


- Milei conserva un 30% de apoyo propio y el resto de su caudal electoral fue “voto prestado”, lo que lo obliga a moderar el tono y cuidar a ese electorado.
- Gobernadores y figuras como Urtubey exploran un espacio político alternativo, mientras crece el desencanto con los extremos.
- La economía muestra señales de desconfianza: 39% de los acreedores no renovó deuda, las tasas altas frenan el crédito y la actividad.
- Tras octubre, Milei deberá avanzar con reformas pactadas con el FMI: previsional, laboral, privatizaciones y revalúo inmobiliario.
- El Presidente enfrenta inflación bajo control y oposición fragmentada, pero también caída salarial, pérdida de empleo y exportaciones en baja.
- Las legislativas de medio término funcionarán como termómetro político y podrían redefinir su capital electoral.
Lo ocurrido la semana pasada en el Congreso dejó al presidente Javier Milei frente a una verdad que no parece disfrutar: su capital electoral genuino ronda el 30%. El 26% restante que le permitió ganar el balotaje fue un préstamo a plazo fijo, una confianza condicionada que, como todo crédito, puede vencerse. No es casual que, en su último discurso, el mandatario haya evitado sus habituales exabruptos: a ese electorado prestamista no le gustan las blasfemias, pero tampoco la soberbia.
El clima político se enrarece a medida que se acerca octubre. Desde varios despachos provinciales, un grupo de gobernadores comienza a tantear un camino propio, alejado tanto del oficialismo libertario como del kirchnerismo. Y en paralelo, figuras como Juan Manuel Urtubey buscan armar un “Frente Amplio” que capture el desencanto del centro político. La sociedad, a juzgar por encuestas y conversaciones de sobremesa, percibe que desde los extremos no hay respuestas: Milei no le ofrece presente y el kirchnerismo no le garantiza futuro.
La economía también manda señales. Esta semana, un 39% de los acreedores —principalmente bancos— rechazó renovar deuda en pesos y prefirió retirar fondos. El 61% restante aceptó la refinanciación, pero el dato de la desconfianza no es menor. Ejemplos concretos abundan: una mutual del interior, con un movimiento mensual de 15 millones de dólares, avisó a sus clientes que para retirar más de un millón de pesos deberán avisar con 24 horas de anticipación. Las tasas del 82% anual exprimen la plaza de pesos, paralizan el crédito y enfrían la actividad.
El Presidente sabe que después de octubre deberá acelerar las reformas comprometidas con el FMI: previsional antes de 2026, laboral y privatizaciones. También firmó bajar impuestos “distorsivos” provinciales y municipales, y revaluar activos inmobiliarios, lo que implica un aumento del impuesto inmobiliario rural. Un menú que no entusiasma a ningún gobernador y que, electoralmente, puede costar caro.
En su haber, Milei puede mostrar un control razonable de la inflación y una oposición fragmentada. En su debe, la caída salarial, la pérdida de poder adquisitivo y un empleo en retroceso. Según datos oficiales, en abril el empleo registrado cayó 0,2% en el Gran Buenos Aires, 0,8% en Córdoba y 0,6% en Jujuy. En Santa Fe, la industria acusa un 8% menos de consumo eléctrico, 3.000 empleos menos y exportaciones interanuales en picada (–22,6% en mayo).
En este contexto, la elección legislativa de medio término se perfila como un termómetro. No define la presidencia, pero puede enviar un mensaje fuerte. Y la política, en general, no parece preparada para recibirlo: salvo excepciones, las listas cierran más por conveniencia interna que por estrategia para reconectar con un electorado cada vez más hostil y reacio a votar.
En Santa Fe, el oficialismo provincial —Unidos— logró mantener su cohesión con la vicegobernadora Gisela Scaglia, presidenta del PRO, encabezando la lista, seguida por el socialista Pablo Farías. LLA podría dar la sorpresa si logra convencer a Federico Sturzenegger de encabezar su boleta, evitando así que Romina Diez renuncie a mitad de mandato para buscar otro período. En el peronismo, la historia es más caótica: Agustín Rossi reclama el liderazgo por volumen de votos, mientras Eduardo Toniolli propone un perfil menos resistido. Los acuerdos, como siempre, dependerán de fotos, promesas y alguna que otra concesión.
Octubre está cerca y la pregunta es qué mensaje querrá enviar el electorado. Para Milei, la respuesta puede ser decisiva. Si la mitad de su caudal fue prestada, el peligro no está solo en perder votos, sino en que se los retiren todos juntos. El espejo de estos días no miente: el capital político se renueva o se evapora.




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