




Por Mariano Di Bártolo
Ellas tuvieron la culpa.
Un acto de Justicia. El que realizó la Universidad Nacional de Córdoba distinguiendo a Jairo con el reconocimiento por su trayectoria. Ratificando que es un estandarte de la música popular hecha poesía. Pocos son los mortales que ponen la voz pero en realidad tiene la virtud de cantar con las “tripas” y con el corazón galopando.
Mario Rubén González (74) es sin, dudas un baluartes que le quedan a la América del Sur que se ha codeado con figuras que trascendieron los umbrales de la música. Por decir, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Astor Piazzola entre otros por supuesto. De más allá y más acá.
Hasta tuvo la dicha de que el propio Jorge Luis Borges colocara la fina y controvertida atención para convertir su obra en pentagramas para que el hombre de Cruz del Eje lo pusiera en su garganta.
Repasando sus palabras tras recibir el galardón de la Casa de Trejo orgullosamente, Jairo en vez de reparar en sus más de 50 años de carrera, fue más atrás. Recordó aquella maestra de grado del “terruño querido” como decía su colega pampeano Alberto Cortez, para depositar en ella la responsabilidad de haber visto sus cualidades en la más pura niñez.
Recordó que fue una de ellas la que lo seleccionó para que cantara en un acto escolar y le terminó encendiendo la llama sagrada. “Son los docentes los que detectan precozmente las condiciones de los niños. A la par el trabajo de la familia”, reconoce “el trovador”.
Seguramente esa mujer preparada para enfrentar la vida con lanza de vocación, recibió la preparación académica justa. El resto lo aportó su valor agregado de humanidad latente. Detenerse y advertir lo bueno y lo malo.
Ni por el sueldo ni por un cargo superior. Reitero; solemne vocación. Misión magnánima la de los educadores argentinos que resisten sobre el “ring” del aula los “golpes más bajos”. Engolan frente al rival, pero el árbitro ni “estornuda”. Léase, Estados con poderes ausentes, sociedad anestesiada. Coctel perfecto para que se produzca la explosión de ignorancia o la implosión de que acarrea la anomia.
En estos días miraba a un “pintado” productor de televisión de Buenos Aires en un “video viral” inducir a un conductor de programa darle algunas indicaciones para su nuevo ciclo. Entre otras cosas, le decía “no te auto referencies...” Etc. Pero como él está en la “capi” y seguramente su agenda no le permitirá leer estos párrafos, yo si lo haré y compartiré la historia: dos mujeres y yo.
Gloria y Marta.
La señorita Gloria Farci y Marta Abregú. De quinto y sexto grado del Colegio San Buenaventrura de la ciudad de Córdoba. Tratando de ser lo menos “narcisista” posiblecontaré los dos disparadores que tuve para entrar en el oficio de la comunicación y que aunque se parece al de Jairo (sin pretender tampoco compararme con él, de ningún modo), pero que sirve para ratificar sus dichos a la hora de recibir el premio y entiendo que serviría hoy para tal vez “despabilar” si es que hiciera falta a algún maestro, educando y padres.
Una siesta (concurría en turno vespertino) la señorita Gloria a cargo del aula excepcionalmente porque había faltado quien debía darnos clases, se hizo cargo de nosotros. Lejos de mandarnos al patio en hora libre nos dijo: “Quiero una redacción, tema libre”. A pesar que nos enseñaba matemáticas. “Uhhh…” Se sintió al unísono en el “grado” del primer piso del edificio de Ituzaingó 292. Aun valían las monedas y esa tarde yendo al colegio caminando, se me habían caído de manera furibunda una puñado. La mini “catástrofe” (Así lo sentí) duró segundo. Pude recuperar casi todas. Una, se fue por una alcantarilla.
Y ese fue el título de mi redacción libre y dolida por lo acontecido. “Una moneda Perdida.” Y relaté el camino que imaginé tuvo de ese pedazo de níquel por las tuberías de la ciudad.
Quince minutos antes de finalizar el modulo, Gloria retiró las hojas y prometió calificarlas. El resultado al otro día en su espacio. Fue así. Empezó devolver las redacciones mientras hacía algunos comentarios. La mía fue la última en entregar. Mi sorpresa fue cuando me convocó al frente y me dijo en voz baja que le había encantado. Acto seguida pidió silencio y me la hizo leer al frente de todos mis compañeros.
Cuando concluí me preguntó: ¿Qué quiere ser cuando sea grande? Periodista o médico le contesté. “Mmmm”, dijo!“Como me gusta la primera”, afirmó. Esa tarde volví a los saltos de felicidad. Que fabulosa sensación.
La señorita Marta Abregú llegó para hacer una suplencia. Amalia, la titular, tendría su primer hijo. Ya con ella la cuestión fue más puntual. La materia era “Lenguas”. Le encantaba inducirnos a comprender los textos. Destacaba nuestras virtudes y era implacable a la hora de subsanar uno que otro errorcito.
Situación parecida. Redacción, pero con consignas que ella daba. Solos el “pupitre”, la hoja Rivadavia y la lapicera “BIC” de color azul. Ahí ya no recuerdo el título. Pero si tengo presente que ella mejoró la oferta.
“Siempre que te escucho leer en voz alta me parece que lo haces por Radio…” En rigor, estaba a pleno con loscambios hormonales de una pre adolescencia. La verdad que aún hoy no entiendo que percibía ella. Un año después del comentario de la señorita Gloria, llegó ella con esto. Si la anterior sensación había sido fabulosa; esta ya era colosal.
Sin dudas estas señoras maestras advertían algo. Me lo decía y me incitaban a buscar más allá de la “punta de la nariz.” Cumplieron un rol fundamental en mi vida. Una nobleza absoluta que se multiplicaba con el resto de los compañeros.
Me encantaría que sepan que las recuerdo, que trascendieron en mí, en nosotros y nuestras vocaciones.
Aclaro, que si algo no está bien redactado aquí no es culpa ni de Gloria ni de Marta que hicieron todo lo posible para que estuviera bien hecho. Más bien como dicen el maestro de locutores y periodistas Hernán Rapela al terminar sus programas de Radio: “Si Algo No Ha Salido Bien… Endílguenmelo.”



Milei se volvió a mostrar en campaña con Adorni: “No se dejen psicopatear con la mentira de Ficha Limpia”


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“Nadie quiere morir... Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar allí”
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