
Mauricio es muy Franco
La campaña electoral 2019 ya ha comenzado. Por ahora, la declinante CFK se exhibió más perspicaz que la Administración Macri. Y el Peronismo Federal se debate entre inoperante y ridículo. Aquí una aproximación importante
LOCALES CLAUDIO M. CHIARUTTINI



El Gobierno de Mauricio Macri avanza hacia fin de año dejando en el camino girones de poder, despilfarrando el pobre capital político que aún conserva y haciendo pagar al resto de la sociedad las concesiones que realiza para evitar que escale el antimacrismo y la conflictividad social; sin entender que, durante todo este proceso, se encierra en un callejón que acota sus posibilidades de seguir 4 años más en el poder. Lo “pírrico” caracteriza esta etapa del macrismo en su paso por la Casa Rosada.
Desde que se hizo evidente que no se podría cumplir con el 1er. Acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la Administración Macri ha intentado que el “ajuste” lo realicen otros. Así, no tuvieron problemas en reponer y ampliar los “Derechos de Exportación”, de sacarle el Fondo Sojero a las Provincias, de obligar a María Eugenia Vidal a hacerse cargo de $ 35.000 millones que antes afrontaba el Estado Nacional, se eliminaron subsidios que se compensan con aumentos de tarifas que destrozan la capacidad de consumo y ahorro de las familias y, ahora, obligan a las empresas a pagar un bono de $ 5.000 para evitar un Paro General de la Confederación General del Trabajo, sin entender que el gremialismo es mucho más grande que la central sindical peronista.
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En paralelo, se anunciaron 3 reducciones de la estructura del Estado, a nivel nacional, pero sigue la creación de cargos políticos, con sus correspondientes partidas para armar sus organigramas operativos y cobijar militancia macrista, en el mejor de los casos; al mismo tiempo que se incrementa la cobertura de planes sociales y no se ahorra un centavo en uso de vehículos públicos y celulares, aparecen turbios “gastos de representación” o se siguen regalando pasajes aéreos.
El macrismo, como clase política, no hace el ajuste; pero para que los números del Ministerio de Hacienda y Finanzas coincidan con los compromisos firmados con el Fondo Monetario Internacional,
** se dejan de comprar vacunas,
** no se pagan causas judiciales con fallos judiciales para los jubilados y pensionados,
** los laboratorios reclaman deudas por más de $10.000 millones,
** desde hace meses no se pagan los certificados de cientos de obras públicas, y
** los proveedores del Estado hacen cola para saber si les van a cancelar adquisiciones hechas hace más de 180 días.
De esta forma, el “ajuste” macrista está compuesto por
** un aumento de la masa de contribuyentes,
** una suba en la presión fiscal,
** una mayor fiscalización y
** un incremento del monto recaudado por efecto inflación;
no por la reducción real de la estructura del Poder Ejecutivo Nacional, de una racionalización de la planta de empleados públicos o de una real eliminación de erogaciones prebendarias y voluntaristas. Todo esto sin un ministro de Economía fuerte y sin un Plan Económico creíble. Con este panorama, es natural que abunde la desconfianza entre los inversores.
El accionar del Gobierno de Mauricio Macri para evitar situaciones conflictivas o de crisis, o para alcanzar un objetivo, es siempre el mismo: Poner dinero.
Después él busca quién pague esa cuenta. El único acto de“seducción” que ejerce el macrismo es blandir la billetera (que se llena vaciando billeteras de otros). Mauricio es muy Franco, aunque por años se haya empeñado en diferenciarse.
Así, un partido que se “vendió” en la campaña presidencial como “racional” está gobernando con la máxima irracionalidad y con un mecanismo de dilapidación de poder, imagen y relato que, si no fuera porque los argentinos decidieron vivir en democracia, tendría todas las chances de terminar con un escape en helicóptero.
Las incoherencias oficiales, son incontables: Desde una Ciudad de Buenos Aires que persigue a Uber, pero le regala la calle a los piqueteros, hasta la Casa Rosada, que se juega a cubrir gran parte del bache fiscal con “Derechos de Exportaciones” para el campo, pero deja que el precio del dólar siga cayendo, lo que implica que, para el productor, el peso de la medida fiscal es cada vez mayor.
¿El resultado? El votante macrista porteño está enojado y el votante del agro analiza si volverá a las rutas.
Encuestas que se manejan en forma reserva en la Casa Rosada son muy claras: 89% de los votantes de “Cambiemos” están desilusionados con el Gobierno de Mauricio Macri.
Sin embargo, van a votar de nuevo al Mandatario para evitar que pueda volver al poder Cristina Fernández de Kirchner. Lo mismo pasa entre los votantes independientes. Optar por lo menos peor.
CFK eligió a Mauricio Macri como enemigo, ignorando a Sergio Massa, creyendo que el Jefe de Gobierno porteño no tenía chances de ganar una elección presidencial. Acertó con el ex intendente de Tigre, lo sumió en las sombras y evitó que ganara la elección en 2015. Sin embargo, la ex mandataria se equivocó con el ex Jefe de Boca Juniors.
Ahora, se juega el mismo partido, pero al revés. Mauricio Macri eligió a Cristina Fernández como su “enemiga preferida” en la creencia de que la ex mandataria no puede imponerse en 2019, dado que el peronismo irá dividido y volverá el antikirchnerismo a unirse para imponerse en el balotaje. Pero, hay chances de que sea una estrategia errada dado que, hoy, el antimacrismo parece tomar más envergadura y capacidad de movilización de votantes que el propio antikirchnerismo. Y, muy en el fondo, habrá que ver si el odio a CFK es mayor que el enojo contra Mauricio Macri.
Más allá de las intencionalidades y de las movidas políticas que hay detrás de muchas de ellas, las encuestas son claras: Mauricio Macri y “Cambiemos” están en su peor momento de imagen positiva y de intención de voto. Y también es cierto que ninguna otra figura del panperonismo logra capitalizar el bajón, excepto CFKz, que en silencio y sólo tuiteando cada tanto, creció un par de puntos marginales en intención de voto (nada que asuste o alegre, pero es algo que otros no logran).
Este resultado confirma algo: CFK ya no tiene más para crecer. Hasta acá, ganó toda la imagen positiva e intención de voto que podía ganar. Su camino es seguir este nivel o ir hacia abajo y, en ese sentido, tiene acotado su vuelo. Pero, en el caso de Mauricio Macri, si no aparecen éxitos económicos, todavía puede seguir cayendo. Entonces, en ese marco: ¿Vale la pena seguir polarizando con el kirchnerismo?
Por lo poco que ha mostrado hasta ahora, el tema central de la campaña de “Cambiemos” será balbucear que se está haciendo todo bien, que estamos mal por culpa de otros y por crear miedo de un potencial regreso de la corrupción kirchnerista. Mauricio Macri no tiene cómo explicar que hizo todo lo contrario a lo que prometió en la campaña electoral del 2015 y no tiene forma de asegurar que, ahora sí, vendrá todo lo prometido y no cumplido.
Por su parte, tanto para CFK como para sus “espadas”, el mensaje de campaña es sencillo y se reduce a una pregunta: ¿Ud. quiere seguir viviendo en esta situación? O en otras palabras: Ud. y su familia, ¿están mejor que hace 3 años? A partir de allí, la elección del voto, para una parte del electorado, es más que sencilla.
Apostar a la corrupción, ya demostró que no sirve. Hoy, no suma votos. La crisis económica ocupa el centro de la agenda de casi todos los argentinos, que deben intentar superar un derrumbe económico que el Gobierno se obstina en minimizar en cada una de sus declaraciones, generando aún más rechazo en un segmento de los votantes.
En el mundo político, hay una pregunta central para prever lo que podría ocurrir en las urnas: ¿Llegará a tiempo la reactivación de la economía para hacer rebotar la intención de voto e imagen positiva del Gobierno de Mauricio Macri o va a llegará una vez que se terminen de contar los votos, cuando quizás ya sea demasiado tarde para “Cambiemos”? Y aunque hay reactivación, esta puede no alcanzar para “borrar” todo lo que hizo mal el Gobierno durante los últimos 3 años.
Mientras Mauricio Macri y Marcos Peña se pelean con los radicales, con Elisa Carrió, con María Eugenia Vidal, con Horacio Rodríguez Larreta, con la Unión Industrial Argentina, con las Pymes, con la clase media, con sus propios votantes y con el papa Francisco; CFK ha dejado en mano de Máximo Kirchner y de Alberto Fernández, que regresó al seno de la ex mandataria, que “armen” para el 2019. Y, a decir verdad, junto con el apoyo de Francisco, están dando pasos importantes.
El Acto del 23F fue el inicio de un proceso que unificó una parte del sindicalismo antimacrista con los colectivos sociales papistas, lo que desembocó en el ingreso de Hugo Moyano, Héctor Daer y Ricardo Pignanelli en la Mesa Política del Partido Nacional Justicialista. Y, antes de fin de año, no habría que sorprenderse si lo hacen lo propio Hugo Yasky y Roberto Baradel. ¿Y que implica esto? Que CFK habilitó “reactiva” la “Pata Sindical” del peronismo para sacarle potenciales aliados al “Peronismo Federal” y para obtener fuentes de financiación y aparato publicitario, movilizador y de fiscalización, para la campaña y para la votación.
Pero, al mismo tiempo, CFK está armando “Unidad Ciudadana” en todo el interior, para tratar de dejar de ser sólo una fuerza política bonaerense. Es otro intento de vaciar al “Peronismo Federal” de dirigentes territoriales y de los niveles medios. Todo esto mientas que Juan Carlos Schiaretti, Juan Manuel Urtubey, Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto se desgastan negociando el Presupuesto 2019 con el Gobierno.
Es cierto que CFK suma dirigentes con pésima imagen, muchos con situaciones complicadas en el Poder Judicial y, casi todos, sin poder territorial real. Sin embargo, se muestra mucho más activa, a través de sus operadores, que figuras que dicen que quieren ser Presidente de la Nación, pero no son capaces de sumar un intendente, un legislador o algún sindicalista con poder de movilización y caja.
En la Casa Rosada creen que ella puede repetir a nivel nacional lo que hicieron en la Provincia de Buenos Aires en 2017 con Florencio Randazzo: Crear un polo peronista separado de CFK que, en el fondo, haga perder la elección. La idea no es mala pero, generalmente, la historia no se repite como una fotocopia, sino como una caricatura.
Fuente: Urgente24

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