La carne vacuna argentina resiste la competencia de los productos importados pese a la apertura comercial

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • La carne vacuna es un símbolo cultural y económico clave en Argentina.
  • La apertura comercial desde diciembre de 2023 permitió mayor ingreso de productos importados, incluyendo alimentos envasados.
  • Argentina produce 3 millones de toneladas de carne vacuna al año, con 70% destinado al mercado interno.
  • Los precios locales de la carne aumentaron, llevando a consumidores a buscar opciones más económicas como pollo y cerdo.
  • Las importaciones de carne vacuna crecieron mucho, pero representan solo el 2% del consumo local y se usan mayormente para productos industriales.
  • La carne importada no compite directamente en supermercados ni carnicerías, salvo excepciones regionales (como en Patagonia).
  • La carne porcina importada creció notablemente y sí impacta en precios al consumidor, con opciones más baratas que la local.
  • Costos logísticos, fiscales y sanitarios dificultan que la carne importada baje su precio final y compita con la nacional.
  • En resumen, la carne vacuna argentina sigue dominando el mercado por calidad, precio y disponibilidad, pese a la apertura comercial.

En Argentina, la carne vacuna no es solo un alimento; es un símbolo cultural y un motor histórico de la economía nacional. Sin embargo, la reciente apertura de los mercados internacionales, impulsada por las políticas del gobierno de Javier Milei, trajo al debate la posibilidad de que la carne envasada importada pudiera competir en precio con la producción local.

Desde diciembre de 2023, la reducción de aranceles y la eliminación de trabas a las importaciones abrieron la puerta a productos extranjeros en distintos rubros, desde tecnología hasta alimentos envasados como pan lactal, pastas y conservas. Pero la carne vacuna parece haber escrito una historia distinta.

Argentina produce cerca de 3 millones de toneladas anuales de carne bovina, con un 70% destinado al consumo interno. Este año, los precios locales se dispararon: un kilo de roast beef puede costar entre $8.500 y $10.000 en supermercados, cifras que han llevado a los consumidores a buscar opciones más accesibles, como el pollo o la carne porcina.

Aunque las importaciones de carne vacuna crecieron un 2.089% en el primer cuatrimestre de 2025, alcanzando cerca de 5.000 toneladas, este volumen apenas representa el 2% del consumo nacional. Además, la carne importada se destina principalmente a la industria para productos procesados y no compite directamente en las góndolas de supermercados ni carnicerías.

En regiones como la Patagonia sí se han detectado cortes importados, especialmente de Brasil, que a veces no cumplen con ciertos estándares internacionales, pero estos casos son excepcionales.

En contraste, la carne porcina importada ha ganado terreno significativo, con un aumento del 435% en volumen. La bondiola brasileña, por ejemplo, se vende a un precio mucho más bajo que la local, impactando directamente en el bolsillo de los consumidores.

El predominio de la carne vacuna nacional se explica no solo por la preferencia cultural y la percepción de calidad, sino también por los costos logísticos, fiscales y sanitarios que encarecen la carne importada. La cadena de frío y regulaciones estrictas dificultan que los productos extranjeros traduzcan su menor costo inicial en precios finales competitivos para el consumidor.

En definitiva, aunque la apertura comercial facilitó el ingreso masivo de productos importados en varios sectores, la carne vacuna argentina mantiene su fortaleza en precio, demanda y disponibilidad, reafirmando su lugar insustituible en las mesas nacionales.

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