El dólar contenido, pero el mercado en alerta: el BCRA intensifica su apuesta en futuros para frenar la presión cambiaria

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • El BCRA intensificó su intervención en el mercado de futuros para controlar el dólar sin devaluar, especialmente en contratos a diciembre.
  • El interés abierto alcanzó niveles récord (u$s 6.800 millones), con una participación estimada del BCRA superior a u$s 4.000 millones.
  • La política de tasas mostró volatilidad, buscando evitar un freno a la actividad sin desalentar el carry trade.
  • La menor liquidación del agro redujo la oferta de dólares, elevando la presión cambiaria.
  • El FMI observa con preocupación estas intervenciones, contrarias a lo pactado.
  • El Gobierno enfrenta un equilibrio frágil entre inflación, reservas y tipo de cambio, con vencimientos clave a fin de julio.

En medio de una inflación que comienza a ceder, el Gobierno refuerza su estrategia para mantener al dólar bajo control. El Banco Central (BCRA) intensificó su presencia en el mercado de futuros, consolidando una maniobra que, si bien logró estabilizar la cotización en el corto plazo, genera preocupación entre analistas y tensiones con organismos internacionales.

A través de intervenciones crecientes en contratos de dólar futuro —especialmente aquellos con vencimiento en diciembre— y un manejo quirúrgico de las tasas de interés, la autoridad monetaria busca anclar expectativas sin recurrir a una devaluación del tipo de cambio oficial. El objetivo: sostener el peso como moneda atractiva en un contexto de menor liquidación del agro y creciente fragilidad en las reservas.

Futuros bajo presión: el nuevo termómetro del dólar

El interés abierto en el mercado de futuros trepó a u$s 6.800 millones, el nivel más alto desde julio de 2022. Según estimaciones privadas, el BCRA podría estar detrás de más de u$s 4.000 millones de ese total. El efecto fue inmediato: los contratos a diciembre bajaron de $1.373 a $1.240, aplanando la curva y reduciendo la presión sobre el dólar oficial.

Para los operadores, esta movida busca frenar las apuestas devaluatorias, aunque a costa de asumir un riesgo creciente. “La señal fue clara, pero la sostenibilidad es cada vez más cuestionada”, advirtieron desde GMA Capital.

Tasas, liquidez y un delicado equilibrio

En paralelo, la política de tasas mostró vaivenes. La retirada del BCRA del mercado secundario empujó momentáneamente el rendimiento de las cauciones al 65,6% anual, para luego retroceder a 31,6%. Las LECAPs también ajustaron sus rendimientos. El Gobierno intenta así evitar un encarecimiento del crédito que enfríe la actividad, pero sin desincentivar el carry trade que sostiene la demanda de pesos.

El equilibrio es frágil: tasas demasiado altas sofocan la economía; tasas demasiado bajas alimentan la demanda de dólares, especialmente si el tipo de cambio oficial permanece contenido de forma artificial.

Menos dólares, más presión

La menor liquidación de divisas por parte del agro —que pasó de un promedio diario de u$s 190 millones a apenas u$s 96 millones tras la suba de retenciones— complica la estrategia oficial. Con una oferta debilitada y un BCRA que evita vender reservas, la intervención en futuros gana protagonismo, pero también eleva los riesgos.

El FMI toma nota

El uso intensivo de instrumentos derivados para contener el dólar tensiona el vínculo con el FMI. El último staff report del Fondo desalentaba expresamente estas intervenciones. Si el mercado percibe que el BCRA está sobreexpuesto, podrían reactivarse las expectativas de devaluación, forzando una corrección que nadie quiere adelantar.

El segundo semestre, en la mira

El Gobierno enfrenta ahora un desafío de gran magnitud: sostener el ancla cambiaria con menos divisas, sin perder el control de la inflación ni de la confianza del mercado. El vencimiento de títulos por $11,8 billones en la última semana de julio será un test crucial. Si el Tesoro logra captar parte de esa liquidez, podrá extender la estrategia. De lo contrario, podría verse obligado a recalibrar.

Por ahora, la calma cambiaria persiste, pero el olor a pólvora no desaparece. El BCRA pisa el dólar con futuros, evita usar reservas y busca ganar tiempo. Pero la mochila es cada vez más pesada, y el margen de maniobra, cada vez más estrecho.

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