observatorio OPEN, explicó que al no bajar los encajes “el Gobierno se ve forzado a pagar tasas más altas y enfrenta un bajo roll-over”. Si bien el BCRA logró reducir algo de volatilidad, la falta de liquidez estructural limita la capacidad de bajar más los rendimientos sin generar tensiones cambiarias o monetarias.

A todo esto se suma un dato clave: los depósitos del Tesoro en el Banco Central están en su nivel más bajo desde abril. Esa caída acota el margen del ministro de Economía, Luis Caputo, para inyectar pesos desde los recursos fiscales, lo que podría presionar hacia una mayor emisión monetaria. No obstante, los analistas no prevén riesgos inmediatos, ya que la demanda de dinero suele aumentar hacia fin de año. “El momento más propicio para tomar decisiones difíciles es este, tras el triunfo electoral. Cuanto más se demore, más costará”, remarcó Caamaño.

El panorama general muestra, entonces, una dirección económica clara pero de paso lento. La política monetaria empieza a relajarse, el financiamiento en pesos se abarata y el Gobierno busca evitar sobresaltos en el dólar. Pero la velocidad del ajuste —y la credibilidad del rumbo— serán determinantes para saber si la baja de tasas se convierte en un nuevo ciclo de estabilidad o en un respiro pasajero dentro de un esquema todavía frágil.

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