


Por Juan Palos
"Es innegable que los discapacitados, al igual que los jubilados, han sido utilizados como herramientas políticas por aquellos que nunca se preocuparon verdaderamente por sus necesidades. Esta situación refleja una falta de compromiso real y una opportunidad constante en un país que clama por un cambio significativo."
La intención de la oposición de revertir el veto presidencial a la ley de Discapacidad y al aumento de las jubilaciones se presenta no solo como un intento legítimo de política pública, sino más bien como una estrategia de oportunismo político en el contexto de una campaña electoral sumamente polarizada. Este fenómeno refleja una dinámica compleja en la que las preocupaciones reales de la ciudadanía pueden quedar subsumidas por la lucha por el poder.
En primer lugar, es fundamental comprender la situación actual de los jubilados en Argentina. Durante años, las políticas de austeridad y recortes implementadas por diversos gobiernos han llevado a que las jubilaciones sean, en muchos casos, insuficientes para cubrir las necesidades básicas de quienes trabajaron toda su vida. Hoy en día, el promedio de la jubilación es tan bajo que muchos jubilados se ven forzados a vivir en condiciones precarias, dependiendo de la ayuda de familiares para subsistir. La oposición, que en otras gestiones fue parte de un modelo que favoreció el enriquecimiento de unos pocos, viniendo de un sistema que desfinanció las cajas de jubilaciones, intenta ahora capitalizar el descontento social en un contexto electoral.
Hay que mencionar que la retórica de la oposición en defensa de los jubilados suena a menudo desconectada de su propio historial. Quienes hoy se presentan como defensores de los derechos de este grupo vulnerable fueron, en su momento, cómplices de un sistema que no solo precarizó las jubilaciones, sino que además, socavó la confianza en las instituciones encargadas de garantizar el bienestar de la población. Esta falta de coherencia ha generado desconfianza entre muchos argentinos, que perciben una manipulación de las luchas sociales en favor de intereses políticos. Ni que hablar de los discapacitados: nunca, jamás, ninguno de los que hoy se lavan la boca en su defensa se preocuparon por nada que los compenda. Hoy con los jubilados y los discapacitados solo hacen política, son los eternos oportunistas de un país que pide a gritos que se vayan de una vez y no vuelvan más.
En cuanto a la administración del presidente Milei, su gestión ha comenzado a mostrar signos de una cierta estabilización de la inflación, uno de los problemas más críticos que afectan el poder adquisitivo de los argentinos. Si bien es cierto que su gobierno lleva poco más de un año y medio, ya se están viendo algunos resultados, aunque el camino hacia una recuperación económica sostenible es largo y complejo. La percepción de que la oposición es la responsable de muchos de los problemas que enfrenta el país se fortalece en este contexto, ya que muchos ciudadanos parecen ver una clara distinción entre las políticas pasadas y las actuales.
Sin embargo, es importante señalar que la polarización y la falta de diálogo constructivo entre el gobierno y la oposición solo sirven para agravar la crisis. Si bien la oposición tiene un papel en cuestionar y fiscalizar al gobierno, se debería do de manera constructiva y no solo desde el oportunismo electoral. El desprestigio mutuo solo alimenta la desconfianza en el sistema democrático y en las instituciones, lo cual es particularmente dañino para una nación que necesita cohesión y unidad para superar sus desafíos.
Hay una necesidad urgente de un debate honesto y respetuoso sobre el futuro de Argentina. La hipocresía en política puede engañar a corto plazo, pero a la larga solo genera más desapego e insatisfacción en la ciudadanía. Tanto el gobierno como la oposición deben rendir cuentas por sus acciones y trabajar juntos, en lugar de seguir alimentando la frustración y la división. Es vital que ambos lados reconozcan que el bienestar de los argentinos trasciende la lucha por el poder y que la verdadera política debe centrarse en el servicio a la comunidad.








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