La dolarización se enfría y Caputo redobla su defensa de las bandas cambiarias en un noviembre de señales mixtas

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • La dolarización minorista cayó drásticamente en noviembre tras picos récord en septiembre y octubre.
  • Las compras vía home banking se ubicaron entre USD 600 y USD 750 millones en la primera quincena.
  • Caputo defendió con fuerza el esquema de bandas cambiarias en la conferencia de la UIA.
  • El ministro insistió en que no existen condiciones para una flotación libre del dólar.
  • El FMI respaldó el programa económico, pero evitó confirmar cambios en las metas de reservas.
  • El organismo pidió acelerar la acumulación de divisas y mantener un marco cambiario robusto.

Después de dos meses marcados por una fuerte tensión cambiaria y un proceso de dolarización récord, noviembre llegó con un giro inesperado. La primera quincena mostró un retroceso abrupto en la demanda de divisas por parte del público, un fenómeno que sorprendió incluso a los principales bancos privados. Según estimaciones del sistema financiero, las compras vía home banking se ubicaron entre los USD 600 y USD 750 millones, muy por debajo de los USD 6.000 millones registrados en septiembre y los USD 4.000 millones estimados para octubre.

Para todo noviembre, la venta de dólares rondaría entre los USD 1.000 y USD 1.200 millones, una cifra que evidencia un freno sustancial en la dolarización minorista. Este comportamiento ya se refleja en la cotización: el dólar volvió a moverse por debajo del techo de la banda cambiaria, a contramano de los picos observados en los meses previos.

En este escenario, el ministro de Economía, Luis Caputo, volvió a convertirse en el principal defensor del esquema de bandas cambiarias, un régimen que considera clave para sostener la estabilidad en un contexto financiero todavía frágil.

El titular del Palacio de Hacienda llevó su mensaje a la 31° Conferencia Industrial de la UIA, donde insistió en que liberar totalmente el mercado sería riesgoso: “No nos comamos el cuento de que es fácil que el dólar flote”, afirmó ante industriales y economistas. Con la misma metáfora que utilizó en varias presentaciones esta semana, advirtió que la Argentina “no puede correr más rápido de lo que le dan las piernas” y que “es mejor una flotación entre bandas que una flotación libre”.

Caputo reiteró que no existen condiciones para abandonar la contención cambiaria. Argumentó que la volatilidad política del país exige prudencia y recordó que intentos previos de flotación total terminaron precipitando la imposición de cepos. Su diagnóstico es claro: la estabilidad lograda sigue siendo insuficiente para arriesgar un salto al vacío en un mercado extremadamente sensible.

Mientras el ministro defendía su estrategia, otra voz clave observaba la situación desde Washington. El Fondo Monetario Internacional reafirmó su apoyo al programa económico argentino, pero evitó comprometerse sobre el cumplimiento de las metas de reservas. La vocera del organismo, Julie Kozack, sostuvo que el régimen cambiario es una decisión soberana, aunque advirtió que debe acompañar el fortalecimiento de las reservas y la estabilidad externa.

Consultada sobre si el Fondo había flexibilizado las metas, Kozack evitó confirmarlo: “Sería prematuro pronunciarme sobre si se alcanzarán dichos objetivos”, señaló. Sin embargo, reconoció que el país enfrenta desafíos significativos y que la reciente calma financiera ofrece una ventana para acelerar la acumulación de divisas.

La vocera insistió en que mantener un “marco monetario y cambiario coherente y robusto” es fundamental para reconstruir reservas y sostener la confianza del mercado. En este sentido, sus declaraciones resonaron como un respaldo implícito al planteo de Caputo, aunque sin validar ni cuestionar de manera directa el esquema de bandas.

La caída abrupta de la dolarización minorista abre interrogantes sobre su origen: ¿es una señal de mayor confianza, un simple respiro estacional o un efecto temporal de las intervenciones cambiarias? Analistas privados señalan que, más allá del retroceso, la demanda de divisas sigue en niveles altos para un mercado que aún no encuentra un equilibrio duradero. La reducción observada en noviembre podría responder, en parte, a una desaceleración natural tras dos meses de presión extrema.

El Gobierno, por su parte, busca capitalizar la tregua cambiaria y reforzar su mensaje de disciplina. Para Caputo, la prioridad es evitar nuevos shocks que comprometan las metas fiscales y cambiarias negociadas con el FMI. La autoridad monetaria, bajo el escrutinio del organismo internacional, debe demostrar que puede sostener la estabilidad en un tramo del año históricamente complejo por la menor oferta de divisas.

Con un mercado más calmo, un nivel de dolarización en retroceso y un Fondo Monetario que marca límites pero reconoce avances, noviembre se perfila como un punto de inflexión. La pregunta ahora es si el Gobierno logrará mantener esta calma o si se trata de un respiro pasajero en un ciclo que todavía muestra tensiones profundas.

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