
El Senado revive la pulseada por los DNU y deja expuesto un sorpresivo giro del kirchnerismo
POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior

- La Comisión de Asuntos Constitucionales dictaminó ratificar el texto original que limita los DNU.
- Radicales y peronistas disidentes impulsaron la medida; el kirchnerismo firmó “en disidencia”.
- El proyecto impone un plazo de 90 días y mayoría absoluta de ambas Cámaras para validar los decretos.
- Florencia López advirtió que insistir con el texto original podría llevar a un veto presidencial.
- Sin el apoyo pleno del Frente de Todos, el Senado no alcanzaría los dos tercios necesarios.
- La iniciativa busca acotar un mecanismo creado en 2006 y usado por todos los gobiernos posteriores.
La Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado reavivó este martes la tensión entre oficialismo y oposición al dictaminar la ratificación del texto original de la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU). La iniciativa, impulsada por radicales y peronistas disidentes, busca acotar los tiempos y el margen de acción del Poder Ejecutivo, una movida que apunta directamente al estilo de gobierno de Javier Milei. Pero la nota la dio el kirchnerismo, que acompañó en disidencia y sembró dudas sobre lo que sucederá cuando la discusión llegue al recinto.
El texto aprobado en septiembre pasado por la Cámara alta había sido modificado por Diputados, y el paso dado ayer implica una intención de insistir con la versión original. Según el procedimiento parlamentario, cuando una Cámara introduce cambios a una ley aprobada por la otra, la de origen puede aceptar esas modificaciones o ratificar su propio texto. Eso último fue lo que resolvieron, en una sesión cargada de mensajes políticos, los senadores encabezados por Alejandra Vigo —presidenta de la comisión y representante del peronismo cordobés— y Eduardo Vischi, jefe del bloque radical.
La gran sorpresa fue la posición de la riojana Florencia López, del Frente de Todos, quien optó por firmar el dictamen “en disidencia” para no trabar el avance del tema, pero dejó claro que su bloque prefiere la redacción votada por Diputados. López advirtió que “insistir sobre el mismo texto sin escuchar a la Cámara baja” podría llevar a que la ley “dure poco”, en alusión a un posible veto del Ejecutivo. Sus argumentos, sin embargo, no convencieron al resto de los presentes, que interpretaron su movimiento como una señal de diálogo indirecto con el Gobierno.
El gesto encendió alarmas en la oposición. “Es rarísima esta jugada”, comentaron cerca de Vigo y Vischi, quienes ven en el kirchnerismo un interlocutor impredecible. Lo paradójico es que los llamados “exdialoguistas” del peronismo no K, que hasta hace poco mantenían puentes con la Casa Rosada, ahora se ubican entre los más duros críticos del oficialismo. “El mundo del revés”, ironizó uno de ellos al cierre de la jornada.
El proyecto en cuestión propone una modificación sustancial: los DNU deberían ser aprobados en un plazo máximo de 90 días corridos, y con mayoría absoluta de ambas Cámaras. Si una sola de ellas los rechaza, el decreto perdería validez, aunque se respetarían los derechos adquiridos mientras estuvo en vigor. Además, cada DNU debería referirse a una sola materia, para evitar la práctica habitual de incluir múltiples temas en un mismo texto.
La norma, de avanzar, significaría un cambio estructural sobre la ley vigente desde 2006, impulsada entonces por Cristina Fernández de Kirchner. Aquella legislación permitió que los DNU siguieran activos mientras no fueran rechazados por ambas Cámaras, una herramienta utilizada sin distinción por todos los gobiernos posteriores. Según la oposición, el actual Presidente “abusó” del mecanismo durante sus primeros meses de gestión, lo que motivó el intento de establecer límites claros.
En Diputados, el artículo más polémico —el de los 90 días— no alcanzó la mayoría absoluta, lo que abrió la puerta a las modificaciones que ahora el Senado pretende revertir. “Sin ese plazo, y con una Cámara más favorable al Gobierno desde diciembre, un DNU podría resistir sin control”, argumentan desde la UCR. Por eso, la apuesta de los opositores es mantener el texto original, pese al riesgo de que el Ejecutivo lo vete.
El desafío será alcanzar los dos tercios de los votos en el recinto, el mismo número que en septiembre le permitió a la oposición imponerse. Esa cifra, hoy, luce difícil sin el apoyo pleno del Frente de Todos. La posición de López, avalada por referentes como Mariano Recalde, dejó abierta la puerta a una negociación futura. “Claramente, la conversación no es con nosotros. Es con los K”, se quejó un senador disidente.
La definición podría conocerse en los próximos días, cuando se decida si el tema llega al recinto antes del recambio legislativo. En caso de que eso ocurra, el debate promete ser una nueva prueba de fuego para la relación entre el Senado y la Casa Rosada, y para las tensas alianzas internas que siguen reconfigurando el mapa político en el Congreso.





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