¿Conviene invertir en pesos? Las oportunidades de tener al dólar más cerca del piso de la banda

ECONOMÍA Marcos Phillip*
579245

Argentina transita un nuevo escenario económico y cambiario que, según distintos especialistas, combina una política monetaria más restrictiva, un tipo de cambio flexible y una estrategia de acumulación de reservas que busca dar respaldo a la moneda local. En este contexto, los analistas señalaron que el país apunta a una mayor estabilidad macroeconómica, dejando atrás la emisión monetaria descontrolada y priorizando el equilibrio fiscal. La implementación de un esquema con bandas cambiarias, sumado al ingreso de divisas por financiamiento externo y exportaciones, genera expectativas positivas en los mercados.

Para los expertos, el nuevo régimen cambiario no solo habilita un funcionamiento más libre del mercado mayorista de divisas, sino que también favorece mecanismos financieros como el carry trade, en un marco donde las tasas reales elevadas y la apreciación del peso atraen capitales. Este flujo de fondos hacia activos en pesos, aunque presenta ciertos riesgos, es considerado como una herramienta para sostener la desinflación y fortalecer el sistema monetario, siempre y cuando exista respaldo en reservas internacionales suficientes.

Asimismo, las fuentes de mercado indicaron que el ingreso de divisas producto de la cosecha agrícola y las exportaciones de energía presionará el tipo de cambio hacia la parte baja de la banda. Este comportamiento, sumado al superávit fiscal comprometido por el Gobierno, abre espacio para una política monetaria más sólida, alejada de los riesgos de dolarización forzada y más cercana a una economía ordenada. Sin embargo, advirtieron que algunas medidas, como las bajas temporales en retenciones, podrían ser revisadas en función de las necesidades fiscales del año electoral.

Por último, los analistas destacaron que este nuevo marco económico presenta oportunidades para inversores, con perspectivas alcistas para bonos y acciones argentinas. La expectativa de acumulación de reservas, el mayor acceso a financiamiento internacional y una administración más responsable del gasto público configuran un entorno propicio para la recuperación de la confianza en los activos locales. Aun así, subrayaron la importancia de mantener el respaldo del peso con divisas genuinas y no solo con préstamos externos, para evitar repetir errores del pasado.

Un mercado cambiario completamente liberalizado

El nuevo esquema cambiario implementado en Argentina establece una modificación sustancial en la operativa del mercado de divisas. En este régimen, el valor del dólar se determina libremente a través de las operaciones entre privados. El analista financiero Federico Machado explicó que ya no hay participación directa del Banco Central en la compraventa de divisas. Así, los exportadores, turistas extranjeros y quienes necesitan pesos, venden sus dólares a los importadores, turistas argentinos y demandantes de divisas. Todo esto ocurre dentro del Mercado Mayorista de Divisas, sin intervención oficial.

Para el especialista, esta lógica representa un giro hacia un modelo más transparente, donde la oferta y la demanda definen los precios, sin distorsiones por intervención estatal. Esta mecánica busca evitar desequilibrios y prácticas artificiales que desalineen el valor real del tipo de cambio. El Banco Central, en este sentido, se desliga de su rol tradicional de fijador o amortiguador del tipo de cambio.

Machado subrayó, en su cuenta de la red social X, que este enfoque genera un marco más previsible para los agentes económicos, pero también traslada a los privados la totalidad del riesgo cambiario. A partir de este nuevo régimen, las oscilaciones del dólar son absorbidas por quienes participan directamente en el mercado, sin red de contención estatal.

El economista indicó que este sistema podría incentivar la eficiencia y la competencia en el sector externo, al eliminar distorsiones y subsidios cruzados. Sin embargo, advirtió que la volatilidad puede incrementarse si el volumen de operaciones o la liquidez no son suficientes para estabilizar el mercado.

Política monetaria con un nuevo foco

El nuevo objetivo de la política monetaria se centra ahora en el M2 privado transaccional (M2PT), un agregado monetario que incluye el dinero físico y virtual utilizado en transacciones cotidianas. El analista financiero señaló que este indicador está estrechamente vinculado con la evolución de la inflación. A medida que la economía se remonetiza —por ejemplo, al desarmarse instrumentos como las LEFI o aumentar el crédito— este agregado tiende a crecer.

Para Machado, la clave del modelo es encontrar un equilibrio. Si el crecimiento del M2PT es excesivo, tanto el Tesoro como el Banco Central pueden intervenir para moderarlo. El Tesoro lo haría incrementando el roll-over de la deuda, mientras que el BCRA puede actuar vendiendo bonos en el mercado secundario. En cambio, si el proceso de remonetización es demasiado lento, las mismas instituciones podrían estimularlo comprando bonos o flexibilizando los requisitos de encajes.

El especialista recordó que recientemente se aplicó una modificación en los encajes bancarios, en abril, como una forma de alinear la liquidez con los objetivos del programa. Estas herramientas permiten al Gobierno actuar sobre la base monetaria sin recurrir a la emisión directa, manteniendo el control sobre los agregados sin romper con la lógica de independencia del tipo de cambio.

El economista destacó que, en este esquema, la política monetaria es esencialmente restrictiva, lo que contribuye a contener las presiones inflacionarias. A su vez, esta combinación con un tipo de cambio flotante tiene implicancias directas sobre la evolución del dólar y la atracción de capitales.

Un esquema que redefine el rumbo económico

Según el análisis de Salvador Di Stefano, Argentina se encuentra ingresando en un nuevo régimen cambiario que promete generar importantes transformaciones financieras. El esquema incorpora una suerte de caja de conversión con bandas, superávit fiscal sostenido, ausencia de emisión monetaria y una salida gradual del cepo cambiario. Esta combinación de variables, a juicio del experto económico, abre la posibilidad de una significativa reducción del riesgo país y un entorno más propicio para la inversión en bonos y acciones.

El nuevo contexto está impulsado por un flujo de financiamiento externo de gran envergadura. Di Stefano detalló que durante 2025 se espera la llegada de 15.000 millones de dólares provenientes del Fondo Monetario Internacional (FMI), junto con 6.000 millones adicionales de organismos financieros internacionales y 2.000 millones en repos otorgados por bancos internacionales. En total, se trata de un ingreso de 23.000 millones de dólares que impactarían de forma directa sobre las reservas internacionales.

Para el especialista, este aumento de reservas llevaría el total acumulado a aproximadamente 47.000 millones de dólares, acercándose a una marca histórica de 50.000 millones que no se ha alcanzado en años. Además, anticipó que para el año 2026 se prevé un desembolso adicional del FMI por 5.000 millones de dólares, lo cual consolidaría aún más la solidez financiera del país.

Di Stefano señaló que este panorama favorece un cambio de expectativas en los mercados, generando oportunidades tanto en renta fija como variable. El respaldo financiero externo y la mayor estabilidad en el frente fiscal y monetario configuran un escenario atractivo para quienes buscan posicionarse en activos argentinos.

La cosecha presiona sobre el dólar y acelera liquidaciones

En el corto plazo, Di Stefano destacó un fenómeno que podría impactar directamente en el tipo de cambio. El experto observó que, en las últimas semanas, varios exportadores optaron por demorar la liquidación de divisas. No obstante, advirtió que esta conducta tiene un límite, ya que existen compromisos financieros que deberán ser afrontados en el corto plazo.

El analista explicó que comenzó la recolección de la cosecha de soja, uno de los principales motores del ingreso de divisas en el país. La falta de operatividad de la planta de Vicentin, que tradicionalmente recibía una gran parte de la producción, podría modificar los canales logísticos y derivar en un mayor envío de mercadería directamente a los puertos.

Esta circunstancia, según Di Stefano, generaría una presión adicional sobre los exportadores, que se verían obligados a vender a precios más bajos ante el exceso de oferta. Como resultado, la liquidación de divisas podría incrementarse considerablemente, lo que presionaría al dólar hacia la banda inferior del esquema definido por el Gobierno.

El especialista alertó sobre la posibilidad de que este fenómeno modifique momentáneamente la dinámica cambiaria, con un tipo de cambio que tienda a fortalecerse frente a un mayor ingreso de dólares provenientes del agro. Este movimiento podría activar mecanismos de absorción monetaria por parte del Estado para mantener la estabilidad del sistema.

El atractivo del carry-trade y sus implicancias

Machado apuntó que el nuevo contexto económico ha creado condiciones favorables para el denominado "carry-trade", una estrategia financiera en la que los inversores ingresan dólares al país, los convierten en pesos y los colocan a tasas de interés elevadas. Dado que la demanda por pesos está creciendo y su oferta es limitada, las tasas reales tienden a subir, lo cual resulta atractivo para capitales extranjeros.

El analista explicó que, dado que el Banco Central no compra esos dólares, se genera un exceso de oferta en el mercado cambiario, lo cual presiona el tipo de cambio a la baja. Esta dinámica de apreciación del peso es funcional al objetivo del Gobierno de reducir la inflación, al disminuir el precio de los bienes importados y, en consecuencia, los precios internos.

Sin embargo, a diferencia de períodos anteriores, el economista aclaró que las ganancias del carry-trade ya no están garantizadas. Ahora, cada inversor debe evaluar si al momento de retirar sus fondos podrá hacerlo a un tipo de cambio que le resulte favorable. Esto introduce un componente de riesgo que desalienta las apuestas especulativas de muy corto plazo.

El especialista también valoró la implementación de una medida de prudencia: la obligación de mantener los capitales al menos seis meses en el país. Esta disposición busca evitar una salida abrupta de fondos, que podría generar episodios de fuerte volatilidad en el tipo de cambio y comprometer la estabilidad del programa económico.

Riesgos latentes del modelo actual

Para Machado, el principal riesgo no está en el propio carry-trade, sino en la necesidad de garantizar que los pesos estén adecuadamente respaldados por reservas en divisas. El problema, según detalló, aparece si los dólares prestados por el FMI y otros organismos internacionales, en lugar de permanecer en el BCRA, se utilizan para intervenir o realizar pagos, debilitando así el respaldo del peso.

El analista advirtió que, en caso de que el tipo de cambio alcance la banda superior de $1.400 y el Banco Central se vea obligado a vender divisas, la cobertura de los pesos en circulación se mantendría en términos proporcionales, ya que al vender dólares también se retiran pesos del mercado. No obstante, el riesgo de percepción es alto, ya que las reservas netas hoy solo cubren el 26% de la base monetaria al tipo de cambio actual.

Machado subrayó que el Gobierno tiene margen adicional: podría recurrir al tramo activo del swap con China y a parte de los encajes en dólares de los bancos privados. Utilizando el 50% de esos encajes, se podría alcanzar una cobertura del 70% de la base monetaria. Sin embargo, consideró que esta opción es indeseable desde el punto de vista reputacional y financiero, lo que explica los esfuerzos del Ejecutivo por acumular reservas.

El especialista mencionó tres vías posibles para alcanzar este objetivo: que el dólar se ubique en la banda inferior, permitiendo al BCRA comprar divisas; que el Tesoro use pesos provenientes del superávit fiscal para adquirir dólares; o que Argentina logre volver al mercado internacional de capitales.

El desafío de volver a los mercados y fortalecer el respaldo del peso
Más allá del respaldo monetario, el economista señaló que las reservas también son esenciales para afrontar compromisos de deuda. Entre abril y diciembre, el país enfrenta vencimientos por unos 12.000 millones de dólares, incluyendo pagos de bonos Bonares, Globales, Bopreales, intereses con el FMI y otros compromisos. Frente a estas obligaciones, aún restan ingresar 9.600 millones de dólares según el acuerdo vigente.

Para Machado, la sostenibilidad del programa económico depende en buena medida de que Argentina logre recuperar el acceso a los mercados internacionales de crédito. En el contexto actual, eso implicaría reducir el Riesgo País a niveles cercanos a los 300 puntos básicos. Solo en ese escenario sería factible emitir deuda a tasas razonables y evitar el uso intensivo de las reservas prestadas.

El analista advirtió que, si el país no consigue reabrir el financiamiento externo, existe el riesgo de utilizar los dólares del FMI y otros organismos únicamente para pagar deuda. Esto dejaría nuevamente a la moneda local sin respaldo y reactivaría temores sobre la estabilidad del sistema monetario.

Machado concluyó que repetir errores del pasado es una posibilidad si no se alcanzan las metas de acumulación de reservas y consolidación fiscal. Para evitarlo, resulta clave combinar disciplina monetaria, previsibilidad cambiaria y una estrategia clara de inserción en los mercados internacionales.

 

 

* Para www.iprofesional.com

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto