La devaluación en Brasil no movió al mercado cambiario local pero agravó el costo del dólar barato
ECONOMÍA David FRENKELAunque la devaluación del real brasileño, que ayer rozó una paridad de BRL 6 por dólar, no tuvo mayor impacto para los activos argentinos, la escalada del billete en el país vecino reaviva la discusión por el nivel de tipo de cambio en la Argentina. Es que, mientras las dudas sobre el rumbo económico del gobierno de Inacio Lula Da Silva y la mala repercusión que tuvo ayer en el mercado el paquete fiscal anunciado por su equipo económico presionan al alza el dólar, de este lado de la frontera la economía recorre el camino inverso.
A diferencia de otros períodos, en los que el efecto contagio de alguna crisis en cualquier país emergente resultaba inmediato y, la mayor parte de las veces, fulminante para la Argentina, el mercado doméstico atraviesa un período de bonanza que limitó el impacto a la Bolsa y en menor medida los bonos, disociado del resto de la región donde el impacto por triunfo de Trump en Estados Unidos sigue haciéndose sentir y agrava, además, las vicisitudes específicas de la economía brasileña.
Sin embargo, convivir con la devaluación en el principal socio comercial tendrá, más temprano que tarde, efectos nocivos. La relación entre el peso argentino y el real brasileño nunca fue tan baja desde la Convertibilidad, según apuntó el analista Salvador Vitelli.
La señal más inmediata ya se percibe, con el abaratamiento del turismo a Brasil y que llevará a que muchos argentinos opten por ese destino este verano. En términos macroeconómicos, potenciará el déficit de la balanza turística, que ya asuma con un rojo de USD 8.000 millones para este año. “Hace 22 años que no era tan barato como hoy irse de vacaciones a Brasil”, explicó Vitelli.
Pero el mayor costo podría ser para la actividad. Las exportaciones argentinas hacia Brasil se encarecen aún más, con la dificultad que eso conlleva para mantener el mercado. Al mismo tiempo, las importaciones desde ese país se abaratan para el mercado local. Eso en el marco de una política oficial que apunta a facilitar las importaciones con el objetivo de mantener a raya la inflación.
Corolario, la balanza comercial, ya deficitaria con Brasil, podría empeorar. De hecho, la balanza comercial con Brasil marcó en octubre su tercer mes consecutivo en rojo y revirtió la tendencia de la primera parte del año. El déficit comercial fue de USD 119 millones, lo que implicó para el mes pasado una reducción del desequilibrio tras anotar USD 182 millones negativos de septiembre pero, a pesar de eso, la merma de las importaciones y el aumento de las exportaciones del agro no alcanzaron para compensar el el crecimiento de las compras al exterior en otros rubros. De todos modos, por ahora, el rojo sigue siendo más acotado que el año pasado, cuando durante el mismo mes registró USD 167 millones de déficit.
Al menos en el frente financiero, la salida de capitales que podría profundizarse en los próximos días en el país vecino no aqueja, cepo mediante, al mercado doméstico. Pero de persistir, la presión cambiaria terminará por impactar y es ése uno de los principales riesgos que enfrenta el esquema económico actual.
Por lo pronto, el dólar se disparó en Brasil y el real tocó un mínimo histórico al rozar los BRL 6 antes de la presentación de un paquete fiscal, que incluye un impuesto a los superricos y el pago del equivalente local del impuesto a las Ganancias a los salarios a partir de BRL 5.000 (USD 842 al tipo de cambio de ayer).
También el Bovespa, la bolsa brasileña, tuvo un mal desempeño, con una caída de 1.6 % en la jornada. El telón de fondo a la desconfianza de los inversores es el desborde de las cuentas públicas brasileñas, que alcanzó un nivel de déficit que el mercado no tolera y que llevó al ministro de Economía de ese país, Fernando Haddad, a anunciar un paquete de ajuste que no terminó de convencer a los inversores sino más bien lo contrario.
Fuente: Infobae