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Precios: los dos lados del mostrador

Argentina puede elegir no equilibrar sus cuentas, pero lo que no puede hacer es que el bolsillo de los argentinos sea damnificado por causas como la “maldición de exportar”

ECONOMÍA 10/02/2021 Damián Di Pace
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Me gustaría invitarlos a un paseo de compras poniéndonos de los dos lados del mostrador. Hoy el programa de Precios Cuidados incluye 607 productos distintos y disponibles en AMBA; resto de la provincia de Buenos Aires; Centro Cuyo y Litoral; NEA y NOA y Patagonia. El programa ajustó 5,7% sus precios que estarán hasta abril de 2021 sin modificación en góndola. Si en enero la inflación mensual en Alimentos y Bebidas se proyecta en el 4,5%, lo más factible que usted y yo intentemos comprar más de esos productos que no suben de precios mientras que el resto de los bienes y servicios de la economía si lo hace. Es decir, intentaremos llenar las bolsas y changos con algunos de esos 607 productos. 

¿Qué sucede del otro lado del mostrador? Para entregar en góndola esos mismos productos en forma inalterable, la cadena de producción primaria, industria y comercio tiene que pagar en promedio 45% de impuestos de lo que vende en la góndola que nosotros compramos. Pero estamos en pandemia con caída de venta y pérdida de poder adquisitivo. Los impuestos son sagrados y el déficit primario parte del 8% del PBI. Los impuestos se mantendrán en forma inalterable. Por su parte, nadie quiere producir a un precio fijo sin cubrir los costos; por eso las empresas entregan menor cantidad para el programa e incrementan la producción con otro producto fuera del programa. Para eso invierte en otra línea de producción, diseño, bien de capital, aprobación legal, recurso humano y publicidad, entre otros. Incrementa sus costos totales de producción y rompe su anterior economía de escala. El nivel de producción total baja porque no hay incentivos. El Estado debe financiar su déficit y emite pesos que la economía no demanda, pero le sirve al Tesoro para cubrir su agujero fiscal. Solo en 2020 esa emisión fue de $2 billones.

En 2021 la propuesta es reducir el déficit al 4,5 % PBI sin contar con una segunda ola de contagios en pandemia que implique nueva ronda de asistencia. El déficit se financia con incremento de reservas, aumento de impuestos o emisión. Como tenemos que pagar deuda externa, las reservas no pueden cumplir ese fin, los impuestos ya aumentaron y podrían tener algún envión selectivo, pero en año de elecciones no parece la receta adecuada. Las fichas están puestas en rondas de emisión de pesos. El ministro Martín Guzmán presupone que el 60% de esa emisión lo absorberá el mercado de deuda pública y el 40% irá a la calle. Esto en el mejor de los escenarios proyectados. Eso aceleraría la inflación del lado del mostrador que compramos con menor incentivo a producción y entrega. Es decir, menor nivel de oferta. Más pesos y demanda sin oferta que lo compense.

Vuelvo del lado del mostrador donde nosotros pagamos y compramos. Independientemente del programa Precios Cuidados, con una lista con más de 600 productos hasta abril, y Precios Máximos con 2.300 productos con extensión hasta el 31 de marzo, cuando fuimos al almacén en 2020 los precios promedios de las categorías básicas de consumo masivo más que duplicaron al nivel general de precios de la inflación en el mismo período que fue del 36,1 por ciento.

El aceite aumentó en promedio 80,5%; carne, 78%; yerbas, 72,2%; conservas, 71,3%; enlatados de pescado, 62,4%; arroz 60%; huevos, 57,5%; azúcar, 55,3%; y te, 53,5 por ciento. Del lado del mostrador donde todos compramos hay más indigencia y pobreza. El desequilibrio monetario en la macroeconomía genera un desequilibrio micro en los bolsillos de millones de personas, pero en sus condiciones de vida. Luego se intentará compensar con planes sociales como forma de asistir lo que en forma sistemática no logramos que es equilibrar las grandes cuentas, reducir la inflación, bajar el gasto público, bajar impuestos, aumentar la inversión, la producción y el empleo. Del lado del mostrador de la producción y venta sin estos cambios los volúmenes de producción y venta caen año a año y eso implica un menor PBI y un menos para distribuir para todos. La torta se achica. Todos tenemos menos de todo.

Del lado del mostrador de los servicios públicos la necesidad de reducir el déficit fiscal debería llevar a una reducción de subsidios para luz, gas, agua, transporte público. De nuestro lado del mostrador del pago de servicios incrementaría nuestras boletas en el corto plazo. Del lado de la oferta no hacerlo el servicio no se acumula sino se invierte merman las condiciones para la calidad de su prestación y su costo es la interrupción del servicio en el mediano plazo. Ya lo vivimos. Si eso no sucede porque la empresa recibe subsidios estatales vía emisión monetaria lo pagamos con mayor nivel de precios en otra factura, como la del supermercado.

Argentina puede elegir no equilibrar sus cuentas, pero lo que no puede hacer es que en los dos lados del mostrador las cuentas del bolsillo de los argentinos, tanto del consumidor como del productor sean damnificadas justificando sus causas con la “maldición de exportar”, “los formadores de precios”, la “concentración económica” y la “maldad en la cadena de abastecimiento”, entre otros. En América Latina solo Argentina y Venezuela tiene inflación de más de un dígito. Toda la inflación acumulada de los países de América Latina en 2020 equivale al 36,1% que tuvo Argentina en el mismo período.

Hay una caja en el mostrador del Estado que damnifica los dos lados del mostrador del sector privado, tanto hogares como empresas. El gasto público con déficit se financia con impuestos y emisión monetaria. Ambos los paga el consumidor y el productor. Los desequilibrios macroeconómicos se intentan resolver regulando y controlando la micro a través de precios y cantidades de entrega; se atacan las consecuencias y no las causas de la inflación intentando convencer que la producción y comercialización es culpable cuando el desequilibro en la caja del Estado es la causa fundamental del resto de los desequilibrios.

La “puja distributiva” cuando se aumentan los salarios se resuelve con incentivos hacia la inversión y producción porque todos quieren producir y comerciar más bienes y servicios; la utilidad privada implica una maximización de la utilidad social de lo producido en forma incremental. Se produce más, se distribuye más e incluso en el tiempo mejoran los rendimientos, ganancias y volumen de producción y se incrementa el salario incluso por mejora de la productividad vía recursos humanos, bienes de capital, innovación y tecnología. Todo el resto de controles y regulaciones detiene este proceso.

Ambos lados del mostrador se pueden mover en forma paralela y ascendente. Si hay más inversión y producción se utiliza la estructura ociosa de la capacidad instalada y requiere mayor empleo y factores de producción para demandarle a la economía. Esto no sucede hace 10 años. “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés”, dijo el padre de la economía Adam Smith hace más de dos siglos. Sin embargo, aún pensamos que el interés público puede mover al interés privado. El PBI por habitante cayó en forma desorbitante en el mismo período, así como el stock de capital por lo cual la productividad marginal del trabajo vino a la baja y su salario real también sumado al deterioro inflacionario constante sobre ambos lados del mostrador del almacén.

Damián Di Pace para Infobae

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