El voto joven, protagonista de las legislativas: más de un millón de nuevos electores debutan con la Boleta Única

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • El 26 de octubre se realizarán las elecciones legislativas de medio término, las decimosegundas desde 1983.
  • Más de 1,1 millón de jóvenes de 16 y 17 años votarán por primera vez, el 3,16% del padrón.
  • Coincidirá el debut del Voto Joven con el estreno nacional de la Boleta Única de Papel (BUP).
  • La participación juvenil fue del 68,6% en 2023, pero suele bajar en elecciones intermedias.
  • La provincia de Buenos Aires concentra la mayor cantidad de debutantes; Misiones, la población más joven.
  • El desafío es evitar la apatía electoral y reconectar a los jóvenes con la política democrática.

El próximo domingo 26 de octubre, Argentina celebrará sus decimosegundas elecciones legislativas de medio término desde el retorno democrático de 1983. Más allá de la habitual renovación de la mitad de la Cámara de Diputados y de los senadores de ocho provincias, esta elección presenta un componente singular: el protagonismo de los jóvenes y su potencial impacto sobre una participación ciudadana que viene en declive.

Según datos de la Cámara Nacional Electoral, 1.139.000 adolescentes de 16 y 17 años se incorporan este año al padrón nacional, representando el 3,16% del total de electores. Este millón de nuevos votantes se suma a un padrón donde el 40% tiene menos de 40 años, consolidando una presencia generacional que podría influir en el tono político del próximo Congreso.

La atención está puesta en si este nuevo contingente podrá revertir la tendencia a la baja participación registrada en las elecciones provinciales de 2025, donde la concurrencia cayó hasta 19 puntos por debajo de los promedios históricos. El desafío es doble: los jóvenes no solo votarán por primera vez, sino que lo harán bajo un sistema inédito en todo el país, el de la Boleta Única de Papel (BUP).

Esta coincidencia entre voto joven y nuevo formato electoral añade una complejidad pedagógica: muchos votantes debutantes deberán familiarizarse rápidamente con el mecanismo, que reemplaza el tradicional cuarto oscuro repleto de boletas partidarias por una única hoja con todas las opciones. Aunque se espera que la BUP reduzca las irregularidades y simplifique el conteo, su implementación coincide con un contexto de desconfianza hacia la política tradicional y creciente apatía electoral.

En términos históricos, la participación juvenil ha sido irregular. Alcanzó un pico de 68,6% en las presidenciales de 2023, pero en comicios legislativos suele caer drásticamente. En 2019, por ejemplo, solo el 63% de los jóvenes votó, frente a un 81% del promedio nacional. En las elecciones intermedias de 2021, la participación total apenas llegó al 71,7%, una de las cifras más bajas desde 1983.

El mapa geográfico también ofrece contrastes. Provincias del norte, como Santiago del Estero o Formosa, muestran niveles de participación juvenil que rondan el 70%, mientras que Tierra del Fuego y Mendoza registran cifras por debajo del 50%. La provincia de Buenos Aires concentra más de 435 mil de estos nuevos votantes, lo que la convierte en el epicentro de la apuesta de los partidos por captar el voto joven.

En tanto, Misiones se destaca como la provincia con mayor proporción de menores de 18 años, con casi 38 mil habilitados para sufragar. En ese distrito, el padrón también refleja una transformación cultural: dos de los nuevos votantes se identifican como no binarios, un dato simbólico que evidencia la creciente diversidad en la representación ciudadana.

El riesgo de apatía es, sin embargo, el dato que más inquieta al sistema político. La caída en la participación es un fenómeno que no se limita a los jóvenes, pero se acentúa entre ellos. El politólogo Raúl Aragón, consultado por distintos medios, sostiene que el desinterés no responde solo a una cuestión generacional, sino también a un contexto en el que “los jóvenes perciben que la política no los escucha ni resuelve sus problemas cotidianos”.

En un año marcado por la crisis de representación, el desafío del 26 de octubre será movilizar a ese millón de nuevos votantes y al resto del electorado joven que ya participó en comicios anteriores. La combinación entre un nuevo sistema de votación, el carácter optativo del voto adolescente y el desgaste de los partidos tradicionales pone a prueba la capacidad del sistema democrático argentino para renovar su vínculo con las nuevas generaciones.

De la participación juvenil dependerá, en buena medida, el clima político de la próxima etapa. Si logran sentirse parte del proceso y expresarse en las urnas, los jóvenes podrían convertirse en el motor de una democracia más representativa. Si, por el contrario, predomina la apatía, las elecciones de medio término confirmarán una tendencia que preocupa a todos los espacios: la desconexión creciente entre la política y la sociedad.

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