
El Santo vino marchando, Santa Isabel lo esperó y hasta un Torino lo ayudó
MIRADAS Mariano Di Bártolo



Por Mariano Di Bártolo
El Santo vino marchando. Santa Isabel lo esperó y hasta un Torino lo ayudo
Otra de las vivencias que dejó la visita Papal de 1987 a Córdoba
Ya rodearlo de a pasos cortos en el Museo de la Industria de barrio General Paz de la ciudad de Córdoba, genera una sensación especial. Sin importar la postura confesional de quien lo hace. “El Papa Móvil” se levanta en silencio entro otros vehículos como el único testigo de haber llevado al hoy San Juan Pablo II entre el millón de persona que congregó aquel 7 de abril de 1987 cuando visitó Córdoba.
Lo apasionante es conocer cómo nació ese emblemático vehículo particular que tiene mucho de corazón, imaginación y hasta el atrevimiento cordobés.
En su visita a Buenos Aires de 1982 cuando la desgarradora Guerra de Malvinas, San Juan Pablo II había utilizado una Ford 350 acondicionada para tal ocasión. El hecho quedó dando vuelta en la cabeza de más de uno y la confirmación del regreso años después, sirvió de combustible para encender una historia técnica, mecánica y humana que hasta la fecha supera a quien la escucha y a quien la cuenta.
Relata Gregorio Díaz Lucero, director de Relaciones Públicas en ese momento en Renault Córdoba - Santa Isabel- y gran centro de producción de toda Sud América, que venían siguiendo con atención la información sobre la posible visita. Hasta que se la confirmó.
Sólo pasaron minutos para que él se pusiera a disposición en nombre de la automotriz francesa frente al Arzobispado. Ya había tendido lo que mejor sabe hacer: la red de vínculos para llegar al propio Raúl Francisco Primatesta (Arsobispo de Córdoba) sin escalas, pedirle una reunión y hacerle saber que el personal que hiciera falta para que el Papa Juan Pablo II se desplazara por Córdoba con un móvil del “Rombo” estaba presto.
No se conocían, indica Díaz Lucero con Primatesta. Pero a los pocos días se hizo la primera reunión con el almanaque en frente y sabiendo que en algo más de dos meses aproximadamente Karol Wojtyla pisaría suelo cordobés en el marco de una gira de 6 días por Argentina.
El Arzobispado estudiaría el ofrecimiento. Con la anuencia de un equipo de trabajo compacto, Díaz Lucero volvió a Santa Isabel a dar las buenas nuevas. En la sede central de Francia seguían con máxima atención lo que se vendría.
Primatesta le aclaró que no sabía nada vehículos, es más “confesó” que no sabía ni manejar y con esas dos “referencias” le dio una suerte de instructivo prolijamente enviadas desde el Vaticano con los requisitos que debía cumplir la particular unidad en materia de la extrema seguridad que se debía cumplir naturalmente y más aún tras el atentado sufrido por el Papa polaco a manos de Mohamed Alí Agca el 13 de mayo de 1981 en la propia Plaza de San Pedro.
Parece una obviedad pero en el “Dossier” se consignaba las características que debía tener los vidrios anti balas (de fabricación alemana), las cubiertas especiales, la comunicación dentro del vehículo y el perfil y aquí me detengo) que de quien lo manejaría. Más allá de que Roma podía enviar a su gente para esa labor, se pretendía que el conductor tuviera un amplio conocimiento de mecánica, hubiera rodado por la ciudad, que estaría delimitada por supuesto, pero fundamentalmente con una piel de “riesgo”.
De inmediato; cuenta Díaz Lucero: “Nos acordamos todos del Negro Lucero (no recuerda su nombre de pila). Pero aclara que nada tiene que ver con conmigo a pesar de llevar el mismo apellido. Pero era el piloto de pruebas que teníamos en la planta y era de extrema confianza”. Punto número uno, resuelto.
El ingeniero Daniel Balián y sus colaboradores se mimetizaron con el proyecto y comenzaron con la labor que tiempo después fue aprobado por el Arzobispado de Córdoba y enviado al Vaticano para su validación definitiva.
Tomaron una Renault Trafic flamante y comenzaron a “despanzurrarla” a pesar de haber salido recién de la línea de producción. Con el paso de las semanas comenzaron a llegar los accesorios que la blindarían por dentro y por fuera.
Y entre tantos interrogantes surgió, “¿Y donde lo sentamos al Pontífice?”. La respuesta estaba frente a sus narices. Adecuaron una “butaca” de Renault Torino, ancha, fuerte, mullida, le colocaron un segundo apoya brazos, la forraron al tono y fue por un rato el asiento del heredero de San Pedro.
Claro, hacía poco tiempo se había dejado de fabricar el auto cuatro puertas y la ya legendaria cupé ZX. Había material.
Ya estaba tomando forma. La insignia vaticana en las puertas, los intercomunicadores, los dos pequeños asientos para los colaboradores del Papa[DBCM1] y un motor “filoso” esperaba el día.
Ya con las máximas autoridades vaticanas en la Argentina la unidad fue tomada por el personal oficial para verificar lo que se había pactado. Hay que recordar que por esos años las comunicaciones internacionales no viajaban como en la actualidad y una foto se enviaba vía diplomática a través del Telex que era un medio de comunicación utilizado por las agencias de noticias o por estos estamentos oficiales de difícil acceso que se vinculaba con una señal radial. Hoy le diríamos una naciente red satelital; que tampoco lo era.
“Generamos una muy buena relación con monseñor Primatesta. A tal punto que unos días antes me llamó para pedirme una colaboración. Quería preparar dos Trafic más con estanterías de madera en su interior para colocar los inmensos cáliz que llevarías las hostias consagradas a la misa que daría su Santidad”, recuerda Díaz Lucero.
No hubo ningún problema. Fue sencillo, a la par del trabajo que habían realizado Balían y equipo para crear el Papa Móvil cordobés. En el aeropuerto Córdoba, lo esperaba el gobernador Eduardo Angeloz y su esposa Marta Marín junto a una comitiva, la que se alineo al estricto protocolo romano.
Empezó la recorrida y estadía. Tras descansar en la sede del Arzobispado, salir al balcón del viejo edificio de barrio Nueva Córdoba ante el pedido de la multitud y los coros allí reunidos el Pontífice saludo y les pidió que fueran a descansar. Había sido un día agobiante.
La jornada venidera pondría al Área Material Córdoba o la Fábrica Militar de Aviones como centro de las miradas del mundo. Más de un millón de personas reunidas para celebrar la misa.
“El vehículo se comportó fantásticamente. No hubo reclamos.” Continua diciendo el reconocido “Gori” A tal punto que fue cedido al Arzobispado de Córdoba y con la tutela del Vaticano fue utilizado nuevamente cuando San Juan Pablo II visitó Brasil al poco tiempo.
“No tuve un trato personal. Lo vi de cerca pero había tanto trabajo que preferí continuar. Fue sin dudas uno los hechos sino el más importante que me tocaron atravesar en los 28 años que trabajé en Renault”, señala hasta hoy fascinado el hombre de las “Relaciones Publicas”.
“Entre tantas anécdotas, recuerdo que pasada la visita los compañeros de la fábrica me llamaron preocupados. Habían quedado dos copones con hostias consagradas que no llegaron a bajarse a la celebración. Lo llame a Primatesta y le comenté la situación. Eran miles que habían quedado sobre una de la Trafic que hacían la apoyatura del Papa Móvil. Me pidió que por favor las dejara en un convento de monjas que él me indicó, y así fue”, concluye.
Aquel que diga que todo está contado, advertirá que no es tan así… Córdoba, “La Renol”, como le decía un gobernador que ya no está más en este mundo, el Torino que parece seguir desquitándose con sus apariciones fugaces tras sus logros, los objetivos, los sueños, un equipo de trabajo, dejan sentado la virtud de girar siempre y que uno se termina sorprendiendo… para bien…
Lo escuchamos a Gegrorio Días Lucero que tuvo la amabiliad dejarnos este breve audio…
Cabe destacar el Papa Móvil se encuentra en exhibición permante en el Museo de la Industria.
Gregorio Díaz Lucero
El Papa Móvil hoy se exhibe en el Museo de la Industria



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“Nadie quiere morir... Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar allí”
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