¿Buena suerte o mufa?. "Los Puglieses" y "Los Di Sarlis"

MIRADAS Mariano Di Bártolo

Por Mariano Di Bártolo

Puglieses  Vs. Di Sarlis.

Buena Suerte o Mufa?

Descarten cualquier posibilidad que estas líneas se traten de una historia de dos familias italianas enfrentadas por el amor y el odio. Como podrían ser los Capuleto con los Montesco. Es decir, de Romeo y Julieta.

Hablaremos de los “Puglieses” y de los “Di Sarlis”. Ambos notables músicos de tango que hicieron bailar y vibrar a generaciones enteras durante década en enormes pistas bailables que en realidad eran típicos clubes de barrio (sobre todo porteños) disfrazados de salones danzantes.

La estridencia de una escala de piano o un violín que lloraban consolado por un “feroz” bandoneón que mancaba el dos por cuatro que convertía a las mejillas de las parejas más atrevidas en estampillas o lucirse a aquellos varones que con punta y taco se que hacían envidiar por sus pares y admiraban por las doncellas.

Don Osvaldo junto a Fito  Fito Páez. El cruce del tango y el rock

Lo que abordaremos aquí serán los apellidos de la música y en particular del tango que “supuestamente” traían suerte o desgracia.

Aquel flaco nacido en Villa Crespo, Buenos Aires un 2 de Diciembre de 1905 llamado Osvaldo Pugliese llevó consigo durante su vida terrenal y lo sigue siendo de ser el “imán” de la buena suerte. A tal punto que ciento de artistas en todos sus rubros, tienen una “estampita” encina o en el camarín del músico de lentes gruesos o ensayan un rezo pagano antes de subir al escenario diciendo tres veces. “Pugliese, Pugliese, Pugliese”... En lo musical, resuenan los comienzo con los maestros Roberto Firpo y luego de Pedro Maffia. Derrotero de éxitos que lo siguieron hasta pocos años antes de morir en 1995, 25 de Julio.

Pero entonces la competencia en esa materia de hechizos puede haber sido Carlos Di Sarli? La historia se remonta a una de las tragedias más tristes la Argentina y de lo que habría ocurrido con el “Señor del Tango” como se lo reconocía. Se indica que se realizó un festival para recaudar fondos por el terremoto de San Juan en 1944 y Di Sarli a diferencia de otros artistas y en su apogeo, se negó a actuar sin cobrar. De allí nació un enojo que le salió más caro que si lo hubiera hecho gratis.

Un “bufón” de mucha ascendencia en el ambiente se encargó en hacer correr la bolilla de lo acontecido y que hasta acercarse a él y a sus notables músicos  traía “mala suerte”. Decía que en sus bailes no faltan decenas de tobillos de mujeres doblados junto a hombres que perdían las formas y comportamiento caballeroso. Y así fue nomás. Hasta el día de su muerte el notable Carlos Di Sarli cargó con el mote de ser “Mufa” es decir traer mala suerte, cuestión que hasta lo afectó en su carácter con enormes posos de angustia al notable pianista nacido en Bahía Blanca un 7 de enero de 1903 y fallecido en el mismo mes de 1960.

Carlos Di Sarli, “El señor del tango”

No obstante tras su desembarco en la Capital Federal y con las distintas formaciones que tuvo logró imponer su fino estilo propio, pero siempre con la “marca” sobre sus hombros.

Y en Córdoba?

Me pregunto? Sólo relataré lo que conocí. Siendo apenas un veinteañero quiso el destino, que mis primeros “palotes” radiales los hiciera en Radio Nacional Córdoba.  Deportes y colaborador del Servicio Informativo donde ponía  en una canastita de metal todas las gacetillas que se entregaba en la emisora y allí luego se “procesaban” (si interesaba por cierto) en una boletín que se leía al aire religiosamente cada media hora.

Escalera caracol, unía el primer piso donde estaba el estudio, luego la planta baja donde era la recepción y el último tramo llevaba a la discoteca. Donde muy pocas personas entraban. En realidad los tres que estaban en cada turno y alguien que entraba a buscar algún disco en particular en función de algún oyente pedigüeño. Cristina Widerman, hermosa persona que se fue demasiado joven, Benito Tisera, pequeño gran personaje que inició su vida laboral en el Correo Central y que el destino lo hizo llegar a la emisora y estaba él. Eduardo Alberto Curuchet “el del apellido vasco francés”  lo llamaban. Mi llegada,  promediando 1993 fue como entrar al “sueño del pibe”.

Pero entre otras cosas, al ser tan “pibe” me pasaba por el lado y ni me registraban. Ni saludaban, digo. Una noche estaba solo en el Informativo y de pronto apareció un hombre de estatura baja, semi cano, con voz cascada que dijo un… “buenas noches” como de “favor”. Venía con las dos manos ocupadas. Traía dos paquetes atados con forma cuadrada sujetados con hilo plástico y con una muy buena caligrafía el nombre de dos programas de la Radio. Se detuvo allí porque ese ascenso por escaleras desde el sub suelo era duro. Más los achaques, no? Entró corrió una silla, soltó el aire se miró las manos y al rato ya casi antes de irse me dijo: “ Que haces nene…” Le devolví un saludo con un “buenas noches”. Se recuperó y le apuntó al fondo del primer piso donde estaba el estudio.

En realidad Curuchet, apodado “Cucurucho” iba a dejar la programación musical para dos espacios del día siguiente. Pasó el tiempo. Esa escena se reiteró decena de veces y me empezaron a “crecer pelos en las piernas”, es decir comencé a salir al aire. Pero a todo esto, tras su paso cansino, los hombres se tomaban sus genitales y las mujeres el seno derecho. Allí me explicaron que Curuchet había obtenido tristemente tambien el mote de “Mufa”. Pero algo pasaba. Se cortaba la energía, saltaba el brazo del gira discos… Y la expresión era y pasó “ Cucurucho”.

Curuchet conduciendo un evento en los 70

“Cucurucho” Curuchet presentando a una orquesta de la época

Curiosamente, tras mis salidas al aire, era uno de los primeros en acercarse a echar algún párrafo sobre mi desempeño y no siempre eran malos. Entablamos una relación amical, su situación era económicamente un desastre y su salud le retrocedía todos los días.

Mil anécdotas me contó, las que fueron ratificadas varios años después por el periodista Luis Beresovsky. Su gran nivel de cultura auto sustentada, su nombre que lo convirtió en figura en los años 60 y 70 en Buenos Aires. Locutor comercial de una de las figuras de las transmisiones radiales depostivas como lo era “Luis Elías Sojí” . Recaló aquí. Apreciado por alguno e ignorados por muchos. En aquella oportunidad el propio Luis, me confesó que muchas de las “técnicas” que utilizaba a la hora de entrevistar se las había tomado a Curuchet.

Cuando de cierto habrá en todo esto, vaya una a saber… Pero que mucho daño se hizo con estos rótulos las pruebas están a la vista a pesar del paso de los años.

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