Mercados en vilo: entre el respaldo de EE.UU. y la inestabilidad política, inversores buscan refugio

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • Los activos argentinos subieron tras el respaldo público del Tesoro de EE.UU., pero la inestabilidad política local frenó la euforia.
  • La derrota del oficialismo en PBA generó incertidumbre y volatilidad en pesos y dólares.
  • Analistas como Fernando Villar recomiendan calma y visión de largo plazo: ni vender en pánico ni comprar impulsivamente.
  • La baja temporal de retenciones y el apoyo estadounidense ofrecen aire, pero no resuelven los desequilibrios estructurales.
  • Los inversores conservadores podrían tomar ganancias y mantener liquidez, mientras los agresivos ven oportunidades en bonos y acciones.
  • El mercado exige previsibilidad: sin estabilidad política y fiscal, el optimismo externo difícilmente se traduzca en una tendencia sostenida.

El arranque de semana trajo un alivio momentáneo para los mercados argentinos: tras el anuncio del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, de que Washington “hará lo necesario” para respaldar a la administración de Javier Milei, las acciones y bonos locales saltaron con fuerza. Sin embargo, la euforia duró poco. La inestabilidad política interna —acentuada por la dura derrota del oficialismo en las legislativas bonaerenses— mantiene al mercado sin una tendencia definida y a los inversores atrapados entre el optimismo externo y la incertidumbre doméstica.

El mensaje de Bessent, difundido en su cuenta oficial de X, agitó las aguas: el Gobierno de Donald Trump evalúa todas las herramientas a su alcance, desde eventuales swaps de divisas hasta compras directas de pesos o deuda argentina en dólares. Fue una señal poderosa para un país que lidia con una economía frágil y reservas ajustadas. Pero la política local envió una advertencia: los vaivenes electorales pueden diluir rápidamente cualquier apoyo externo.

En este contexto, la pregunta que domina las mesas de inversión es directa: ¿qué hacer con las posiciones en pesos? Para el asesor financiero Fernando Villar, la respuesta requiere equilibrio. “No estamos ni tan mal como el viernes ni tan bien como el lunes. Hay que mantener la calma. Quien posee una cartera de activos argentinos ya asumió un riesgo de largo plazo: no era momento de vender la semana pasada, pero tampoco lo es de comprar hoy. Hay que esperar una tendencia más clara”, evaluó.

La eliminación temporal de las retenciones al agro —vigente hasta fin de octubre— sumó un nuevo elemento al tablero. Para algunos analistas, la medida podría aliviar la presión cambiaria y, junto con el guiño del Tesoro estadounidense, mejorar las expectativas sobre los activos locales. Martina Del Giudice, consultora financiera, sostuvo que “el anuncio del Gobierno, sumado al apoyo de Washington, deja espacio para mantener posiciones selectivas en el largo plazo para inversores dispuestos a tolerar semanas de alta volatilidad”.

Pero el escenario no es uniforme. Los perfiles conservadores, que no estaban preparados para un nivel de riesgo tan alto, podrían optar por movimientos defensivos. “Es prudente que quienes no esperaban esta montaña rusa aprovechen las subas del lunes para tomar ganancias y conservar liquidez. Si hay una reversión, podrían volver a entrar a precios más bajos”, recomendó Del Giudice. Villar coincidió y agregó que las obligaciones negociables y algunos fondos que invierten en Latinoamérica y EE.UU. mostraron estabilidad, ofreciendo alternativas para quienes buscan minimizar riesgos.

Para los perfiles más agresivos, la volatilidad misma es la oportunidad. Mariano Monferini, analista y asesor financiero, fue claro: “Comprar, mantener o vender depende del apetito de riesgo. Argentina sigue siendo una inversión riesgosa, pero a estos valores, los bonos soberanos en dólares y los ajustados por CER lucen atractivos. En acciones, cierta exposición podría valer la pena. Y para limitar riesgos, el uso de derivados es una estrategia razonable para inversores sofisticados”.

El telón de fondo sigue siendo una economía golpeada, una política polarizada y un calendario electoral que alimenta la incertidumbre. La señal de apoyo de Washington calmó momentáneamente las aguas, pero no alcanza para disipar las dudas. Los mercados, conscientes de las promesas incumplidas del pasado, exigen más que gestos: buscan previsibilidad.

Mientras tanto, los inversores navegan entre dos corrientes opuestas: por un lado, la esperanza de un salvavidas internacional que estabilice el barco; por el otro, el temor a que la turbulencia política local vuelva a sacudir las expectativas. El desafío, según coinciden los analistas, es mantener la cabeza fría. En un país acostumbrado a los sobresaltos, la paciencia y la diversificación parecen ser, por ahora, las mejores aliadas.

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