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Es cuestión de fe, ocurre siempre con la gente que sueña con un milagro

MIRADAS Ramón GÓMEZ
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Chiqui Tapia es otro de los devotos de la Difunta Deolinda Correa

RAMÓN GÓMEZPor Ramón GÓMEZ

Hace muy poco tiempo, apenas unos días luego de obtener la Copa del Mundo, el presidente de la AFA fue a ofrendarle la copa tan deseada a la Difunta Correa y cumplir con su promesa. El mandamás de AFA fue muy claro: "Si no cumplís con la promesa, "Deolina te la cobra".

No es la primera copa que Tapia le lleva a Deolinda Correa,la santa más santa, aunque algunos digan pagana, que tenemos. El ascenso de Barracas Central a la Primera B Nacional, la Copa América 2021, la Finalísima y la camiseta de Messi firmada por todo el equipo, también fueron en las manos de Tapia hasta el santuario de la localidad de Vallecito, en el municipio de Caucete, a 60 kilómetros de la capital de San Juan.

La fe del mundo del deporte por esta "santa" no es nueva, quiero contarles algunas experiencias, es una cuestión de fe, ocurre siempre con la gente que sueña con un milagro.

Es una cuestión de fe. El gran Nicolino Locche, muy enfermo, viajó desde Mendoza hasta San Juan y llegó como pudo hasta la Difunta Correa. Y pidió que le alcanzarán los guantes que usó la noche que fue campeón del mundo, allá en Japón. El administrador del lugar, Daniel Rojas se los colocó en las manos, y el Intocable balbuceó: "Qué pesados son". ¡Y pensar que Nicolino los usó para ser campeón! Locche era un admirador y muy devoto de la Difunta Correa.

 
Las promesas se deben cumplir. Diego Armando Maradona le pidió a la Difunta dar la vuelta olímpica con la camiseta de Boca. Diego la envió con la firma y el agradecimiento. "El no viajó a San Juan, pero cumplió con la promesa", informó el funcionario a Clarín. Uno de los promesantes asiduos es Ramón Angel Díaz. Cada vez que visita La Rioja, el Pelado se llega hasta el santuario de "la difuntita", como dicen los sanjuaninos. "Prefiere pasar inadvertido, pero siempre se acerca por la administración a dejar algo. Ya tenemos dos camisetas de Ramón. Una de River y la otra del Yokohama Marinos", cuenta Rojas.

Camisetas de todo tipo están guardadas en grandes armarios y envueltas en celofán para que no se ensucien. Impacta una de Aldo Pedro Duscher, en una gran cuadro. Es la del Deportivo, con el número "4" y con la leyenda: "Gracias, Difunta". Otra del Cabezón Ruggeri, cuando jugaba en San Lorenzo. Hay sombreros mexicanos que los llevó Héctor Artico, aquel que jugó en Talleres y River. La lista es interminable. Panchito Rivadero también prometió la camiseta y un día viajó desde Córdoba hasta Vallecito.

Marcelo Gallardo, después de debutar en River Plate, acercó una foto autografiada y la camiseta, con el agradecimiento respectivo. Hay banderas, gorros, pañuelos y cuadros de Racing de Avellaneda cuando salió campeón; también de Independiente y San Lorenzo. No faltan leyendas de clubes de San Juan, Mendoza y La Rioja. De San Martín, Desamparados, Godoy Cruz, Independiente Rivadavia, entre otros. Y un montón de copas, medallas y plaquetas de aquellos ciclistas que le pidieron a la Difunta "una ayuda para llegar a la meta en una competencia".

La gente cree y tiene mucha fe. El administrador puede contar algunas historias, pero dice que hay muchas anónimas. "Una vez un jugador de Belgrano de Córdoba nos acercó un montón de kilos de azúcar, pero no nos dio el nombre", dice Rojas. Aclaró que por año pasan por Vallecito más de un millón de personas y que en todo el país hay cinco millones de devotos. "Llegan chilenos, bolivianos, paraguayos, brasileros y de otros lugares del mundo. Esto crece día a día..."

Hace unos años, un señor que no caminaba bien le prometió a la Difunta que si "mejoraba donaba un camión Scania". Y empezó a caminar bien y llevó su camión para que Vallecito pudiera transportar agua desde Caucete, a 30 kilómetros del lugar. Otro señor donó un BMW y lo rifaron. El presupuesto por año es de 750 mil pesos. Pero la gente también deja oro, plata, dinero, ropa, automóviles, material didáctico, ladrillos, arena, cal, entre otras cosas. El gobierno sanjuanino apoya, incluso con un tramo de cañería para que Vallecito tuviera agua corriente.

En una caja fuerte están las cosas de valor. Un tapiz de la "última cena" tiene un valor de 50 mil dólares, entre otras cosas. Una túnica fue bordada con hilos de oro y el propietario la dejó anónimamente. Cuentan en San Juan que todos deben pasar por Vallecito y no deben sustraer nada de la Difunta. A veces los micros o los coches sufren desperfectos hasta que no devuelven lo que se llevaron, el colectivo o el automóvil no sigue. "Eso lo dicen los choferes", aclaró Rojas. 

Es cuestión de fe, ocurre siempre con la gente que sueña con un milagro.

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