Presupuesto 2026: entre el optimismo de Milei y las dudas sobre el financiamiento de las partidas sociales

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • Milei presentó un presupuesto enfocado en disciplina fiscal, priorizando el superávit y sin margen claro para reducir impuestos.
  • La partida de jubilaciones es la de mayor peso, representando el 39% del gasto primario corriente, seguida por salud, educación y pensiones.
  • Otros rubros con posible ajuste incluyen asistencia social (14% del gasto), subsidios a servicios públicos (10%) y masa salarial del Estado (15%).
  • Se proyecta un crecimiento económico optimista del 7% para 2026, superior al 5% esperado por el mercado, pese al deterioro de la recaudación.
  • La estrategia política busca suavizar el mensaje de ajuste antes de las elecciones, evitando confrontaciones directas con provincias y oposición.
  • El mercado reaccionó con cautela: bonos en baja, riesgo país elevado y dudas sobre la disponibilidad de divisas y capacidad de pago de la deuda.

Tras la presentación del Presupuesto 2026, surge una pregunta inevitable: si las partidas más sensibles, como jubilaciones, salud pública, pensiones por discapacidad, educación y universidades, recibirán mejoras reales, ¿quién pagará la cuenta? La respuesta, implícita en el discurso del presidente Javier Milei, apunta a un marco de estricta disciplina fiscal, donde cualquier gasto adicional deberá compensarse con recortes en otras áreas.

En su repaso del primer año de gestión, Milei destacó que se logró reducir el gasto del gobierno central por debajo del de las provincias y, al mismo tiempo, aliviar la presión tributaria sobre el sector privado. Sin embargo, esto deja entrever que no hay margen para una baja de impuestos significativa en 2026, pese a su pronóstico de crecimiento económico de 7%, cifra que contrasta con el pesimismo general del mercado, que recalcula a la baja su estimación inicial de 5% para el PBI de 2025.

La recaudación impositiva reciente muestra un deterioro progresivo, con variaciones negativas respecto del año anterior. Aunque Milei no definió un objetivo explícito de superávit primario, subrayó que debe ser suficiente para financiar los pagos de intereses de la deuda, lo que sugiere la intención de alcanzar un superávit mayor al actual 2,2% del PBI.

El peso de las partidas sociales

Dentro del presupuesto, la partida más significativa es la de jubilaciones, que representa el 39% del gasto primario corriente. Su incremento real implicaría que, aun sin modificar otros rubros, el presupuesto total crecería un 1,9% por encima de la inflación. Otros rubros como salud, educación y pensiones por discapacidad suman aproximadamente un 5% del total, aportando apenas medio punto en términos reales.

El desafío, entonces, será cómo compensar estos gastos adicionales. La lógica fiscal del gobierno indica que áreas como asistencia social, subsidios a servicios públicos y masa salarial de empleados públicos podrían enfrentar ajustes. El rubro de asistencia social, que representa un 14% del gasto primario, podría ver un recorte impulsado por recomendaciones del FMI para “mejorar la eficiencia”, limitando los beneficios a quienes realmente los necesiten.

Los subsidios a servicios públicos, aunque ya reducidos un 26% en energía este año, siguen representando cerca del 10% del gasto y podrían ser objeto de nuevas restricciones. Asimismo, la masa salarial del Estado nacional, excluyendo provincias y municipios, concentra un 15% del gasto corriente y tradicionalmente ha sido una variable de ajuste mediante subestimación de la inflación para contener el costo de paritarias.

Entre la prudencia política y el ajuste fiscal

El gobierno parece consciente de los límites de tensión con las provincias. El envío previo de fondos a gobernadores sugiere que se anticipa la necesidad de negociación y cierta flexibilidad fiscal. Al mismo tiempo, el discurso presidencial buscó un tono optimista, evitando referencias directas a recortes o a la “casta” política, en un intento de suavizar el ajuste y recuperar apoyo antes de las elecciones, en un contexto donde el 50% de la población manifiesta malestar por el bajo poder adquisitivo y la inestabilidad laboral.

Reacciones del mercado y los desafíos pendientes

En el plano financiero, el mercado reaccionó con cautela. Los bonos de deuda soberana cayeron y el índice de riesgo país se aproxima a 1.200 puntos, reflejando dudas sobre la capacidad del Tesoro para cumplir con los vencimientos de deuda previstos para 2026, que ascienden a u$s18.000 millones. La ausencia de anuncios sobre reformas tributaria o laboral, así como sobre medidas cambiarias y de tasas de interés, generó desilusión en inversores que esperaban señales más concretas de gestión económica.

Los temores se centran en un posible uso de reservas del Banco Central, prestadas por el FMI, para afrontar pagos, lo que reduciría la disponibilidad de divisas y podría derivar en expansión monetaria si la holgura fiscal resulta menor a la prevista.

En síntesis, el Presupuesto 2026 de Milei combina optimismo político y proyecciones de crecimiento con la advertencia de un ajuste fiscal inevitable en áreas estratégicas. La capacidad del gobierno para equilibrar el gasto social con la necesidad de superávit primario será clave para sostener la confianza política y financiera en los próximos meses.

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