LA AUSENCIA DE LA DECENCIA

Una serie de hechos tramposos que se suceden y multiplican en el área institucional repugnan a la ciudadanía, por encima de los partidismos

EDITORIAL Isaías ABRUTZKY / Especial para Diario Córdoba
Marcelo-DAlessio

 Isaías ABRUTZKY / Especial para Diario Córdoba 

Es sabido que, en los tiempos que corren, una serie de valores morales se dejan de lado sin vergüenza ni remordimiento. Es cierto que siempre hubo quien se saliera de los márgenes, pero hay diferencias con las épocas en que la decencia era un activo de las personas.

Una vez, un pediatra metido a político, de apellido artístico con sonido tamboril, heredado de su padre, fue electo legislador y, antes de asumir su cargo, se pasó al partido contrario.

Fue un acontecimiento notorio, que revivió la palabra “tránsfuga”, por entonces sin uso localmente. Y generó un nuevo verbo: borocotizar. Mereció mucha tinta en los periódicos, por largo tiempo.

En el terreno político estamos presenciando hoy los hechos más escandalosos. La presente instancia nos exhibe nuevos casos de transfuguismo, esta vez en personajes de mayor impacto, y la podredumbre de la olla huele más fuerte y más lejos.

Los esfuerzos del gobierno y sus allegados para ponerle la tapa a la caldera que comenzó a generar presión con la denuncia del empresario Etchebest son tan intensos como burdos. Desde el primer momento, el propio presidente se permitió descalificar al juez que correspondía al lugar del ilícito protagonizado inicialmente por Marcelo D'alessio. De allí en más se sucedieron intentos por desplazar la causa a territorios jurídicos presuntamente más amigables con los involucrados, que incluyen figuras muy encumbradas de los poderes públicos. Estos sucesos son muy recientes y sus detalles se pueden conocer a través de algunos medios de difusión que se arriesgan a efectuar publicaciones incómodas, y también en las redes sociales. No es propósito de este escrito abundar en este tema, todavía en pleno desarrollo. Vale la pena mencionar sí, la última jugada de este lamentable ajedrez, en la que se recurre a la carmbola: trabar el accionar de juez para conseguir apartar a otro de una causa.

De todos modos, se van conociendo datos que, por la diversidad de sus fuentes de origen, presentan más que sólidas apariencias de verosimilitud. Y en algunos casos ni hace falta siquiera una investigación, porque son evidentes, lo que agrega el ingrediente del desparpajo.

Por ejemplo, el gobierno nacional, mediante un decreto, inhibió la presentación de listas de candidatos coincidentes en el distrito, pero que pudieran adherir por separado a diferentes postulante al gobierno nacional.

Estas son las que se conocen como listas colectoras. Aparentemente Macri creía con esto perjudicar a Cristina Kirchner, asumiendo que podría ser ella la candidata capaz de ganar la elección apoyada por numerosas agrupaciones que tuvieran sus candidatos territoriales pero que confluyeran en su figura a nivel nacional.

Luego de ese decreto, el presidente tuvo elementos para pensar que el sistema que había impuesto perjudicaría a María Eugenia Vidal en su campaña por la gobernación de Buenos Aires e inició negociacionas para dar marcha atrás en el tema, negando su propia disposición.

Las tramoyas para que un competidor por los votos del macrismo -José Luis Espert- no pudiera llegar a ser candidato también adquirieron ribetes escandalosos. Primero le “robaron” a quien iba a ser su compañero de fórmula, a último momento, en una operación similar a la que terminó con el jefe del bloque opositor en el senado nacional enrolado en el oficialismo, tentado por un premio tan grande como la posibilidad de acceder a la vicepresidencia. Para colmo de males, la presentación de Espert fue víctima de un nuevo intentode anulación, con la complicidad de un ciudadano que alegó haberse presentado por la misma agrupación, cuando no había cumplimentado ni mínimamente los requisitos legales para su presentación. Y a esto habría que sumarle el misterioso “error” del sistema informático electoral, que cambió los números de documento de los integrantes de la lista.

Afortunadamente, todas esas maniobras fueron infructuosas, y el líder libertario pudo sortearlas. Naturalmente, los tránsfugas recibieron el repudio de todos quienes, más allá de su parcialidad, conservan la dignidad y un sentido mínimo de justicia. Pero quienes están detrás de estos actos continúan en silencio, sin atisbo de pudor. Queda el consuelo de que sus descarrilamientos morales solamente sirvieron para publicitar la figura de aquél a quien pretendían neutralizar.

En fin, la revolución ética prometida en el 2015 no solamente no se produjo, sino que las deficiencias del pasado en este sentido se ahondaron notoriamente.

Una vez más, la batalla por una sociedad en la que primen los valores morales deberá partir de cero.

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