Por Ramón GÓMEZ
A los que recuerdan aquella vieja canción que tenía entre sus estrofas eso de que "vos sos un gordo bueno". Eso a Roldán le caía como anillo al dedo. Más allá del boxeo era un tipo solidario, que siempre estaba con los pibes para atender sus necesidades, realizaba múltiples donaciones a las iglesias de la zona de San Francisco o se ponía a sacar agua de los campos anegados cuando llegó una inundación a Freyre. Era tambero, pero no quería saber nada con ordeñar las vacas. Martillo era amante de los asados con los amigos y una vez le contó a Clarín que era "capaz de comerse una vaca entera".
Freyre es el lugar donde nació este campeonísimo del boxeo, una localidad situada en el departamento de San Justo, en la provincia de Córdoba, situada a 30 km de la ciudad de San Francisco y a 240 km de Córdoba capital. Allí la gente siempre lo respeto y cuando boxeaba en Córdoba eran caravana de camiones, micros y automóviles los que iban a alentarlo. Y en la cancha de Juniors o en el ring de Redes Cordobesas sus hinchas coreaban su nombre sin cesar. A veces le decían "el increíble Hulk", por su similitud con el personaje de la serie de televisión. Y en el ring siempre iba al frente, sin importarte que le metieran un contragolpe que pudiese derribarlo.
Tantos recuerdos con Martillo surgen que no me alcanzarías los días para contarlos Tantos asados compartidos en San francisco... "¿Dale Negro (por este periodista) que se me queman las mollejas", me gritaba por el celular para que llegara a punto para una ceremonia que para él era un ritual. Y después nos íbamos a la cancha de Sportivo Belgrano, del cual era hincha y tomaba varias gaseosas mientras miraba el partido.
Una vez, en una que hice en el Diario Clarín, habló de su ex manager que se había quedado con un dinero de Roldan. Los abogados del ex amigo enviaron una carta documento a la redacción de Clarín. Cuando me lo comentaron preguntándome si iba a ir a declarar, respondí: "Yo soy periodista y lo que está escrito es lo que vale. No voy a ir a ese juicio porque soy amigo de Roldán y creo en su palabra".
Roldán fue el último gran noqueador del boxeo argentino. Sus peleas mundialistas de la década de 80 contra los campeones mundiales Marvin Hagler y Thomas Hearns, en Las Vegas, lograron las cifras máximas en contratos televisivos y publicitarios.
Juan Domingo Martillo Roldán cuando tiró a Marvin Hagler en Las Vegas. Foto: Archivo Clarín.
Este Gordo bueno siempre estará a nuestro lado con esa sonrisa gigante que le iluminaba el rostro siempre. Y nunca olvidaré el relato de la pelea con el "Oso Bongo", de 270 kilos y parte del circo del húngaro Igor que visitaba la ciudad y que terminó en un empate tras dos rounds de dos minutos.
Nunca le tuvo miedo a nada, ni siquiera que su padre Don Justo lo cacheteara después de enterarse de esa pelea con el oso. "Esos cachetazos me hicieron más hombre y por eso siempre le estaré agradecido a mi viejo que me acompaña desde el cielo", me dijo. Así era Roldán, un amigo que me ha dejado acongojado pero con la satisfacción de haber vivido tantos lindos momentos en esta vida.