Estados Unidos fija condiciones: el Tesoro y el FMI apuntan a una mayor flexibilidad cambiaria tras las elecciones

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • El Tesoro de EE.UU. condiciona su asistencia a una flotación inmediata del tipo de cambio tras las elecciones de octubre.
  • El FMI celebra la medida: garantizaría cumplir metas de reservas y abre la puerta a un nuevo programa.
  • Exfuncionarios del organismo, como Werner y Gopinath, insisten en mayor flexibilidad cambiaria y acumulación de reservas.
  • Washington reclama también volumen político: sumar aliados, negociar con gobernadores y aprobar reformas estructurales.
  • El BCRA ya bajó tasas para aliviar la presión en pesos y facilitar la transición electoral.
  • El respaldo financiero busca contener la volatilidad preelectoral y apuntalar reformas post comicios.

El Departamento del Tesoro de Estados Unidos dejó un mensaje claro al gobierno argentino: la asistencia financiera comprometida tendrá como condición central una transición hacia un régimen cambiario más flexible. El planteo, que se negoció en paralelo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), no aparece como una simple recomendación técnica sino como un pilar ineludible en la estrategia de estabilización que Washington impulsa para la Argentina.

Según trascendió en la capital estadounidense, el Tesoro ató la liberación de recursos a un rediseño del esquema de bandas cambiarias. La exigencia es mantener el actual régimen hasta las elecciones de octubre, pero avanzar luego en una flotación inmediata del tipo de cambio oficial. La secuencia busca evitar un drenaje de reservas en los días previos a los comicios y, al mismo tiempo, preparar el terreno para una transición ordenada en un escenario de incertidumbre política.

La postura de Estados Unidos coincide con la visión de la titular del FMI, Kristalina Georgieva, que en las últimas horas celebró el respaldo bilateral. El alivio financiero permitiría a la Argentina cumplir sin dificultades las metas de acumulación de reservas, un punto que hasta ahora era motivo de permanente tensión con el organismo. De hecho, se abre la posibilidad de renegociar un nuevo programa que dé mayor previsibilidad y que incorpore compromisos de reforma estructural más profundos.

Exdirectivos del Fondo también hicieron sentir su voz. Gita Gopinath, ex subdirectora del organismo, advirtió que la clave para una estabilización duradera pasa por “un tipo de cambio más flexible y la acumulación de reservas”. Alejandro Werner, ex responsable del Hemisferio Occidental del FMI, fue más enfático: sostuvo que la flotación del dólar debería implementarse inmediatamente después del anuncio del paquete de apoyo, aprovechando un momento de fortaleza y evitando quemar divisas en la defensa de las bandas preelectorales.

Werner agregó un componente político al diagnóstico. Sostuvo que el gobierno de Javier Milei debe abandonar el perfil disruptivo y transformarse en un constructor de consensos. En su visión, la persistencia del peronismo como fuerza competitiva y un Congreso fragmentado obligan al oficialismo a forjar alianzas estables. En ese sentido, los desembolsos externos deberían condicionarse a la aprobación de un presupuesto plurianual, una reforma tributaria y la autonomía del Banco Central. El mensaje es claro: la asistencia internacional debe estar atada a un compromiso institucional que trascienda a un solo liderazgo.

Washington recogió este guante. El propio secretario del Tesoro, Scott Bessent, transmitió al Ejecutivo la necesidad de ampliar el volumen político. Eso implica sumar aliados al gabinete, establecer mesas de diálogo con gobernadores y articular con la oposición para encarar las reformas clave: tributaria, laboral y presupuestaria. La estrategia no busca un cambio drástico de rumbo, pero sí dotar al gobierno de mayor musculatura para avanzar en la agenda de reformas con respaldo legislativo.

En paralelo, el Banco Central comenzó a mover fichas. Redujo en diez puntos porcentuales las tasas de interés en operaciones de simultáneas, ubicándolas en 25%. La decisión tuvo impacto inmediato en el mercado, con una caída de las cauciones a un día y un mayor flujo de liquidaciones del sector agroexportador. El alivio en pesos llega en un momento en que el Tesoro busca refinanciar $5,6 billones de deuda con vencimientos concentrados en los próximos meses.

La licitación de esta semana será una prueba de fuego: si los inversores convalidan tasas más bajas y se inclinan por instrumentos de mayor duración o cobertura cambiaria, el Gobierno habrá conseguido ganar tiempo y encauzar la transición hacia octubre con menor presión en los mercados. El paquete de asistencia del Tesoro estadounidense y el FMI actúa, en este contexto, como un paraguas de contención ante la volatilidad electoral.

En definitiva, el mensaje de Washington es doble: asistencia financiera a cambio de flexibilidad cambiaria y mayor gobernabilidad política. El Gobierno argentino, por lo tanto, enfrenta un doble desafío: sostener el equilibrio macroeconómico en la antesala de los comicios y, tras ellos, avanzar en reformas estructurales con un esquema de flotación cambiaria. Si logra articular ambos frentes, podría dar un paso hacia la estabilización. Si no, el riesgo es volver a chocar con los límites de un programa económico que, sin dólares y sin consensos, difícilmente logre sostenerse en el tiempo.

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