Caputo define su hoja de ruta fiscal: eliminar impuestos distorsivos sin romper el equilibrio de las cuentas públicas

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • Caputo confirmó que la reforma fiscal no pondrá en riesgo el superávit.
  • El Gobierno buscará eliminar impuestos “distorsivos”, aunque de manera gradual.
  • Se prevén aumentos en las deducciones del impuesto a las Ganancias.
  • Ingresos Brutos, eje del reclamo empresarial, depende de las provincias.
  • La UIA denuncia demoras y montos irrecuperables por saldos a favor.
  • Expertos advierten que sin una reducción sustancial de tributos no habrá crecimiento sostenido.

El ministro de Economía, Luis Caputo, confirmó que el Gobierno enviará al Congreso una reforma tributaria durante las sesiones extraordinarias, pero dejó en claro que cualquier cambio se hará sin poner en riesgo el superávit fiscal, el principal ancla económica de la gestión de Javier Milei. “Queremos eliminar los impuestos más distorsivos que todos sabemos cuáles son: Ingresos Brutos a nivel provincial, el impuesto al cheque, las retenciones y el impuesto a las Ganancias en las empresas”, afirmó el funcionario, aunque reconoció que hacerlo “tiene un costo fiscal muy alto”.

Las palabras de Caputo volvieron a encender el debate entre los industriales, los economistas y los gobernadores, justo en la antesala de su presentación en el encuentro anual de la Unión Industrial Argentina (UIA). Allí se espera que ratifique la hoja de ruta oficial: avanzar hacia una estructura tributaria más simple y competitiva, pero de manera gradual, sin resignar la disciplina fiscal que el Gobierno considera indispensable para estabilizar la economía.

Los límites del ajuste

El titular del Palacio de Hacienda explicó que los principales tributos bajo revisión tienen un fuerte peso en la recaudación. El impuesto al cheque representa alrededor del 1,5% del Producto Bruto Interno, mientras que las retenciones a las exportaciones aportan cerca del 1,2%. “Son cosas que hoy no podemos darnos el lujo de eliminar porque romperían el ancla fiscal”, advirtió.

En este contexto, el único cambio confirmado hasta ahora es el ajuste en el impuesto a las Ganancias de las personas físicas. Caputo anticipó que se “subirán fuertemente las deducciones” para aliviar la carga sobre los asalariados y fomentar la formalidad laboral. Sin embargo, en el sector privado la medida se percibe como insuficiente: esperaban una baja más significativa de la presión impositiva general.

La UIA, que acaba de renovar su conducción con Martín Rappallini al frente, viene reclamando desde hace meses una rebaja de impuestos y mejoras en la infraestructura para sostener la competitividad. En los últimos días, la entidad reforzó su pedido de “nivelar la cancha” frente a la apertura de importaciones impulsada por el Gobierno.

El reclamo empresario y el peso de las provincias

Uno de los principales blancos de la crítica empresaria es el impuesto a los Ingresos Brutos, que consideran el más distorsivo del sistema. Pero Caputo recordó que se trata de un tributo provincial, lo que limita la capacidad del Ejecutivo nacional para modificarlo directamente. “Los gobernadores tienen clarísimo que Ingresos Brutos es el peor de los impuestos, pero en muchas provincias representa el 80% de sus ingresos”, explicó el ministro, sugiriendo que una eventual reducción solo podría concretarse mediante una reforma tributaria integral acordada con las provincias.

Según un relevamiento reciente de la UIA, los saldos a favor que las empresas acumulan por adelantos de Ingresos Brutos ascienden a unos $54.000 millones. Más de la mitad de ese monto corresponde a jurisdicciones donde las compañías ni siquiera tienen actividad. Además, el 40% de las firmas denuncia demoras de hasta un año en los reintegros y un 10% considera esos montos directamente irrecuperables.

Entre la prudencia y la presión por crecer

El equilibrio entre la necesidad de aliviar la presión fiscal y el compromiso de sostener el superávit divide opiniones entre los especialistas. Para Sebastián Domínguez, CEO de SDC Asesores Económicos, “el Gobierno tiene que seguir consolidando el superávit, por eso las bajas de impuestos deben ser graduales y programadas”. Propuso, en ese sentido, mecanismos de compensación como permitir que el impuesto al cheque se utilice como pago a cuenta del IVA.

Más escéptico, el contador Marcos Felice sostuvo que sin eliminar los tributos más distorsivos será imposible alcanzar el crecimiento que el equipo económico proyecta. “Si no se avanza en ese sentido, la reforma perderá sentido. Hay que seguir bajando el gasto y focalizar la recaudación en impuestos más progresivos como Ganancias”, planteó.

El dilema de Caputo resume el desafío central del Gobierno: mostrar señales de alivio impositivo que estimulen la producción sin desarmar la arquitectura fiscal que sostiene el equilibrio macroeconómico. Por ahora, la prioridad oficial sigue siendo preservar el superávit, mientras las provincias y los empresarios aguardan definiciones más concretas sobre cómo y cuándo comenzará a desarmarse el complejo entramado de tributos que asfixia a la economía real.

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