Apoyo en silencio: cómo Estados Unidos apuntala a la Argentina a través del FMI

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • Las tenencias de DEG de la Argentina aumentaron en octubre en 640,8 millones, mientras las de Estados Unidos cayeron en igual magnitud.
  • El movimiento confirma un mecanismo indirecto de apoyo de Washington a Buenos Aires.
  • El swap bilateral por 20.000 millones de dólares ya fue parcialmente utilizado, según el Tesoro norteamericano.
  • El FMI, a través de Kristalina Georgieva, respaldó la coordinación del apoyo estadounidense.
  • Estados Unidos también habría comprado pesos y negociado líneas de crédito con bancos privados.
  • La recompra de bonos argentinos podría ser el próximo paso para normalizar el acceso a los mercados.

Las cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI) arrojaron un dato que, leído con atención, revela mucho más que un movimiento contable: en octubre, las tenencias de la Argentina en Derechos Especiales de Giro (DEG) aumentaron exactamente en la misma proporción en que se redujeron las de Estados Unidos. El saldo —unos 640,8 millones de DEG, equivalentes a 870 millones de dólares— dejó al descubierto una modalidad indirecta de respaldo financiero de Washington al gobierno de Javier Milei, en un contexto en el que el Tesoro norteamericano ha decidido apuntalar a su aliado en el Cono Sur sin recurrir a los canales tradicionales de asistencia.

Los DEG son un activo de reserva creado por el FMI y asignado a los países miembros en función de su participación en el organismo. Pueden transferirse entre naciones bajo acuerdos bilaterales, aunque el Fondo no confirmó si ese fue el mecanismo utilizado. Sin embargo, la coincidencia entre los movimientos de cuentas de ambos países dejó escaso margen para la interpretación.

El gobierno de Milei había anunciado a fines de octubre un swap con el Tesoro estadounidense por 20.000 millones de dólares, parte de un paquete más amplio de cooperación que, según fuentes financieras, constituye un “rescate blando” destinado a reforzar la estabilidad cambiaria y política del país. Aunque Washington evitó detallar públicamente el alcance del acuerdo, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, admitió en una entrevista que la Argentina ya había utilizado “una pequeña parte” de esa línea de crédito.

La operación, confirmada implícitamente por el FMI y monitoreada de cerca por Kristalina Georgieva, encaja dentro de una estrategia más amplia de la administración norteamericana para respaldar a gobiernos que considera estratégicos en la región. En este caso, el apoyo busca sostener las reformas de apertura y desregulación impulsadas por Milei, a las que la directora del Fondo se refirió como “un proceso valiente y necesario de reordenamiento estructural”.

Desde el punto de vista operativo, la maniobra no solo refuerza las reservas internacionales del Banco Central argentino —clave para contener la presión sobre el dólar—, sino que también otorga un respiro financiero inmediato. El 1 de noviembre, la Argentina debía enfrentar pagos por 621 millones de DEG al propio FMI, correspondientes a intereses de deuda vigente. Sin ese refuerzo previo, las reservas disponibles se habrían visto nuevamente comprometidas.

La decisión de Washington de utilizar parte de sus DEG, en lugar de canalizar la ayuda mediante un préstamo directo o una compra de bonos, responde a razones tanto políticas como institucionales. Este tipo de transacciones no requieren aprobación legislativa en el Congreso estadounidense ni exponen a la administración a cuestionamientos sobre un eventual rescate bilateral. Al mismo tiempo, permiten al FMI mantener formalmente su independencia, aunque el movimiento haya sido coordinado de antemano entre Bessent y Georgieva.

El gesto norteamericano no se agota en el uso de DEG. Según trascendió en los mercados, el Tesoro estadounidense también habría comprado pesos argentinos y abierto conversaciones con bancos de Wall Street para ampliar la asistencia crediticia hacia el país. Esas operaciones, orientadas a sostener la estabilidad del tipo de cambio y mejorar las condiciones financieras locales, se enmarcan en un esquema de colaboración más amplio que podría incluir la recompra de bonos soberanos por parte de fondos con aval de Washington.

Esa última opción es, de hecho, la única de las tres vías de apoyo mencionadas inicialmente que todavía no se activó. Si se concretara, abriría la posibilidad de que la Argentina recupere el acceso pleno a los mercados internacionales de deuda en 2026, una meta central del equipo económico que lidera Luis Caputo.

Mientras tanto, las señales del mercado han sido positivas. Los bonos argentinos recuperaron parte de su valor, el riesgo país comenzó a descender y las expectativas de una baja sostenida de la inflación se fortalecieron. El “efecto confianza” derivado del respaldo financiero de Estados Unidos se traduce, por ahora, en una mejora perceptible del humor económico.

Aun así, la opacidad de las operaciones y la falta de información oficial despiertan interrogantes sobre los términos reales del entendimiento. En un país con larga historia de condicionamientos externos, cada línea de crédito o swap encierra implicancias políticas y económicas que solo el tiempo permitirá dimensionar.

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