


- El dólar mantiene una tendencia alcista desde julio y genera fuerte tensión en los mercados.
- La incertidumbre se agrava por la falta de reservas, las denuncias de corrupción y el clima electoral.
- Los inversores buscan cobertura y reducen posiciones de riesgo ante un esquema que consideran insostenible.
- El mercado espera anuncios concretos de ayuda estadounidense o una victoria oficialista en las legislativas.
- Consultoras prevén una salida del esquema de bandas o mayores controles cambiarios después de las elecciones.
- El 26 de octubre se perfila como un plebiscito económico y político para el Gobierno de Javier Milei.
A menos de tres semanas de las elecciones legislativas, los mercados argentinos operan con un nivel de nerviosismo pocas veces visto. El dólar, que desde comienzos de julio mantiene una tendencia ascendente, volvió a convertirse en el termómetro de la incertidumbre económica y política. En ese escenario, los fundamentos macroeconómicos —inflación, reservas o deuda— han pasado a un segundo plano. Hoy, lo que domina la escena es la cuenta regresiva hacia el 26 de octubre y la capacidad del Tesoro para sostener el tipo de cambio sin agotar las reservas.
La volatilidad es el rasgo dominante de cada jornada. Cualquier señal, incluso un tuit del asesor norteamericano Scott Bessent, basta para alterar el humor financiero y provocar movimientos abruptos en bonos y acciones. El equipo económico, encabezado por el ministro Luis Caputo, multiplica las intervenciones en el Mercado Abierto Electrónico (MAE) y busca contener la demanda de cobertura cambiaria. Pero la percepción de fragilidad crece, alimentada por tres factores simultáneos: la caída de las reservas netas, las sospechas de corrupción sobre figuras clave del oficialismo y la falta de resultados concretos del programa de retenciones cero.
La combinación de estos elementos desató una ola de cautela. Los inversores reducen posiciones de riesgo y optan por dolarizarse. “El esquema actual no luce sostenible”, admiten en la mayoría de los informes privados. La lectura común es que el mercado se mueve por expectativas políticas: cada día que pasa sin anuncios claros sobre la asistencia financiera de Estados Unidos o sin señales electorales favorables al Gobierno, se traduce en presión sobre el tipo de cambio.
Los dos factores que pueden calmar las aguas
En este contexto, los analistas identifican dos posibles anclas para frenar la tensión: una confirmación formal de ayuda económica por parte de Washington, que garantice el ingreso de divisas frescas, y una victoria del oficialismo en las elecciones legislativas, que refuerce la estabilidad política y la credibilidad del rumbo económico.
Ambos escenarios —coinciden los consultores— implicarían un cambio de enfoque. Por un lado, una salida ordenada del actual esquema de bandas cambiarias, con una corrección del tipo de cambio hacia niveles más realistas. Por otro, un giro político hacia el pragmatismo, con apertura al diálogo con la oposición para avanzar en reformas estructurales. En otras palabras, el mercado espera un punto de inflexión, una redefinición del programa económico que devuelva previsibilidad.
El último informe de la consultora LCG resume esa expectativa: “Recién con señales claras sobre la ayuda externa y la gobernabilidad se podrá administrar la cuestión cambiaria. Sin ellas, el mercado será incontrolable”. En la misma línea, Econviews sostiene que el Gobierno enfrenta dos caminos: abandonar las bandas o imponer más restricciones. “Difícil imaginar que Estados Unidos o el FMI financien la quema de reservas. Es más probable que aparezcan nuevas trabas al acceso al dólar minorista o a los pagos de importaciones”, advirtió.
El dilema de Caputo
La posición del ministro de Economía es cada vez más delicada. Según el Grupo IEB, la raíz del problema no está tanto en la oferta de divisas como en la caída de la demanda de dinero. La incertidumbre política, la contracción de la actividad y la suba del dólar erosionan la confianza en el peso, generando una espiral que alimenta la inflación y complica la acumulación de reservas. Cada intervención del Tesoro para sostener el tipo de cambio, señalan, termina agravando la presión sobre la moneda.
Desde Adcap Grupo Financiero, la visión es similar: el tipo de cambio real actual sería sostenible “solo si se asegura nuevo financiamiento”. Pero un revés electoral o un nuevo salto en la cotización del dólar podrían “minar la confianza y reactivar el ciclo vicioso” entre reservas, inflación y expectativas. En otras palabras, el tiempo político se acorta y el margen económico también.
Cuenta regresiva hacia el 26 de octubre
En este contexto, el mercado interpreta el 26 de octubre no solo como una elección legislativa, sino como un verdadero plebiscito sobre la gestión de Javier Milei. Las próximas semanas se presentan decisivas: sin definiciones concretas sobre la asistencia financiera o un cambio de rumbo, el “Plan llegar” podría agotarse antes de tiempo. La calma, si llega, dependerá tanto de la política como de los dólares que logre conseguir el Gobierno.





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