Alberto Fernández repasó su gestión y admitió errores, tensiones internas y un contexto “imposible”

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • Alberto Fernández repasó su gestión y afirmó que Cristina Kirchner “no lo ayudó”.
  • Reconoció errores propios y tensiones dentro del Frente de Todos.
  • Atribuyó gran parte de sus dificultades a un contexto internacional y local adverso.
  • Señaló logros productivos y de vivienda durante su gobierno.
  • Dijo no arrepentirse de haber sido presidente.
  • Admitió que “se perdió una gran oportunidad” debido a las crisis encadenadas.

En una entrevista radial, el ex presidente Alberto Fernández volvió a repasar su paso por la Casa Rosada entre 2019 y 2023, en un ejercicio de balance que combinó autocrítica, defensa de algunas políticas públicas y un fuerte señalamiento hacia los factores internos y externos que, a su juicio, dificultaron el desarrollo de su gobierno. Aun alejado hoy del centro de la escena política y atravesado por causas judiciales, el exmandatario buscó ordenar su propia versión de los hechos, en medio de un escenario nacional donde la figura de Javier Milei domina el debate.

Consultado sobre las tensiones con la entonces vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández evitó profundizar pero dejó en claro que la relación fue más un obstáculo que un respaldo. “El problema de hoy no es Cristina, se llama Milei, pero claramente no me ayudó a que sea un buen Gobierno”, sostuvo, aludiendo a un vínculo que marcó buena parte de la gestión del Frente de Todos. Según describió, su presidencia quedó atrapada en el fuego cruzado de las interpretaciones políticas: para el anticristinismo, Cristina habría controlado todo; para el cristinismo, el error fue no seguir sus órdenes. “Pónganse de acuerdo”, ironizó, antes de remarcar que actuó guiado por su propio criterio, “quizás equivocado”.

En su repaso, Fernández hizo especial hincapié en el contexto adverso que enfrentó desde el inicio. Citó a Ortega y Gasset para sintetizar su pensamiento: “El hombre es él y su circunstancia”. Bajo esa lógica, afirmó que su gobierno no pudo desplegar todo su potencial debido a una sucesión de crisis que se encadenaron sin pausa. Enumeró, casi como una cronología del infortunio, la deuda en default heredada de la administración de Mauricio Macri, la irrupción de la pandemia a 99 días de asumir, la guerra en Europa que alteró los precios de la energía y los alimentos, y finalmente, la sequía más severa de la historia argentina, que desplomó la producción y los ingresos fiscales.

“Cada vez que lograba superar un problema me aparecía otro”, resumió, atribuyendo buena parte de los límites de su gestión a la acumulación de factores externos que escapaban a su control. No obstante, evitó presentar su administración como un fracaso personal y apuntó a lo que considera logros concretos, en especial en materia productiva y de infraestructura social.

En ese sentido, destacó que la industria creció durante tres años consecutivos y que, de no haber sido por la sequía, la economía habría encadenado “trece años seguidos de crecimiento del PIB”. También sostuvo que su gobierno llevó adelante un ambicioso plan de vivienda: “Hicimos 144.000 casas que entregamos a familias que no las tenían”, señaló, para luego precisar que dejó otras 90.000 en construcción, de las cuales 45.000 estaban avanzadas en más del 80%.

Respecto de su llegada al poder, Fernández afirmó no arrepentirse de haber aceptado la propuesta de Cristina Kirchner para encabezar la fórmula presidencial en 2019. “Cumplí con todo lo que dije”, aseguró, reivindicando su decisión en un momento en que el peronismo buscaba recomponer su competitividad electoral y frenar el avance de la coalición opositora.

Sin embargo, la entrevista también dejó entrever un reconocimiento implícito: el de que la oportunidad histórica que imaginaba al inicio de su mandato no pudo concretarse. “Sí, siento que se perdió una gran oportunidad”, admitió, aunque insistió en que las circunstancias fueron determinantes.

En un escenario político recalibrado por la irrupción de Javier Milei y la reconfiguración de los liderazgos tradicionales, las palabras del expresidente funcionan como un intento tardío de ordenar su legado y, al mismo tiempo, de explicar las razones de un gobierno que nunca logró escapar del conflicto interno ni de los shocks globales.

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