El dólar después de la euforia: el mercado busca señales de rumbo para 2026

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • El dólar mayorista se mantiene cerca del techo de la banda pese al optimismo en bonos y acciones.
  • El equilibrio entre liquidez, reservas y estabilidad cambiaria definirá el rumbo.
  • El Banco Central busca remonetizar sin recalentar el tipo de cambio.
  • El mercado valora la gobernabilidad política como ancla de expectativas.
  • Las consultoras advierten que los márgenes de maniobra son limitados.
  • Si se mantiene la coherencia fiscal y monetaria, el dólar podría ganar previsibilidad hacia 2026.

La economía argentina entró en una nueva etapa tras las elecciones de medio término y los recientes cambios en el gabinete nacional. Con los primeros movimientos de mercado, las acciones y los bonos celebraron con subas históricas, mientras el riesgo país se comprimió con fuerza. Sin embargo, el dólar mayorista se mantuvo dentro de un rango más acotado, reflejando que la calma cambiaria aún depende de un delicado equilibrio entre liquidez, reservas y expectativas.

Los analistas coinciden en que la pregunta clave no es si habrá tensiones, sino cuándo y con qué intensidad podrían reaparecer. La dinámica del tipo de cambio para los próximos meses estará marcada por tres fuerzas: la necesidad de remonetizar una economía que llegó seca de pesos a la elección, el objetivo de sostener la estabilidad cambiaria dentro de una banda ya exigida, y la urgencia por fortalecer las reservas del Banco Central para sostener la baja del riesgo país.

En ese marco, la administración de la liquidez se vuelve decisiva. Cada licitación del Tesoro, cada operación de compra de divisas y cada ajuste en los encajes bancarios es observado con lupa por los operadores. Una emisión excesiva podría recalentar la demanda de dólares; un apretón prolongado, en cambio, podría asfixiar la actividad y trabar la recuperación. De ahí que el “timing” en las inyecciones de dinero sea clave para mantener la calma cambiaria.

Expectativas y gobernabilidad, las variables políticas del dólar

Más allá de los números, el mercado mira también la coordinación política. La lectura posterior a los comicios sugiere que, si el Gobierno consolida su gobernabilidad y avanza con definiciones claras para 2026, la estabilidad podría prolongarse. En cambio, si la incertidumbre política crece o se diluye el mensaje fiscal, los inversores volverán a refugiarse en el dólar, revirtiendo parte del alivio de las últimas semanas.

Consultoras como Mega QM y Ecolatina coinciden en que la reacción inicial fue más un reacomodamiento de precios financieros que un cambio estructural del régimen cambiario. El salto de bonos y acciones reflejó expectativas de continuidad política y menor riesgo de sobresaltos, pero el dólar —ubicado cerca del techo de la banda— mantiene su rol como “termómetro” de confianza.

Desde Mega QM señalaron que el margen para nuevas mejoras de precios existe, aunque más limitado. Si la liquidez creciente encuentra colocación en instrumentos en pesos, el dólar podría estabilizarse; si, en cambio, esa liquidez se traduce en cobertura, las tensiones regresarán rápidamente.

Liquidez, encajes y reservas: la bisagra operativa

Ecolatina destacó que, tras la victoria oficialista, comenzó una relajación gradual del apretón monetario aplicado antes de las elecciones. Las tasas, que habían escalado a niveles récord, comenzaron a ceder gracias a un mix de inyecciones de liquidez del Tesoro y ajustes regulatorios del Banco Central. Entre ellos, el cambio en la metodología de encajes —de exigencia total a un promedio mensual— alivió tensiones en el mercado de dinero sin abandonar del todo el anclaje nominal.

Para la consultora, esa transición es una “bisagra operativa”: permite recomponer pesos en circulación y facilitar la actividad, pero exige precisión quirúrgica para evitar que el excedente se vuelque a la compra de dólares. El desafío, explican, es remonetizar sin reactivar la dolarización de portafolios. Si la autoridad monetaria logra comprar divisas sin necesidad de esterilizar, las reservas podrían fortalecerse y habilitar un sendero de menor riesgo financiero hacia 2026.

Un mapa en construcción

Los fundamentos muestran un cuadro mixto. El frente fiscal está más ordenado, aunque con menor margen que al inicio del año. El tipo de cambio real luce algo apreciado, lo que reduce colchones ante shocks, y el nivel de reservas, si bien mejoró, sigue siendo bajo en relación con el tamaño de la economía. Pese a ello, la compresión del riesgo país y la expectativa de una baja de tasas en Estados Unidos aportan viento de cola.

Los analistas coinciden en que el dólar se moverá dentro de la banda mientras la política económica conserve coherencia: compras de divisas sostenidas, liquidez controlada y disciplina fiscal. Si esa consistencia se mantiene, el tipo de cambio podría ganar previsibilidad. Si se quiebra, el dólar volverá a ser la válvula de escape.

En síntesis, el mapa de 2026 dependerá de la sintonía fina entre política, economía y expectativas. El desafío oficial será transformar la euforia postelectoral en estabilidad sostenida. El mercado, mientras tanto, seguirá mirando un solo número: el dólar.

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