Calma frágil: el Gobierno busca sostener el dólar en medio de tensiones ocultas

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • El dólar se mantiene estable, pero con señales de agotamiento estructural.
  • El Banco Central enfrenta menor ingreso de divisas y más pasivos.
  • El Gobierno busca ganar tiempo con baja de tasas y activación de swaps.
  • Las consultoras Invecq y Eco Go advierten que el equilibrio es frágil.
  • El financiamiento externo y la confianza política son claves hasta marzo.
  • Sin reformas y mejora fiscal, la estabilidad cambiaria será sólo transitoria.

El tipo de cambio volvió a ocupar el centro de la escena económica argentina tras el cierre del ciclo electoral. Con un Gobierno decidido a reordenar su frente financiero, los ojos del mercado se posan nuevamente sobre la cotización del dólar. La aparente calma que se percibe en los últimos días no logra ocultar las tensiones subyacentes: el Banco Central enfrenta una menor oferta de divisas comerciales, la liquidación del agro se encuentra virtualmente agotada y los pasivos en moneda extranjera crecen con fuerza.

En paralelo, la baja de tasas, la activación de nuevos instrumentos financieros y los primeros pasos hacia una flexibilización del mercado cambiario configuran un escenario tan incierto como desafiante. En el fondo, la pregunta que sobrevuela entre inversores, empresas y ahorristas es una sola: ¿podrá el Gobierno mantener el dólar bajo control hasta la próxima cosecha o el esquema actual muestra señales de agotamiento?

Un equilibrio sostenido con alfileres

De acuerdo con la consultora Invecq, el actual esquema de estabilidad es más aparente que real. Si bien septiembre cerró con un superávit de cuenta corriente de US$ 5.500 millones, buena parte de ese resultado se explicó por factores transitorios, como el adelanto de exportaciones y la menor demanda de importadores, más que por una mejora genuina del comercio exterior. En paralelo, la cuenta financiera registró un déficit de magnitud similar, impulsado por compras para atesoramiento del sector privado.

Según los analistas, la estabilidad del tipo de cambio se sostiene por tres pilares: menores expectativas de devaluación, una compresión del riesgo país y el ingreso de dólares financieros. Pero ese equilibrio es “temporario y reversible”. “El esquema funciona mientras sigan entrando capitales; si se frena ese flujo, la presión cambiaria volverá rápidamente”, advierten.

El Banco Central, además, enfrenta un dilema creciente: con la liquidación de exportadores prácticamente detenida, su margen para recomponer reservas es cada vez menor. A esto se suma la dificultad de sostener la calma cambiaria justo en el momento en que se acelera la demanda de divisas por parte del sector privado.

Un desarme controlado para ganar tiempo

En este contexto, el Gobierno inició un proceso de desarme gradual de los controles cambiarios con el objetivo de normalizar la operatoria y mantener oxígeno en el mercado. Desde Eco Go señalan que dos decisiones resultaron centrales: la activación del swap con Estados Unidos y la reducción de la tasa de interés de corto plazo.

Ambas medidas buscan ganar tiempo y aliviar la presión sobre los pasivos del Banco Central. Sin embargo, los resultados son mixtos. Las letras en moneda nacional cayeron en US$ 1.900 millones, mientras otros pasivos crecieron en US$ 2.800 millones, en parte por el último pago al FMI. Así, la brecha respecto a la meta de reservas se amplió: el BCRA está hoy US$ 10.200 millones por debajo del objetivo pactado, frente a los US$ 6.100 millones de hace un mes.

La baja de tasas —del 25% al 22%— permitió al Tesoro mejorar su perfil de deuda en pesos, con una licitación que logró extender plazos y un rollover del 112%. Finanzas recuperó cerca de $1 billón, reforzando su caja y manteniendo un nivel de liquidez alto en los bancos oficiales. Pero los analistas advierten que la política de tasas más bajas también puede reactivar la demanda de dólares si no se consolida la confianza.

El rol del financiamiento privado y la ventana financiera

El ingreso de capitales financieros se ha convertido en la pieza clave del esquema. Según Invecq, el flujo de deuda corporativa y provincial podría sostener el equilibrio durante los próximos meses, siempre que la confianza se mantenga. Tecpetrol y YPF ya aprovecharon la ventana de estabilidad para emitir deuda, y se espera que otras compañías sigan el mismo camino.

El Gobierno, por su parte, busca “tender un puente” hasta marzo, cuando lleguen los dólares de la cosecha gruesa. Pero el éxito de esa estrategia depende de factores que exceden lo financiero: la estabilidad política, el control del gasto público y la evolución de la inflación siguen siendo variables decisivas.

Reservas, crédito y el desafío fiscal

Tanto Invecq como Eco Go coinciden en que el tipo de cambio real actual ofrece un respiro temporal, pero difícilmente sostenible en el tiempo. “Sin reformas estructurales y con reservas netas todavía en niveles bajos, el esquema actual no puede perpetuarse”, advierten.

El eje de la discusión pasa por la dominancia fiscal: si el Tesoro logra reducir su dependencia del financiamiento del Banco Central, la entidad podrá recomponer reservas y reactivar el crédito. De lo contrario, cualquier intento de estabilización será apenas una tregua.

En definitiva, la calma cambiaria que hoy exhibe el Gobierno es más una construcción política y financiera que un reflejo de equilibrio real. Mantenerla hasta la próxima cosecha será una carrera contra el tiempo, en un país donde los sobresaltos en el mercado cambiario siguen marcando el pulso de la economía.

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