Endeudamiento récord y salarios en baja: crece la presión financiera sobre las familias

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • El endeudamiento de las familias argentinas alcanzó casi el 20% del presupuesto familiar, el nivel más alto en 20 años, similar a 2017.
  • Este aumento se dio en un contexto de desinflación y tipo de cambio estable, pero los ingresos reales no crecieron y los salarios siguen perdiendo poder adquisitivo.
  • Los salarios formales privados bajaron 1,2% real desde noviembre de 2023, y los públicos cayeron 5,5% en cuatro meses.
  • El Gobierno subió las tasas de interés al 65% anual y los encajes bancarios al 40%, encareciendo el crédito y dificultando el acceso para familias y empresas.
  • La morosidad en créditos a hogares aumentó a 4,5%, y los bancos endurecen los requisitos para nuevos préstamos.
  • Las paritarias mayoritariamente no compensan la inflación; solo SMATA y el gremio bancario mantienen el poder adquisitivo.
  • La combinación de alta deuda, ingresos a la baja y tasas altas genera un escenario económico frágil, con riesgo de impacto negativo en consumo y actividad.

En medio de un contexto de desinflación y tipo de cambio estable, el nivel de endeudamiento de las familias argentinas alcanzó su punto más alto en las últimas dos décadas. Según datos recientes del Banco Central (BCRA), casi el 20% del presupuesto familiar está comprometido en el pago de créditos, una proporción que solo encuentra un antecedente comparable en 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri.

Este fenómeno no es casual. Durante los últimos meses, muchas familias acudieron al crédito bancario como una herramienta para sostener niveles de consumo deteriorados por años de alta inflación y caída del poder adquisitivo. Sin embargo, los ingresos reales no acompañaron esa dinámica. Por el contrario, los salarios continúan perdiendo terreno frente a los precios.

Los ingresos no se recuperan

A pesar de la desaceleración de la inflación, los trabajadores no logran recomponer su poder de compra. Según cifras oficiales, los salarios formales del sector privado están 1,2% por debajo de los niveles de noviembre de 2023. El panorama es más sombrío para los empleados públicos, que sufrieron una caída de 5,5% en sus ingresos reales en solo cuatro meses, según el economista Federico Pastrana.

“El año pasado se celebraba la desinflación, pero hoy su impacto positivo está ausente. Los salarios siguen cayendo y eso agrava el cuadro financiero de los hogares”, explicó Pastrana.

Tasas más altas y acceso al crédito más difícil

La reciente decisión del Ministerio de Economía de subir la tasa de interés al 65% anual y aumentar los encajes bancarios al 40% elevó aún más el costo del financiamiento. Para las familias, esto significa créditos más caros y mayor dificultad para refinanciar deudas anteriores. La suba también alcanzó a las tarjetas de crédito, donde el Costo Financiero Total (CFT) se disparó del 150,7% al 184,3% anual promedio. A comienzos de año, ese valor era del 114%.

La morosidad ya muestra señales de alerta. El BCRA reportó que en mayo el incumplimiento de pagos por parte de los hogares trepó al 4,5%, el mayor nivel desde principios de año. Como respuesta, los bancos endurecen los requisitos para otorgar nuevos préstamos.

“Con este nivel de tasas y atraso en los ingresos, no descarto una recesión en el corto plazo”, advirtió Sebastián Menescaldi, de la consultora Eco Go.

Las paritarias no alcanzan

En este escenario, las negociaciones salariales tampoco logran equilibrar la balanza. De acuerdo con un informe de la consultora Synopsis, la mayoría de los gremios registra una pérdida del poder adquisitivo frente a la inflación. Solo SMATA, el sindicato de los mecánicos, logró una mejora del 2,4% real en el primer semestre del año. En tanto, el gremio bancario apenas logró empatarle a la inflación acumulada.

Un equilibrio cada vez más frágil

La conjunción de alta deuda familiar, ingresos en retroceso, tasas crecientes y condiciones crediticias más exigentes configura un escenario preocupante para la economía real. La aparente estabilidad cambiaria convive con una tensión financiera creciente en los hogares, lo que podría repercutir en el nivel de consumo y, eventualmente, en la actividad económica en general.

El equilibrio es frágil. Y si no hay una mejora sostenida en los ingresos, el costo social del endeudamiento podría volverse insostenible.

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