El oficialismo en busca de una zona amigable con Natalia de la Sota en la Legislatura

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La decisión de Natalia de la Sota de hacer bloque propio en la Cámara de Diputados luego de salir tercera fuerza provincial en las elecciones legislativas del 26 de octubre y retener, sin jefes, la banca que ponía en juego, provocó de inmediato las especulaciones sobre los pasos en la Unicameral del legislador Bernardo Knipscheer, armador político y pareja de la diputada nacional. El “Gringo” como le dicen al dirigente que fue jefe de campaña de Defendamos Córdoba, el espacio creado por la peronista disidente para jugar por fuera de Provincias Unidas, integra la bancada oficialista de Hacemos Unidos que (todavía) conduce Miguel Siciliano, e incluso preside una de las comisiones legislativas más fuertes en lo político, Asuntos Constitucionales, Justicia y Acuerdos. 

Ni el legislador ni la diputada dan señales sobre cómo metabolizarán políticamente, puertas adentro del peronismo del que no se fueron, el 8,75% obtenido en las elecciones parlamentarias y la visibilidad que le dio a NDLS la ruptura con el esquema oficialista que no le dio el lugar que ella esperaba. “Lo estamos estudiando”, dijo la diputada sobre la Legislatura provincial ante una consulta de prensa.

El llaryorismo parece tenerla más clara que los propios involucrados, aunque hay que decir que el entorno de Defendamos Córdoba opina más o menos lo mismo. 

¿Impulsa Natalia una ruptura directa con Martin Llaryora armando en la Unicameral un bloque propio y opositor con Knipscheer, al estilo Federico Alessandri, o juega a los matices con un interbloque amigable y “colaborativo” con el llaryorismo pero donde pueda mantener su identidad? 

Los cordobesistas apuestan a la segunda opción y además especulan que un interbloque puede ser caja de contención para el exintendente de Embalse, filo K.  Con el viejo adagio de “a dónde va a ir sino es al peronismo” entienden que la diputada seguramente negociará a futuro su apoyo a Llaryora, ya sea como su próxima vice, o con los cargos que sea, sabiendo de ambos lados que al sanfrancisqueño no le va a sobrar nada si quiere retener la Gobernación en dos años.

“Una cosa es la relación con Juan Schiaretti”, dicen los llaryoristas, y otra el negocio local. Con el exgobernador el vínculo parece roto y sus posturas críticas a Milei justifican que tenga un espacio donde decida su propia estrategia, sobre todo en lo que tiene que ver con la resistencia a las políticas libertarias que perjudican a Córdoba. Con el mandatario provincial, no. 

“No veo razones para que se apure en hacer un bloque propio en la Legislatura, no me parece una jugada inminente”, coinciden otros actores que miran la escena sin los intereses del Panal. La palabra a destacar acá es inminente. En las declaraciones, que siempre son más altisonantes que las charlas de rosca, De la Sota no diferenció entre Schiaretti y Llaryora en relación a los votos que le dieron a Milei para aprobar, por ejemplo, la ley Bases, pero no solamente en eso.

Se verá. Los cálculos del llaryrorismo, que aseguran no haber hablado con la diputada ni con el legislador sobre el tema de la banca, es que Knipscheer no tiene capacidad de daño a los intereses de Hacemos Unidos, ya que con alianzas estables e inestables (Karina Bruno, Agustin Spaccesi, Graciela Bisotto) se consiguió tranquilidad para llegar al quórum y mayoría luego de un inicio de ciclo tormentoso por la estrechez producto de las elecciones del 2023. A esto le suman que a fin de año ingresará como legislador el hoy diputado nacional Oscar Agost Carreño, presidente del PRO enfrentado al PRO nacional, lo que desplazará a Oscar Tamis, también del PRO.  A diferencia del ex intendente de Oliva, a Agost Carreño lo cuentan como voto aliado de Hacemos Unidos, lo que en la lectura optimista del oficialismo consolida la ajustada mayoría, pero mayoría al fin. 

Relativo. El voto de Tamis no es siempre opositor y hay que ver si Agost Carreño, que quiere seguir presidiendo el PRO y tiene renovación de cargos en marzo, se alinea incondicionalmente al Panal. Hoy el oficialismo tiene 33 votos propios, pero si Knipscheer se va, serán 32. Sumando los tres aliados mencionados, son 35. Todo un problema si el presidente del PRO no juega en forma incondicional.  

CON INFORMACION DE DIARIOALFIL.

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