
Importaciones en alza y exportaciones estancadas: el dilema económico que preocupa al Gobierno argentino
ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior

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- La volatilidad del dólar no frenó el aumento de importaciones en Argentina, que en 2025 promedian u$s6.360 millones mensuales, un 25% más que el año pasado.
- Las exportaciones crecerían apenas un 2,4%, lo que reduce el superávit comercial previsto a la mitad, generando preocupación por el déficit de cuenta corriente.
- La revaluación del peso no mejoró la competitividad como se esperaba, y el sector exportador, salvo el petrolero, muestra bajo desempeño.
- La producción local sufre ante el auge de importaciones, especialmente en acero y textil, con denuncias de dumping y pérdida de empleos.
- El FMI recomienda un superávit en cuenta corriente, pero Argentina proyecta un déficit que genera tensiones.
- El Gobierno mantiene la apertura comercial para controlar la inflación y evita devaluaciones fuertes antes de las elecciones.
- La soja es la esperanza para compensar el déficit, con precios internos al alza y más de 40% de la cosecha sin vender, aunque los productores se muestran cautelosos.
- El futuro económico dependerá de cómo se manejen el tipo de cambio y la balanza comercial en un contexto de alta presión financiera y política.
La reciente volatilidad del dólar "que flota" en Argentina ha generado ruido político, pero no logró frenar lo que algunos ya llaman un verdadero “festival de importaciones”. Desde la fiebre por la ropa barata de Shein hasta la compra masiva de autos eléctricos y tecnología a través de Amazon, el mercado sigue demandando divisas con fuerza. Así lo confirma la última encuesta REM (Relevamiento de Expectativas de Mercado), que reflejó que, pese a la corrida cambiaria, las proyecciones sobre las importaciones se mantienen altas y prácticamente sin cambios.
Según la encuesta, las importaciones para todo 2025 se estiman en 75.115 millones de dólares, apenas 0,3% menos que el mes anterior, lo que representa un promedio mensual de 6.360 millones de dólares, un 25% más que el promedio mensual del año pasado. En contraste, las exportaciones apenas crecerían un 2,4% respecto a 2024. Este desequilibrio deja en evidencia un saldo comercial que se ha ido reduciendo a la mitad en lo que va del año: de un superávit esperado de 12.144 millones de dólares a poco más de 6.500 millones, resultado de exportaciones por 81.662 millones e importaciones por 75.115 millones.
Una de las causas detrás de esta dinámica es la política de revaluación del peso, que ha hecho que la corrección cambiaria —un salto del 8,4% en el dólar mayorista en un mes— no afecte la competitividad argentina como se esperaba. Esto contradice la lectura oficial, que intenta llevar tranquilidad argumentando que la economía se ha beneficiado en términos relativos por la revaluación de monedas en países vecinos.
Exportaciones que no despegan y la esperanza en el sector energético
El desempeño exportador ha sido muy pobre, a excepción del rubro petrolero, que crece a una tasa interanual del 74%. Sin embargo, la expectativa del Gobierno de que un boom energético compense la caída estacional en las exportaciones agrícolas está siendo puesta en duda. Las recientes caídas en precios internacionales y la merma en la producción en Vaca Muerta —el principal yacimiento argentino— han generado preocupación y la previsión de que el saldo energético anual podría reducirse en hasta 2.000 millones de dólares, desde los 8.000 millones proyectados.
¿Se puede sostener este ritmo de importaciones?
El verdadero debate no es solo si las importaciones son pagables, sino en qué se utilizan esas divisas. La regla económica tradicional sugiere que por cada punto porcentual de crecimiento del PIB, las importaciones deberían aumentar tres puntos para asegurar insumos y producción. Este año, con un crecimiento estimado del 5,5%, lo esperado sería una suba de importaciones del 17%. Sin embargo, la relación actual es cinco a uno, y los sectores industriales no están satisfechos.
La Unión Industrial Argentina denunció que las importaciones están desplazando la producción nacional, concentrándose en productos finales para consumo y no en insumos productivos. Sectores como el acero y la industria textil han sufrido cierres y pérdidas de empleo, afectando especialmente a la planta de Acindar en Villa Constitución y a productores locales que compiten con importaciones desde China, algunas realizadas incluso por las propias empresas argentinas.
El dilema de la política económica y la presión del FMI
El ministro de Economía, Sergio Massa, y su equipo, liderado por Toto Caputo, enfrentan una disyuntiva compleja: la apertura comercial impulsa las importaciones, pero también desacelera la producción local y genera tensiones con el FMI, que en sus últimos reportes recomendó un superávit en la cuenta corriente cercano al 1,4% del PIB para evitar turbulencias financieras.
Actualmente, las proyecciones indican un déficit de cuenta corriente cercano a 14.000 millones de dólares, muy por encima de los 10.000 millones que sugiere el FMI. Pero el Gobierno no solo mantiene su apuesta por la apertura sino que la defiende como un mecanismo para contener la inflación, un problema estructural que golpea al bolsillo de los argentinos.
Por otro lado, las recientes intervenciones oficiales en el mercado de futuros del dólar y el aumento de las tasas de interés reflejan la intención de evitar fuertes devaluaciones antes de las elecciones, lo que limita la posibilidad de un ajuste cambiario que podría frenar las importaciones.
La soja, esperanza para el segundo semestre
Con estos números, el Gobierno ratificó la reducción de retenciones a las exportaciones agrícolas, buscando impulsar las ventas del campo en la segunda mitad del año. Aún queda más del 40% de la cosecha sin vender, y pese a precios internacionales poco alentadores, la devaluación y la baja de retenciones han impulsado el precio doméstico de la soja, que alcanzó picos de 395.000 pesos por tonelada.
Si los productores aceleran sus ventas, esto podría significar ingresos por unos 8.200 millones de dólares solo en soja. Sin embargo, persisten dudas, ya que muchos productores prefieren esperar a un posible ajuste cambiario posterior a las elecciones, ante el retroceso reciente del dólar que bajó un 3,5% tras la fuerte suba de junio.
Conclusión
La economía argentina navega entre una creciente demanda de importaciones y un estancamiento exportador, en un contexto político y financiero tenso. Las decisiones que tome el Gobierno en los próximos meses, especialmente en materia cambiaria y comercial, serán claves para definir si se puede sostener este delicado equilibrio o si las presiones externas e internas llevarán a un nuevo capítulo de turbulencias económicas.







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