A lo largo del interminable 2024 el gobernador Martín Llaryora parece haber entendido que las diferencias con el Gobierno nacional que encabeza Javier Milei no se dirimen en un estudio de televisión porteña. Todo lo contrario. Esa receta que aplicó en buena parte del primer trimestre y que le valió ser blanco de la munición libertaria en redes al punto que, rápidamente, lo obligó a reconfigurar el GPS, son parte del pasado. Tal vez en este momento, de un archivo a mano que espera el momento oportuno.
Por tal motivo, que haya elegido para el final del año una agenda legislativa para plantear diferencias y esperar el resultado favorable sin la necesidad de cantar los goles en el arco libertario no sorprende en absoluto al entorno inmediato del primer mandatario provincial.
Casi como si se tratara de una libreta de apuntes, olfateó el objetivo de Milei de estirar un período más sin Presupuesto y enfiló una agenda con los intendentes para asegurarse esa presión al arco opositor -sobre todo al radicalismo- y así lograr la aprobación a la primera lectura en el Presupuesto el miércoles pasado por un resultado contundente.
Antes, mandó a sus alfiles al territorio, les pidió un relevamiento de qué demandaban en el interior y activó un encuentro de la Mesa Provincia-Municipios para asegurarles a los intendentes fondos que desde Nación no van a llegar jamás. ¿Pragmático, astuto o maquiavélico? Elijan ustedes.
Ya con el OK al paquete económico en el bolso, miró desde la ventana del Congreso el acuerdo que dicen existió entre los libertarios y el kirchnerismo para no debatir Ficha Limpia y pidió una reactivación urgente de esa iniciativa en la Unicameral. Raro; hace más de dos años que la oposición machaca con esto en la Legislatura provincial y nunca hubo ni siquiera un somero intento por habilitar la discusión.
Segunda diferencia con Milei.
Y mientras se esperaba un armado de arbolito con tranquilidad, al igual que ocurrió en diciembre pasado -y en 2020, 2021 y 2022 como intendente- Llaryora sacude el mantel de la mesa navideña. La cartita a Papá Noel este año incluye la vacante en el TSJ y hacia allá se perfila Jéssica Valentini, la radical cuyo aval llaryorista tuvo como contrapeso un forzado acting peronista al rechazo.
Al igual que en las dos maniobras anteriores, con Presupuesto y Ficha Limpia, Llaryora sabe que a Milei se le complicó con sus candidatos a la Corte Suprema, sobre todo con el polémico juez Ariel Lijo que no resiste filtros ni archivos en el Senado. De manera tal que el heredero del cordobesismo puso su ficha en las dos columnas del paño del TSJ: cupo femenino y vacancia. Sabe que así volverá a ganar la casa; mientras, hunde el bisturí en el corazón de la oposición.
CON INFORMACION DE DIARIO ALFIL, SOBRE UNA NOTA DE SILVA GABRIEL.