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La pesadilla sin fin de Raúl Balbo, el padre del hincha de Belgrano que asesinaron en el Kempes

MIRADAS 04/06/2023 Ramón GÓMEZ
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Ramón GómezPor Ramón GÓMEZ

"Me pasé una semana completa en cama con una depresión total. Lloré mucho. Nada ni nadie me podía consolar. Me despertaban y no les daba bola. Sólo me levanté para ir al baño y tomar agua. En ese momento se me cruzaba por la cabeza la idea de matarme. Mi vida no tenía sentido. Pero nunca tuve el coraje para hacerlo". Raúl Balbo​ (50), con el corazón partido, cuenta en una charla íntima con Clarín que no puede salir de la pesadilla que comenzó el 25 de noviembre de 2012. Ese día, para la mayoría un día más, perdió a su hijo Agustín de 14 años y el mundo comenzó a derrumbarse.

El chico, uno de sus hijos, viajaba en una moto junto con Enrique Díaz (15). Los dos murieron tras haber sido embestidos por un auto que corría una picada por las calles de la ciudad de Córdoba. Oscar “Sapito” Gómez y Javier “Nina” Navarro fueron condenados a 4 años y 10 meses de prisión por esos homicidios en junio de 2017.

Sin embargo, dos meses antes de que se conociera el fallo judicial por aquella picada que acabó con la vida de los dos chicos, la muerte volvió a cruzar a los Balbo y al “Sapito” Gómez.

Emanuel (22), hermano mayor de Agustín, inició una disputa personal con el homicida, mientras esperaba en libertad su condena. Y la historia terminó de la peor manera. El 15 de abril de 2015 se vieron en las tribunas del Mario Kempes. Se jugaba el clásico cordobés, el primero con el estadio rebautizado por el torneo de Primera División, y Emanuel, a quien todos conocían como 'Keko', fue salvajemente atacado por un grupo de hinchas de Belgrano que creyeron que el joven era simpatizante de Talleres. Le dieron una feroz golpiza y, cuando intentaba escapar, lo arrojaron desde la popular Daniel Willington. Cayó por hueco desde 4 metros y golpeó la cabeza contra un caño. Ya en el piso y tras rodar por unas escaleras, volvió a ser atacado cuando era asistido por médicos. Uno de sus agresores, incluso, le robó las zapatillas.


Todo quedó registrado por las cámaras de seguridad del estadio. Emanuel, después de dos días de agonía, murió en el Hospital de Urgencias de Córdoba. Había sido el “Sapito” Gómez quien lo había señalado falsamente como hincha de Talleres. "¡Ese culiado es de Talleres. Ese culiado es una gallina! ¡Bajate o te mato! Es una gallina. ¡Tírenlo, tírenlo!", gritó Gómez antes del linchamiento.


El 8 de marzo de 2019, el “Sapito” Gómez recibió una condena de 15 años de prisión efectiva al ser considerado el instigador del homicidio. También fueron condenados como autores o coautores del crimen Matías Ezequiel Oliva, Martín Darío Vergara, Pablo Javier Robledo y Yamil Nahuel Salas. Hugo Acevedo, en cambio, fue condenado a 2 años de prisión condicional por el “hurto calamitoso” de las zapatillas de Emanuel. Pero, lejos de sentirse reconfortado por el fallo, el padre de los Balbo sigue atrapado en una pesadilla que parece no tener final.


Las muertes de Agustín y Emanuel dejaron atrapado a Raúl en una rueda de infortunios de la que con mucho trabajo intenta salir. En esos tiempos en los que apenas se levantaba de la cama se separó de su pareja. "Un día me despierto y Alejandra Mercado me anunció que se quería separar. Y así fue y te cuento que todavía la quiero porque es la madre de mis hijos. Nos casamos cuando Emanuel tenia dos años", rememora.

Son momentos en lo que todo sale mal para Balbo. Cuando cobró de la AFA el seguro del espectador por el asesinato de Emanuel, Raúl cuenta que depositó una parte del dinero en un banco para que quede resguardado para sus otros hijos -lo podrán cobrar cuando sean mayores-. Pero la otra parte la retuvo con la idea de invertir en un negocio con un conocido. El futuro socio se escapó con casi 300 mil pesos. "Me quedé seco. Ahora debo tres boletas de luz, de gas y agua. No puedo salir de está crisis”, cuenta al tiempo que aclara que su único vicio es el cigarrillo. 


En medio de la confusión, cuando siente que todo le sale mal, Balbo no está de acuerdo con las condenas que recibieron Gómez y los otros siete involucrados en el homicidio. "Aunque les hubiesen dado cien años y prisión perpetua nada me devuelve a mi hijo. No sé por qué está horda salvaje mató a mi hijo por ser supuestamente de hincha de otro equipo. Esto no debe suceder nunca más. Ni en un Belgrano-Talleres ni en un River-Boca ni tampoco en un Independiente-Racing. Mi hijo era del 'Celeste' y un violento como el 'Sapito' le gritó que era de Talleres y lo golpearon hasta matarlo. Yo me paré frente al tribunal el día que comenzó el juicio y apunté contra los acusados: 'Ahora parecen que son todos buenos, que no hicieron nada y que Emanuel fue a la cancha a matarse solo'”, se lamenta.

Balbo apunta también contra Acevedo, el hombre que le robó las zapatillas a Emanuel mientras agonizaba. "Este delincuente tiene un hijo discapacitado y no se las dio a él. Las tiró en un baldío. Por eso Alejandra le regaló las zapatillas. Fue un horror lo que hizo este tipo".


También recuerda una ocasión en la que se cruzó con Gómez después del homicidio de Agustín en la picada, mientras se dilataban los tiempos de la Justicia. "Lo encontré al 'Sapito' en una estación de servicio. Y lo encaré... Hacía rato que no veía un maratonista como este asesino y cobarde. Salió corriendo. Menos mal que no lo agarré. No sé qué hubiese pasado".

El hombre le agradece a Daniel 'Chiqui' Tapia, presidente de la AFA, "porque siempre se mantuvo al lado de la familia y agilizó los trámites del seguro". También anunció que planea desistir de los juicios contra Belgrano, Talleres y el gobierno de Córdoba: "Ellos no tuvieron nada que ver y tampoco mandaron a esos violentos a que asesinaran a mi hijo".


Hace un tiempo, para continuar con su racha negativa, Balbo chocó con su auto cerca de Alta Gracia. "Me quedé un tiempo largo tirado en la ruta porque nadie me auxilió. Ahora ando  con problemas en la columna. Estoy en la mala. Aunque le agradezco al gobernador Juan Schiaretti por haberme dado un trabajo en el sector automotriz porque soy mecánico”, cuenta.

Y cierra: “Todos los días pienso en Agustín y Emanuel. Es angustiante la vida en la casa. Esto no se te pasa. No hay consuelo. Uno trata de llevar la vida. Es difícil, pero trata. Angustiado, deprimido, con ganas de nada. ¿Si pensé en terminar con todo? A lo mejor, como es todo, yo me quiero matar y no me mato”.

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