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El mercado le pasa la factura a Javier Milei

OPINIÓN Marcelo Falak*
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Casi como un pasajero en tránsito en el país, apenas regresado de Estados Unidos y a poco de volver a Europa, Javier Milei reaccionó con ira a la crisis política en cadena que se viene autoinfligiendo el propio oficialismo. Defendió con el alma y con su presencia física –de visitante además– a su sostén emocional, Sandra Pettovello, y gritó casi fuera de sí: "¡no la voy a entregar!". Además, haciendo la jugada obvia, embistió contra el kirchnerismo y –críptico– hasta aludió la posibilidad de que le "tiren un muerto". Mientras el malestar avanza, fermentan intrigas contra más ministros y la gestión no repunta tras las muestras gratis del Pettovello-gate y la carísima desinversión en infraestructura gasífera, prueba irrefutable del ajuste idiota.

¿Sorprende en este estado de cosas, que no muestra al Presidente precisamente en control, que el mercado financiero, principal fuente de legitimación de la idea de un Gobierno que consigue resultados, entregue fogonazos de inquietud?

El Gobierno falla y el mercado habla

La rueda financiera de este lunes brindó una vez más, luego de algunas jornadas de calma, motivos para la preocupación. El dólar blue –tal vez lo menos relevante– retomó la tendencia alcista. Más central fue que los tipos de cambio negociados en bolsa saltaran 4%.

Acaso, aún más, que los títulos de la deuda se hayan desplomado –aunque pronto pagarán cupones– y, de modo paralelo, que el riesgo país confirmara que está más para estabilizarse en un pernicioso nivel de alrededor de 1.400 puntos básicos –14 puntos porcentuales por encima del rendimiento de los Bonos del Tesoro estadounidense– que para sostener la tendencia bajista iniciada en octubre.

De una mejoría sostenida de ese indicador dependen cierta normalización financiera, la posibilidad de que el Gobierno refinancie los abultados vencimientos de deuda del año que viene y que las inversiones en la economía real no se topen con un escollo insalvable.

Despejando la equis

Días atrás, Milei había atribuido un primer rebote del riesgo país a las demoras en el Senado con el proyecto ómnibus XS. Pues bien, ahora hay dictamen, Guillermos Francos promete su sanción para el mes que viene y los cambios que termine por experimentar el texto, se supone, no inviabilizarían la estrategia oficial. En otras palabras, cuando el plan Bases trastabilla, el mercado pasa factura. Cuando ocurre lo contrario, también. Raro…

El argumento –la excusa– es endeble, pero no es novedoso. Las diferentes versiones del pensamiento económico ultraliberal se resumen siempre en una ecuación en la que, para que todo encaje, se introduce una equis llamada "confianza", a la que se le puede asignar el valor que haga falta ya sea para vender una fantasía de futuro o, mediante el planteo de su ausencia, para eludir el hecho de que lo que en verdad falla es el modelo.

* En la coyuntura actual ocurre exactamente esto: el modelo político –el default de gestión– ya resulta insoslayable, mientras que el económico-financiero comienza a mostrar la hilacha. Espasmódicamente, el mercado comienza a expresar esto.

Pecados nuevos

Para peor, la Casa Rosada mixtura esos dos males mencionados y paga el precio de hacer la del tero: grita "libre mercado" en un sector del campo, pero entierra los huevos en otro diferente. Así lo hizo al soltarle la mano –de jure– al Cartel de las Prepagas para luego regularlas –de facto–, y al defaultear la deuda que había acumulado con las empresas generadoras de energía, a las que les enchufó –valga la expresión– un bono a 2038 que supone una quita del 50%. Ahora se sabe que "el máximo exponente de la libertad a nivel mundial" no duda en violar contratos…

Este medio ha tratado largamente los problemas políticos de la "administración" de ultraderecha. Sobre los económicos también ha analizado la acumulación de limitaciones que ponen en juego la sustentabilidad del Caputazo. Como si todo eso fuera poco, se suman nuevos elementos.

El Gobierno se ilusiona y habla –¡vaya déjà vu!– de "brotes verdes" –venta de autos e inmuebles, aparición del crédito– y de "segundo semestre". Si los brotes existen, serán los de un tubérculo, ya que crecen en el subsuelo en el que Milei y Luis Toto Caputo enterraron la actividad.

Un problema adicional es que una reactivación relevante, algo que no está en los cálculos inmediatos de casi ningún economista, sería la prueba ácida de que la desinflación –el mayor criterio de validación de la política oficial– va en serio. Esto es que logre perforar un eventual piso duro del 4 o el 5% mensual

Otro pilar que el jefe de Estado ha mostrado con orgullo, la acumulación de reservas, también tiene bemoles. Ojo: de eso dependen parte importante del cumplimiento del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la salida del cepo y que la economía encuentre una razón para vivir.

¿Será que el mercado la empieza a ver?

El dilema del dólar

Pasó abril y pasó mayo, dos tercios de la temporada alta de las exportaciones de soja, y el saldo de la campaña es decepcionante.

Eso explica que, a esta altura del año, el Banco Central haya sumado ayer apenas 59 millones de dólares, y que el saldo de las ruedas de la semana pasada haya sido igualmente flaco: +11 millones, +56 millones, +84 millones, +38 millones y –52 millones –sí, negativo– entre el lunes y el viernes.

De ese modo, mayo terminó con una incorporación de reservas menor que las de marzo y abril, y se espera que el final de la temporada alta de la oleaginosa, en algo más de un mes, convierta a la autoridad monetaria en vendedora neta de divisas. Mucho más si, como se teme, China se niega a renovar el swap cambiario y se impone devolver la friolera de 4.900 millones de dólares. Así, salir del cepo y avanzar en proyectos como la arriesgada dolarización silvestre parecen fantasías.

Esto se vincula, a su vez, con un tema de fondo de ese programa meramente financiero –esto es, no integral– que constituye el Caputazo: el nivel del tipo de cambio. ¿El dólar oficial ya está atrasado?

Una nueva devaluación brusca del peso sería un drama.

Para el Gobierno, porque provocaría remarcaciones de precios de segunda vuelta y desandaría buena parte del camino recorrido en términos de reducción de la inflación y del déficit fiscal; para la sociedad, porque cada salto del billete verde la hace más y más pobre.

No hay margen social y político en este sentido: según la UCA, la pobreza alcanzó en el primer trimestre al 55% de la población –más de 25 millones de argentinos– y la indigencia, a 17,5% –8 millones–. Así, el primero de esos indicadores trepó más de diez puntos y el segundo, casi ocho como producto de la megadevaluación de diciembre, y la motosierra y la licuadora de las que se vanagloria el mandatario ultraderechista. Aun así, la Casa Rosada, el Palacio de Hacienda y Capital Humano se empecinan en recortar una ayuda alimentaria que, aun con miopía, deberían pensar en términos de gobernabilidad.

La herencia fue pésima, sí, pero eso Milei lo hizo.

Lamentablemente, más allá de las limitaciones sociales, la cuestión cambiaria está planteada y se suma a las dudas del mercado. El desmesurado salto del dólar de 118% provocó a fin de 2023 un fogonazo inflacionario, el 25,5% de diciembre y lo que siguió. Esa ganancia inicial de competitividad para las exportaciones luego se fue consumiendo por el propio aumento de los precios internos y por la decisión de Caputo de prácticamente anclar el oficial al actualizarlo a apenas el 2% mensual, radicalmente por debajo de la inflación.

Que haya o no atraso cambiario puede ser respondido de dos maneras: o con series históricas de la evolución del tipo de cambio real multilateral o, de modo más pedestre, por las reacciones de los agentes económicos aludidos.

¿Malo, malo, malo eres?

El complejo sojero liquidó el mes pasado exportaciones por 2.612 millones de dólares, un 37% menos que en el mismo mes de 2023, cuando el país se debatía en la peor sequía en un siglo. El dato, vinculado al festival del silobolsa, resulta contundente.

Si a eso se le suma el blend que les permite a los exportadores liquidar un 20% de sus dólares en el mercado libre del contado con liquidación (CCL), unos 10.000 millones de dólares, se explica que quede poco en las arcas del Central.

¿Se trata de pura maldad o codicia de esos agentes? No. Como los precios internacionales no son brillantes, el tipo de cambio se atrasa semana a semana frente a una inflación como la que sigue estragando al país, la propia lógica del blend ofrecido por el Gobierno incrementa la oferta en el mercado del CCL y limita su cotización, y no existen instrumentos de inversión rentables en pesos para asegurar el resultado de lo que se debe liquidar, pasa lo que pasa. Son, por ahora, espasmos; ¿se convertirán en tendencia sostenida?

La conclusión, que decanta de a poco, es que no se puede pretender tenerlo todo, y menos todo el tiempo: atrasar el tipo de cambio para usarlo como ancla para la inflación; valerse del cepo y de un esquema de liquidaciones para aplastar el CCL y la brecha con el dólar oficial, y bajar la tasa de interés para licuar de un plumazo los pasivos del Banco Central, los ahorros de los tenedores de plazos fijos, las jubilaciones y los salarios estatales.

El dogma de Milei y Caputo le pide demasiado a la realidad. Además, el Gobierno suma torpezas a repetición, mala gestión, un faccionalismo que lo pone de crisis en crisis permanente y una "política antiinflacionaria" basada en el cierre de pymes y en el empobrecimiento de jubilados y trabajadores. No hay que sorprenderse de que el camino se ponga ripioso y el futuro, trepidante.

 

 

* Para www.letrap.com.ar

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