Dolarización récord y tensión cambiaria: el mercado desafía al Gobierno en la previa electoral

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • Los depósitos en pesos cayeron $8,43 billones en dos semanas.
  • Hubo una dolarización récord equivalente a u$s6.000 millones.
  • Ni el swap con EE.UU. ni la recompra de deuda frenaron la corrida.
  • El Financial Times y BNP Paribas alertan sobre un inminente “fracaso cambiario”.

El mercado financiero argentino atraviesa una de las semanas más intensas del año. A pocos días de las elecciones legislativas, el nivel de dolarización alcanzó cifras récord, reflejando la desconfianza de los inversores y del público frente al futuro inmediato. En este contexto, el Banco Central se vio forzado a intervenir en el mercado de cambios por primera vez en un mes, mientras la cotización del dólar volvió a ubicarse en el techo de la banda establecida.

La tendencia confirma que el clima de incertidumbre previa a los comicios desató una “fiebre por el dólar”. Según datos oficiales, los depósitos en pesos del sector privado —empresas e individuos— cayeron un 8,4% en solo dos semanas, pasando de $100,5 billones a $92,07 billones entre el 1° y el 15 de octubre. El equivalente a unos u$s6.000 millones se volcó al dólar, marcando la mayor corriente dolarizadora de los últimos años.

En paralelo, los depósitos en dólares del sector privado crecieron en u$s1.269 millones, lo que deja una brecha de u$s4.700 millones cuyo destino, según analistas, se reparte entre el “colchón” y cuentas en el exterior. “Esta dolarización refleja una enorme caída en la demanda de pesos. Nadie los quiere”, afirmó el economista Amílcar Collante, quien interpreta el fenómeno como una reacción defensiva ante la incertidumbre electoral. “Todos buscan cobertura; la incertidumbre es total”, añadió.

Un salvataje insuficiente

Ni los anuncios del Gobierno ni el respaldo financiero de Estados Unidos lograron calmar al mercado. El swap de u$s20.000 millones con el Tesoro norteamericano, la coordinación de bancos internacionales para reforzar las reservas y los planes de recompra de deuda soberana no alcanzaron para contener las expectativas negativas.

A diferencia del “efecto tequila” de 1995 —cuando el solo anuncio del rescate estadounidense estabilizó a México—, la asistencia encabezada por el financista Scott Bessent no logró replicar aquel impacto. Los operadores desconfían de la sostenibilidad del esquema cambiario vigente y descuentan que, tras las elecciones, habrá modificaciones en el régimen cambiario.

El mercado interpreta que ni Javier Milei ni la cercanía de Donald Trump con la administración argentina bastaron para torcer las expectativas. “La dolarización es muy fuerte y se potencia cada día”, resumió Collante, en línea con otros analistas que observan un comportamiento típicamente preelectoral: la huida hacia el dólar como refugio.

Señales de alarma desde el exterior

El Financial Times, uno de los medios económicos más influyentes del mundo, publicó un artículo contundente:

“Es poco probable que la desinflación basada en el tipo de cambio de Javier Milei funcione. Está al borde del fracaso. El dinero ofrecido puede salvar a algunos fondos de cobertura, pero no salvará a Argentina”.

La crítica británica refleja la creciente desconfianza internacional hacia la estrategia económica del Gobierno. En la misma línea, el BNP Paribas recomendó a sus clientes salir del mercado argentino, tras sufrir una pérdida del 8,1% en su posición sobre el peso. “A pesar de las condiciones macroeconómicas débiles, un camino de un ARS más débil es inevitable en los próximos meses”, advirtió el banco francés en su informe.

La coincidencia de diagnósticos —desde bancos, fondos y medios especializados— profundiza el escepticismo: el mercado ya no confía en los anuncios oficiales. Pese a los intentos del Tesoro y del Banco Central, el proceso de dolarización parece imparable.

A las puertas de una elección clave, la economía argentina enfrenta un dilema conocido: sin confianza, no hay ancla posible. La historia reciente sugiere que los rescates externos pueden comprar tiempo, pero no estabilidad. El dólar vuelve a ser el termómetro más sensible del humor social y político del país.

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