
Economía argentina: el dilema del tipo de cambio entre estabilidad e incertidumbre
ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior

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- Política cambiaria: Se volvió la herramienta clave para frenar la inflación y mantener estabilidad nominal.
- Flotación del peso: Ayudó a moderar precios, pero generó tensión externa por mayor demanda de dólares y déficit en cuenta corriente.
- Apreciación cambiaria: Mejoró salarios en dólares, pero con desigualdades y perjuicio para provincias y empleados públicos.
- Competitividad y reservas: La apreciación dañó la competitividad externa y presionó las reservas.
- Brecha cambiaria: Prácticamente desapareció, sostenida por el agro y expectativas de financiamiento.
- Estancamiento económico: Tras un rebote en “V”, se frenó la recuperación con empleo privado en baja y más mora crediticia.
- Boom de compra de dólares: Récord en atesoramiento, pese a tipo de cambio estable.
- Agro clave: Las liquidaciones del campo ayudaron a sostener el equilibrio cambiario.
- Riesgos crecientes: Déficit externo, apreciación del peso e incertidumbre política generan alerta sobre volatilidad futura.
- Panorama electoral: Las elecciones influirán en la confianza del mercado y en la estabilidad del modelo económico.
La política cambiaria se ha consolidado como el principal instrumento para contener la inflación y sostener la estabilidad nominal en la Argentina. Expertos coinciden en que la flotación del peso ayudó a moderar la volatilidad cambiaria y desacelerar los precios en los últimos meses, aunque generó crecientes tensiones en el frente externo, con déficits históricos en la cuenta corriente y una alta demanda de dólares para turismo y atesoramiento.
La apreciación del peso, producto de un ajuste fiscal riguroso y una política monetaria restrictiva, impulsó los salarios en dólares a niveles máximos en siete años, mejorando el acceso a bienes y servicios para algunos sectores. Sin embargo, esta mejora salarial fue desigual, profundizando brechas entre empleados públicos —que sufrieron fuertes caídas reales— y el sector privado, y afectando especialmente a provincias y municipios con escasa capacidad recaudatoria.
En el plano productivo, la competitividad externa se vio erosionada, aumentando la presión sobre las reservas internacionales y complicando la formación de activos externos. Además, la brecha entre dólar oficial y financiero prácticamente desapareció, un fenómeno inusual que refleja un equilibrio delicado sostenido por la liquidación del agro y expectativas de financiamiento externo.
Después de un rebote económico en “V” tras la recesión de 2024, la recuperación comenzó a mostrar signos de estancamiento, con salarios reales estancados, caída del empleo privado y restricciones crecientes en el crédito bancario. La mora en préstamos a familias creció, mientras las empresas pequeñas y medianas enfrentan dificultades para financiar capital de trabajo, evidenciando tensiones financieras y riesgos para la sostenibilidad del repunte.
El déficit de cuenta corriente alcanzó cifras históricas en el primer trimestre de 2025, impulsado por la apreciación cambiaria y la recuperación del consumo. La compra de dólares para atesoramiento batió récords, superando picos de gestiones anteriores, y se consolidó como un factor estructural pese a la estabilidad relativa del tipo de cambio.
La oferta agropecuaria fue clave para sostener el equilibrio cambiario, con liquidaciones millonarias en junio y compromisos de ventas para julio que podrían marcar récords. Sin embargo, el retraso en la venta de dólares por parte de exportadores en las primeras ruedas de julio permitió una corrección del tipo de cambio, frenada solo cuando la cotización superó los 1.240 pesos.
Los analistas advierten que la combinación de déficit externo creciente, apreciación cambiaria y un escenario político incierto anticipa una segunda mitad del año con alta volatilidad. En este contexto, las definiciones electorales, especialmente en Buenos Aires, serán determinantes para la confianza de los mercados y el rumbo económico.
En resumen, la política cambiaria logró frenar la inflación y dar cierta estabilidad nominal, pero dejó al descubierto tensiones externas, desequilibrios sectoriales y un clima de incertidumbre que desafía la sostenibilidad del modelo actual. La atención está puesta en cómo el Gobierno manejará estas complejidades en un año electoral crucial.





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