La CGT endurece su discurso ante la reforma laboral que impulsa Milei

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • Javier Milei prepara el debate de la reforma laboral durante las sesiones extraordinarias.
  • La CGT, con nueva conducción, se declaró en abierta confrontación con el Gobierno.
  • Jorge Sola advirtió que si los buscan como adversarios, “los van a encontrar”.
  • El ministro Sturzenegger impulsa una modernización de las leyes para fomentar empleo y productividad.
  • Los gremios rechazan cualquier flexibilización o cambio en derechos adquiridos.
  • La disputa anticipa un fuerte conflicto político y sindical en el Congreso y las calles.

El Gobierno de Javier Milei prepara el terreno para un nuevo debate parlamentario: la reforma laboral. En vísperas de las sesiones extraordinarias del Congreso, la Confederación General del Trabajo (CGT) marcó con claridad su línea de resistencia. Jorge Sola, dirigente del Sindicato del Seguro y uno de los tres cosecretarios generales de la central, lanzó una advertencia directa: “Si nos buscan como adversarios políticos, nos van a encontrar”. La frase no solo expresa un desafío, sino también una declaración de principios frente al programa de modernización que impulsa la administración libertaria.

El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, es el encargado de delinear el nuevo esquema laboral que el Ejecutivo considera esencial para dinamizar el empleo y reducir los costos que, según su visión, asfixian la competitividad del sector privado. Pero los sindicatos no comparten ese diagnóstico. Desde la CGT sostienen que detrás del discurso de “modernización” se esconde un intento de desmantelar derechos conquistados, y prometen dar batalla tanto en el Congreso como en las calles.

“Hay un sector del Gobierno que cree que atomizando el poder sindical podrán avanzar en la quita de derechos. Nos vamos a oponer”, insistió Sola en declaraciones radiales. La advertencia se produce en un contexto en el que la nueva conducción de la CGT —integrada por Sola, Cristian Jerónimo (Vidrio) y Octavio Argüello (Camioneros)— busca revalidar su rol como contrapoder político, tras varios años de desgaste y pérdida de representatividad.

Jerónimo, por su parte, fue igual de tajante: “No aceptaremos ninguna propuesta alocada ni regresiva”. En alusión a las versiones que circulan sobre posibles cambios en las jornadas laborales, los regímenes de indemnización o los sistemas de productividad, el dirigente afirmó que “si el Presidente quiere que el país esté entre los desarrollados, debe empezar por respetar los derechos de los trabajadores”.

El Ejecutivo insiste en que el objetivo no es recortar derechos, sino adecuar las normas a una economía que requiere más flexibilidad y agilidad para competir globalmente. “El régimen actual castiga la productividad, desalienta la contratación y protege más a las cúpulas sindicales que al trabajador común”, planteó Sturzenegger en una reciente exposición. Desde su cartera consideran que los convenios colectivos en su formato actual se convirtieron en una traba para la creación de empleo formal, especialmente entre los jóvenes.

La CGT, sin embargo, no parece dispuesta a ceder terreno. Desde su relanzamiento con nueva conducción, la central obrera intenta recuperar peso político y volver a ser un actor central en la negociación con el Estado. Su discurso de confrontación se articula en torno a la defensa del “modelo de derechos” que, aseguran, está en riesgo por las políticas de ajuste y desregulación que promueve el Gobierno.

La estrategia de Milei es avanzar con la reforma laboral dentro de un paquete más amplio de transformaciones que incluiría modificaciones en materia tributaria y penal. El Presidente considera que estas reformas son necesarias para consolidar el rumbo económico, atraer inversiones y reducir la informalidad. En Balcarce 50 sostienen que el país necesita “reglas laborales del siglo XXI”, más adaptadas a un mercado global competitivo y menos condicionadas por estructuras sindicales tradicionales.

El enfrentamiento con la CGT promete ser uno de los capítulos más intensos del año político. Con la economía en proceso de estabilización y un Congreso fragmentado, el Gobierno buscará apoyos entre sectores del peronismo moderado y del radicalismo para lograr consensos mínimos. Del otro lado, la central sindical apuesta a reeditar su poder de movilización, mientras intenta reconectar con trabajadores que se sienten cada vez más alejados de las estructuras gremiales.

La tensión entre el Gobierno y la CGT reaviva un clásico conflicto de la política argentina: el pulso entre la modernización económica y la defensa del statu quo laboral. Un duelo que, a diferencia de otras épocas, encuentra a los sindicatos con menos fuerza territorial, pero todavía con capacidad de presión suficiente como para incomodar a cualquier gestión.

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