Seis meses de enfriamiento económico: el Gobierno baja tasas, pero crecen las dudas

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • La actividad económica acumula seis meses de enfriamiento, con caídas en consumo, producción y crédito.
  • El salto de tasas de interés desde julio afectó a empresas y familias, llevando la morosidad a niveles récord.
  • Datos de julio y agosto muestran retrocesos consecutivos, con caídas en cemento (-0,6%) y patentamientos (-3,1%).
  • Tras el revés electoral en Buenos Aires, el Banco Central bajó las tasas de corto plazo para aliviar al sector privado.
  • Analistas advierten que la baja puede dar alivio transitorio, pero no garantiza una reactivación antes de las elecciones.
  • La falta de confianza, salarios deprimidos y consumo débil limitan las inversiones y el repunte económico.

Tras medio año de retroceso, la actividad económica argentina sigue mostrando señales de debilidad. La caída del consumo y la volatilidad de las tasas de interés impactaron de lleno en las empresas y familias, mientras la morosidad alcanzó niveles históricos. Luego del revés electoral sufrido en la provincia de Buenos Aires, el Gobierno decidió bajar los rendimientos en pesos para aliviar al sector privado. Sin embargo, economistas y empresarios advierten que la medida difícilmente logre revertir el deterioro en el corto plazo.

El cambio de política monetaria de julio —con el desarme de las Letras Financieras (Lefis)— provocó una disparada de las tasas: los adelantos a empresas treparon del 31% al 93% anual en un mes, antes de estabilizarse en torno al 70%. Esto afectó severamente al crédito para capital de trabajo, justo cuando la mora familiar alcanzaba récords previos a la suba. “El crédito a las familias venía agotado y los adelantos a cuenta corriente muestran una contracción fuerte”, detalló la consultora Centro Periferia.

La actividad productiva no logró recuperarse: julio marcó el tercer retroceso consecutivo y agosto anticipa un nuevo tropiezo. Datos del Banco Provincia, a través de su sistema PulsoPBA, muestran seis caídas semanales al hilo y una contracción acumulada del 1,4% solo en agosto. A nivel nacional, el consumo de cemento bajó 0,6% y los patentamientos de autos cayeron 3,1% según Econviews.

En respuesta, el Banco Central redujo esta semana las tasas de corto plazo. Los rendimientos de pasivos remunerados cerraron el miércoles en 35% —diez puntos menos que a inicios de semana—, lo que arrastró a la baja las cauciones a un día (31%). La TAMAR para plazos fijos mayoristas descendió del 65,94% al 59%, y los adelantos a empresas también cayeron a alrededor del 60%.

Aun así, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) proyecta una inflación anual superior al 20%, por lo que las tasas reales siguen siendo positivas. Para Luciano Patrucco, analista de EcoGo, la baja “genera distensión para una actividad castigada, pero el ruido político limita su efecto”. Agregó que septiembre podría mostrar un leve repunte, aunque octubre —mes electoral— se perfila “complicado” y el panorama dependerá del rumbo postcomicios.

Agostina Monti Salías, especialista en desarrollo productivo, coincide en que la reactivación fuerte es improbable antes de las elecciones: “La reducción del costo financiero puede reactivar capital de trabajo y frenar quiebres en las cadenas de pagos, pero no habrá inversiones productivas hasta tener certezas sobre el resultado electoral y la respuesta de los mercados”.

Desde el sector industrial, José Sorabilla, de la Fundación Protejer, fue categórico: “La producción depende de salarios y consumo, que seguirán deteriorados. Las bajas de tasas solo aminoran el daño de niveles estrafalarios. Con alta capacidad ociosa y un comercio parado, difícilmente alguien invierta, salvo nichos exportadores muy específicos”.

En este escenario, la decisión oficial de bajar tasas parece más un gesto político que una solución estructural. Si bien alivia el costo del crédito, no ataca los problemas de fondo: caída del salario real, consumo deprimido y falta de confianza para invertir. Con solo 43 días hasta las elecciones nacionales, el Gobierno enfrenta el desafío de convencer a los mercados y a los votantes de que el rumbo económico puede revertirse. Pero, según coinciden los analistas, cualquier repunte será, en el mejor de los casos, tímido y frágil.

La economía argentina, congelada desde marzo, exige más que un ajuste de tasas. Sin un plan integral que recupere ingresos, estabilice expectativas y brinde previsibilidad, la distensión monetaria podría ser apenas un respiro temporal en un año electoral que ya puso a prueba al oficialismo.

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