Historias de un periodistas junto a 4 gobernadores democráticos

MIRADAS Mariano Di Bártolo
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193A3DBF-E69C-48B1-BDA9-411E2000D6CFPor Mariano Di Bártolo

A horas de elegir un nuevo gobernador en la provincia de Córdoba, vengo transitando momentos de reflexión que me hicieron acordar algunas situaciones que viví con mandatarios, que fueron seguramente insignificantes en la vida de ellos. “Milésimas “de segundo que tal vez pasaron inadvertidos, pero para mí fueron una suerte de “piedra y camino” recorrido en el oficio de los medios de comunicación. 

Me encantaría compartirlas con los “paladares manchados” que siguen nuestro medio.

Debo aclarar que para el 30 de octubre de 1983 cuando recuperamos la Democracia, era un niño/pre adolescente,  que siguió por radio de amplitud modulada toda  la ante sala de esa elección histórica. Claro está, que se votaba para: presidente, gobernador e intendente. Pero jamás hubiera imaginado que cuatro o cinco o años después se iniciaría una seguidilla situaciones incomodas y risueñascon algunos de esos dirigentes políticos.

Conocida la intención de ingresar en el periodismo, un allegado a mi padre me presentó en una productora de televisión que estaba naciendo y fui “re co men da dí cimo”. La idea era  aprovechar ese alumbramiento empresarial para hacer los “primeros palotes”. 

V. (video) P. (profesional) R. (rentall) -V.P.R.- fue sin dudas la primera “trinchera” donde se me abrieron las inquietudes más profundas. Aunque las experiencias delprincipio dolieran un poco. Como todo inicio.

Lo cierto es que el concepto de la firma que lideraba el italiano Giancarlo Albrile, y operativamente Adrián Palevich y Humberto “Tito” Agüero, era convertirse en refuerzo técnico de los por entonces tres únicos canales de televisión de Córdoba capital, el 8, el 10 y el 12.  Sumado a producciones específicas y medios de Buenos Aires, por ejemplo que podía alquilar equipamientos y personal calificado (excepto quien suscribe) y así bajar costos.

Y aquí comienza a rodar “la bocha” con mi nombre.

Cuando casi “volteo” al gobernador  Eduardo César Angeloz.

Llegó el llamado de Canal 12. Estaban desbordados de trabajo y sus equipos móviles, por ende ocupados. Así que alquiló a la empresa una cámara profesional (Sony 3 CCD, venía con casetera aparte para cargar al hombro) e iluminación, más micrófono. El periodista nos esperaría en el sitio indicado. El Consejo de Partidos Políticos, que funcionaba en la Avenida Hipólito Yrigoyen, frente a la sede local de la Policía Federal Argentina en la ciudad de Córdoba.

Angeloz, ya entrado en su segundo mandato, se reuniría con los opositores y era importante nota periodística. Llegamos al lugar sin problemas. Camarógrafo: Osvaldo “El Chiche” Galimberti. Un artista de la imagen, la combinación de colores y momentos para registrar. Pero atención! Detestaba hacer o cubrir este tipo de eventos que nada tenían que ver con sus reales y probadas condiciones profesionales. Es decir que llegamos con él “ya enojado”. Pero; era trabajo. 

 

Me dio un par de instrucciones técnicas que seguí al “dedillo”. Y como no hacerlo si en cada una de ellas iba un insulto a su suerte por tener que estar en ese lugar.

De pronto comenzó el remolino en la entrada. El joven periodista  Marcelo Trento ya con el micrófono en la mano y moviéndose con el resto de los medios de prensa. Claro, estaba llegando el “hombre fuerte de la provincia”.  Aquel que sostenía que: “Cuando Córdoba estornudaba, el país se resfriaba”, el que estaba convencido que éramos una “Isla” dentro del contexto nacional y que más adelante ya en campaña presidencial nos habló del “Lápiz Rojo” que usaría si llegaba al sillón de Rivadavia (para controlar la economía) y que “Se Puede!!! ”

Cuando comenzó la “estampida” mi tarea era verificar que el disparo del camarógrafo (Apretar un botón de play)pusiera en marcha la casetera que yo cargaba (es decir que se comenzara a grabar), encender la luz y evitarle sombrasmirando la punta de la cámara y encuadrar el haz de luz.(por supuesto con el reto permanente de “ El Chiche” que me reclamaba que lo hiciera mejor porque en su visor veía mal).

A todo esto el mandatario radical ingresó, comenzó a caminar dentro del “señorial”   edificio de barrio Nueva Córdoba y a alejarse del ingreso donde lo esperábamos. Por suerte, giro y se puso en favor nuestro lo que facilitó que el periodista pudiera hacer lo suyo y el camarógrafo igual. Pero el avance significó que la extensión del cable que alimentaba nuestra iluminación se empezara a acortar y a levantar. Mezclándose entre los pies y luego en las piernas de Angeloz y mis compañeros. A tal punto que la “marea” de gente, tuvo que detenerse. “¡Cuidado, cuidado!”, decía Angeloz previendo una inminente caída. Hicimos medio paso más y el cable ya detuvo la marcha de todos. Empezaron a ver de dónde venía y de que se trataba.  En unos segundos advirtieron a un “flacucho” quetenía un “Spot” que alumbraba y quemaba, más una casetera colgada y estaba unido cual “cordón umbilical” a la cámara, obstaculizaba el paso. El autor e intérprete era yo.

El gobernador, levantó la mirada hizo centro en nosotros y a continuación en mí. Ví sus ojos detrás de esos lentes de vidrios gruesos (aun los usaba aunque con un marco más delgado) que me atravesaban y fue tal la cercanía, el cuerpo a cuerpo que pude hasta ver como cambio de lado un caramelo que traía en su boca. No le hubiera servido de mucho insultarme, calculo. Aunque sin querer y sin entrar en política, casi casi lo hago caer. “Casi lo volteo a Angeloz”.

Con Mestre y Menem en Bower tras las rejas.

Los años pasaron para todos. Luego de junio de 1995 cuando la quema de la Casa Radical, la salida de Angelozdel poder y la llegada de Ramón Bautista Mestre, continuaba caminando por la senda de la comunicación. Aunque ya con los pantalones un poco más largos y con la tarea de poner al aire en la desaparecida emisora LV2 toda la actualidad.

Después de varios  años de lento trabajo y reprogramaciones, un día se decidió mostrar el interior de lo que hoy es el predio penitenciario ubicado en la localidad de Bower. Eran vísperas de elecciones donde el gobernador Mestre había dejado demasiados heridos en el camino tras el profundo ajuste en las arcas cordobesas. La obra, sería mostrada como uno de los logros de gestión a pesar de la “sangría” que había tenido que hacer el odontólogo por el desorden económico que había recibido. 

Ya estábamos por 1998. Lo cierto es que junto a un grupo de periodistas entramos a la obra ataviados con cascos y acompañando la comitiva de gobierno. Junto a Mestre, gente del Servicio Penitenciario y de la Dirección de Arquitectura que iban relatando en voz alta detalles, de la “inauguración” del moderno edificio (que no fue tal, porque recién en 2000 comenzó a funcionar). 

Unos pasos más atrás veníamos nosotros. Las rejas que se abrían manualmente ahora eran eléctricas. Los puestos de controles contaban con mayor equipamiento y así sucesivamente transcurría el “tour carcelarios” con el gobernador. Y empezaron las sorpresas. 

De pronto, un fotógrafo dijo: “¿Que hace hace Menem ahí?”. Inmediatamente la comitiva detuvo su pasó giró la mirada y detrás de unos barrotes observaron a un obrero con un parecido inconmensurable al ex presidente. Patillas, estatura, sonrisa. Las carcajadas sonaron estruendosamente en la flamante construcción. Mientras el fotógrafo hacía trabajar indiscriminadamente el “obturador” de su cámara. Mestre, risueño se acercó le dio la mano junto a todos sus compañeros mientras un“bufón” de su gabinete decía “sabíamos presidente que iba a terminar preso.” Y otra vez las carcajadas.

Mientras todo esto se desvanecía, se abría una reja tras cerrarse la de atrás y vino la otra sorpresa. Como toda cosa nueva que se estrena, hubo una falla. La reja que debía cerrarse lo hizo pero la que tenía que abrirse para continuar no funcionó. Es decir, que por unos minutos nos quedamos entre los barrotes de uno de los pasillos centrales el gobernador Mestre, parte de su comitiva y parte de los periodistas. 

“Ahora nos tocó a nosotros”, dijo Mestre lanzando una carcajada y llenando sus ojos pardos de lágrimas por la tentación. Pasaron unos largos minutos donde aprovechamos para entrevistarlo. Mientras los integrantes del sistema carcelario cordobés querían hacerse “humo” frente al suceso de la falla frente al gobernador.

Pasaron unos minutos y todo se normalizó. No faltó el periodista que exclamó a la salida que para entrevistarlo a Mestre tranquilo y sin evadir a la prensa, la caqrcel era el mejor escenario. Recordando que el gobernador tenía un carácter fuerte. 

De la Sota: “mi traductor”.

Todos (creo fervientemente) y a pesar de las imperfecciones y equivocaciones que no justifican desde ya la corrupción y el desvarío de quienes nos gobiernan, sostenemos que la Democracia es la única forma de gobierno que le asegura a los ciudadanos la valía de sus derechos.

Es por eso, que sigo relatando algunas anécdotas con los últimos gobernadores de Córdoba de 1983 a esta parte. 

Corría ya el 2002, el Radicalismo le había dicho adiós a la “Casa de las Tejas”  y José Manuel de la Sota ya gobernaba. Con una crisis nacional profundísima y con su impronta le puso otro color a la provincia. La historia, dará su veredicto si para mejor o peor.

Lo cierto es que ya trabajando en Radio Universidad de Córdoba fui convocado junto a otros periodistas como Juan Turello de La Voz del Interior, Arturo Miguel Heredia de LV3 y Guillermo Mujica del diario La Mañana de Córdoba para acompañar a una comitiva de la oficial que llevaría a empresarios locales a San Pablo,  Brasil para reforzar vínculos comerciales. 

Hay que recordar que el extinto mandatario tejió como embajador argentino en el principal socio que tiene el país vínculos muy fuertes. Es decir que el viaje era apetecible periodísticamente. 

Si bien el grupo de cordobeses que despegó del aeropuerto Taravella en el vuelo frecuente que tenía la empresa Varigsemanalmente, todos los periodistas buscábamos afianzar vínculos para obtener una nota exclusiva con De la Sota. El afable Mario Bartolacci y la predisposición del mandatario así lo permitieron.

Pero a la llegada en el aeropuerto de Guarulhos, comienza el desarrollo de esta breve situación. En la zona de arribos, una serie de vehículos nos esperaban para trasladarnos. En el mientras tanto, el grupo ya se desperdigó. Los empresarios marcharon por un lado y nos quedamos con el gobernador quien sugirió que quienes quisiéramos cambiar dinero a la moneda local lo hiciéramos allí mismo. Por seguirdad y tiempo. 

Todos así lo decidimos y buscamos las oficinas para “trocar”. Quiso el destino que nos hicieron hacer una fila frente a la casa de cambio. Nos ubicábamos de dos en dos. Mi “dupla” para la transacción fue el propio José Manuel de la Sota, quien me preguntó “¿Cuánto vas a cambiar así hacemos una sola operación en la ventanilla?” .  “ Doscientos Dólares”, le respondí y se los entregué. Los juntó con los suyos y pasaportes en mano se encargó él de hacerme el trámite. Su dominio total del portugués hizo que la transacción fuera rápida. Contó los Reales y me los dio en mano, “una cosa menos”, vamos. Dijo.

Obviamente seguimos la agenda, tuvimos cada uno de los periodistas nuestras notas exclusivas y a la hora de una cena que compartimos dejamos de lado los temas de actualidad y le empecé a hablar de otras cuestiones. En este caso, el boxeo deporte que le apasionaba junto a los baluartes de la actividad y los periodistas que lo seguían. Allí me contó que junto a su madre y a su hermano eran habitué de los viernes en el Córdoba Sport Club de la calle Alvear. Renglón a parte de algunas anécdotas de las peleas de semi fondo muy rusticas y el recuerdo al relato del inolvidable Ruben Torri.

Schiaretti, y el anillo de su padre.

Terminado el segundo mandato de José Manuel de la Sota, quien fuera su vice gobernador Juan Schiaretti lo sucedió en el cargo a partir de 2007. Como era habitual las ceremonias de traspaso de mando transcurrían en la Legislatura Provincial. Ese día se valló la calle Obispo Trejo para que el gobernador elector descendiera de su vehículo en calle 27 de Abril y esas cuadras que lo separaban del edifico oficial las hiciera caminando.

Schiaretti ese día había decidido colocarse un reloj y un anillo de oro que eran de su padre (Después lo supimos). Descendió del auto con su esposa, lo acompañaban parte de quieren serían sus ministros y entre mezclados nosotros los periodista. A los costados los militantes lo vivaban fervorosamente. Como ocurre en este tipo de situaciones se acercó a saludar a la gente.

Besos, abrazos a medias y “revoleo” de manos permanentes hicieron que el anillo de Dante Schiaretti, padre del actual gobernador saliera del dedo anular de la mano derecha en la que lo llevaba (por ser bien pensados) y quedara en poder de la multitud. Por suerte el mandatario se dio cuenta a los metros de la falta del valioso objeto y la honestidad de uno de los presentes que lo puso en alto al advertir que se le había “salido”.

Al darse cuenta de la falta del anillo, el gobernador electovolvió sobre sus pasos para recuperarlo frente a los gritos de los participantes, policías y periodistas. A todo esto, ya se había formado una pequeña “cadena humana” que me tuvo de eslabón y me permitió que la pieza se la entregara a una persona muy cercana a él. Levantó el cuello y a los ojos  me dijo “Muchas Gracias”.

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