
Cristina y Macri frente al espejo bonaerense: la elección que los obliga a jugar en las sombras
POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior

- Cristina Kirchner llega a la elección bonaerense con condena y prisión domiciliaria, participando solo desde redes y con menor influencia en el peronismo.
- Axel Kicillof impuso su estrategia y consolidó la alianza Fuerza Patria, relegando a Cristina a un rol menos central.
- Macri, tras la caída del PRO en CABA, delegó la campaña provincial y avaló el acuerdo con La Libertad Avanza.
- El expresidente aceptó concesiones inéditas y se mantuvo en silencio público, en un repliegue estratégico.
- La elección en Buenos Aires será un test decisivo para medir la fuerza del peronismo y la alianza libertaria-macrista.
- Tanto Cristina como Macri, líderes históricos, juegan esta vez desde las sombras pero siguen siendo actores clave del tablero político.
La elección de este domingo en la provincia de Buenos Aires, que en principio parecía un trámite estrictamente local, se transformó en una cita nacional que involucra directamente a Cristina Fernández de Kirchner y a Mauricio Macri. Dos figuras centrales de la política argentina en los últimos 15 años, enfrentadas en un duelo que marcó la vida pública del país, hoy atraviesan un escenario distinto: ambos juegan desde la sombra, sin el protagonismo excluyente de otras épocas, pero con intereses decisivos en el resultado.
Cristina, entre la condena y el nuevo mapa del peronismo
Cristina Kirchner llega a esta elección con una condición inédita: condenada y con prisión domiciliaria por hechos de corrupción. A diferencia de campañas anteriores, donde fue la cara visible del oficialismo, hoy su participación se reduce a mensajes desde su departamento en Recoleta. Desde allí arremetió contra Javier Milei y llamó a los bonaerenses a “poner un freno a tanto insulto y desatino”.
Sin embargo, el verdadero pulso del peronismo bonaerense lo marcó Axel Kicillof. El gobernador, que se perfila como figura del poskirchnerismo, impuso el desdoblamiento de los comicios y tejió junto a Sergio Massa la alianza Fuerza Patria, que incluyó a Cristina como parte del esquema, aunque ya no como voz indiscutida. Si el peronismo logra resistir el avance libertario, el triunfo será leído como un éxito de Kicillof más que como una reivindicación de la ex presidenta.
Aun así, Cristina movió sus fichas: definió buena parte de la lista de diputados nacionales y buscó mantener un grado de control en un armado que, paradójicamente, podría limitar su poder a futuro. La tensión entre sostener la unidad del peronismo y conservar su liderazgo personal define su rol en esta campaña.
Macri, del mando al repliegue estratégico
Mauricio Macri, en tanto, también eligió un perfil bajo. Tras el derrumbe del PRO en la Ciudad de Buenos Aires, decidió delegar el manejo de la campaña provincial en Cristian Ritondo y la mesa bonaerense del partido. Fueron ellos quienes sellaron el acuerdo con La Libertad Avanza, un pacto que provocó divisiones internas pero que Macri avaló, consciente de que el PRO en soledad corría riesgo de irrelevancia.
El expresidente aceptó concesiones significativas: resignar la candidatura a senador por CABA, limitarse a dos lugares expectables en la lista de diputados nacionales e incluso tolerar el veto de Karina Milei a nombres propuestos por él. “Es un paso necesario para mantenernos en pie y con dignidad”, explicaron desde su entorno, en lo que se traduce como un repliegue calculado a la espera de mejores tiempos.
En lo público, Macri optó por el silencio. Su última aparición fue en la fiesta por los 80 años del diario Clarín, en el Teatro Colón. Antes, viajó a Europa por compromisos con la Fundación FIFA y participó en el Mundial de Bridge en Dinamarca. Sus redes sociales no registraron comentarios sobre la campaña bonaerense, los escándalos de corrupción ni las tensiones entre Milei y los gobernadores.
El test bonaerense para dos liderazgos históricos
La elección de este domingo en Buenos Aires es un termómetro crucial: pondrá a prueba la capacidad del peronismo de sostener su hegemonía en el distrito y revelará si la alianza libertaria-macrista puede proyectarse más allá del entusiasmo inicial. Para Cristina Kirchner, un triunfo de Kicillof reforzará la unidad del peronismo, aunque a costa de diluir su centralidad. Para Mauricio Macri, un buen resultado de la sociedad con Milei le permitirá mostrarse como el garante de la supervivencia del PRO, incluso en un rol secundario.
Lo cierto es que tanto Cristina como Macri, arquitectos de la política argentina durante más de una década, atraviesan una transición. Ya no son los polos excluyentes de la escena, pero tampoco figuras prescindibles. El domingo, desde sus respectivas posiciones en la retaguardia, seguirán con atención un resultado que puede redefinir su lugar en el mapa político nacional.





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