


La idea de que los carbohidratos engordan y perjudican el metabolismo se conoce como "carbofobia". Sin embargo, la evidencia científica sugiere que, en lugar de eliminarlos, es fundamental comprender su papel en la dieta y elegirlos adecuadamente.
A menudo, se piensa que todos los carbohidratos son perjudiciales para la salud. No obstante, el cuerpo humano prefiere los carbohidratos como fuente principal de energía para los músculos y el cerebro. Su restricción puede acarrear problemas cognitivos y físicos, como irritabilidad y un metabolismo más lento debido a un estado de "ahorro" energético.
La percepción negativa hacia los carbohidratos no está justificada. Muchas personas los asocian únicamente con alimentos ultraprocesados y calóricos, como pizzas y panes, en lugar de opciones más saludables como frutas, arroz y legumbres. Este enfoque erróneo se agrava por la dificultad de estimar porciones y la tendencia a añadir carbohidratos a comidas completas.
Además, la forma de preparación influye en su impacto calórico. Por ejemplo, las papas hervidas son menos calóricas que las fritas o con salsas pesadas.
La rápida pérdida de peso en dietas bajas en carbohidratos suele deberse a la pérdida de glucógeno y agua, no de grasa. Este efecto rebote al reintroducir carbohidratos se malinterpreta como un aumento de grasa corporal.
No se trata de prohibir los carbohidratos, sino de elegir sabiamente. Se recomienda moderar el consumo de alimentos ultraprocesados, mientras que los carbohidratos naturales, como frutas, verduras y cereales integrales, son esenciales para una alimentación equilibrada.
Para evitar caer en dietas extremas que generan frustración, es crucial adoptar una relación informada y consciente con los carbohidratos. Las decisiones alimentarias deben basarse en evidencia científica, no en mitos.









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